Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 3: ♫ Una canción sin melodía ♥

Aira

‹‹¿Cómo?››

Aira casi escupe el café que acababa de tomar. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para que sus nervios no la traicionaran.

Si bien sabía que, tarde o temprano debía abordar el tema de su edad con Rodrigo, jamás pensó que lo haría tan pronto. No obstante, precavida como era, agradeció tener bien resguardado el documento que guardaba celosamente en el bolsillo de su pantalón corto.

—¿Esto es una entrevista de trabajo? —habló tan rápido como sus nervios le permitieron.

—No, qué va —dijo Rodrigo levantando las cejas.

—Pues parece.

—No te entiendo... —mencionó él frunciendo el ceño y acercándose a ella. Aira se sintió intimidada y retrocedió su cabeza como un acto reflejo al sentirse intimidada—. Cuando me dijiste para conocernos en persona el día de hoy en ningún momento te ofrecí un trabajo. Si bien recibo una ayuda de mi padre, no está en mis posibilidades económicas...

—¡Para tu carro, mijo!

—¿Eh? —dijo Rodrigo al tiempo que se rascaba la oreja derecha.

El interrogante en su rostro era tan evidente que a Aira le pareció el chico más tierno del mundo. Si hubiera sido otro no hubiera dudado en reírse en su cara, incluso señalándolo con el dedo —algo que sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo— con la consabida desaprobación que aquello podría traerle. Sin embargo, al saber que eran Rodrigo y su inseparable Asperger los que tenía frente a ella, se aguantó de hacerlo. No quería arruinar su primera cita con él...

—Mira... —Respiró profundamente. Quería armarse de paciencia, aunque esta no fuera la mayor de sus virtudes, la cercanía de Rodrigo la ameritaba—. No te pedí un trabajo, ¿sí? Aunque un dinerito extra no me caería mal tampoco.

—No comprendo.

—Lo que sucede...

En ese instante, Rodrigo se quitó sus lentes, como si con eso pudiera llevar esclarecimiento a su conversación. Los colocó a un lado de su taza, para luego apoyar su codo derecho en la mesa, apoyar su rostro sobre su mano y observarla con atención.

Aira se quedó anonadada. Sin aquéllos, los ojos de él lucían más brillantes y grandes, hipnotizándola por completo y haciendo que olvidara por un instante lo que pasaba por su mente.

—¿Decías?

—Ah, sí... Mira, te lo dije en sentido figurado, ¿sí? O sea, no te pedí que nos encontráramos para que me entrevistaras para un trabajo ni nada parecido.

—¿Entonces...?

—Pues que al preguntarme la edad, me pareció una entrevista de esas... en donde te preguntan de dónde vienes, cuántos años tienes, a qué te dedicas, y todas esas cosas, ¿sí?

Aira recordó las pocas entrevistas de trabajo a las que había ido. Desde tiempo atrás había querido ahorrar para poder independizarse ni bien terminara la secundaria. Vivir en su casa le parecía el mismo infierno, de no ser por la presencia de su hermano menor. Sin embargo, había decidido que, ni bien pudiera, comenzaría una nueva vida... lejos de su madre de quien solo recibía ninguneos y maltratos... lejos de su padrastro con quien solo un intercambio de palabras era una discusión sin fin... lejos de ese departamento que llamaba "casa", que le parecía cada vez más estrecho hasta desaparecer todo lugar donde pudiera habitar...

Había probado suerte en varias ocasiones para trabajos de medio tiempo. En ninguno la habían tomado en cuenta porque decían que era muy pequeña para la edad mínima que requerían. Solo en un lugar no había tenido inconveniente en ser aceptada de no ser porque había venido acompañado de una propuesta indecente. Esto hizo que soltara ante su entrevistador toda la colección de insultos y palabrotas que tenía guardadas para ocasiones como aquéllas.

Por todo ello, pues lo único viable que tenía por ahora era vender cosméticos por catálogo. Las ganancias que había obtenido con este negocio le habían permitido ahorrar para comprarse un Smartphone de segunda mano en agosto pasado, y con ello, descargarse una aplicación para leer libros vía internet gracias a su pasión por la lectura. El resto era historia conocida.

—Nunca he ido a una entrevista de esas... —indicó Rodrigo.

—¿Nunca, Poetín?

Rodrigo levantó las cejas al escucharla.

—¿Me vas a seguir llamando "Poetín"?



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En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

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