Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 19: ♫ Prejuicios y Conexiones ♥

Aira

Ella quiso insistir en su pregunta a Rodrigo, pero el coro de carcajadas y murmullos que oía a su alrededor la distrajeron.

-Oye, ¡pero si ese es el tonto de mi facultad! -Oyó que una voz masculina decía.

-El mismo.

-¿Pero no decían que se le mojaba la canoa?

‹‹Ayyy, me dan ganas de matarlos››, pensaba Aira mientras resoplaba profundamente para tratar de mantener la calma.

Les dio la espalda para ignorarlos. Después se fijó si Rodrigo era consciente de lo que sucedía a su alrededor, pero para su complacencia, no lo estaba. El mesero había regresado con el vuelto y estaba concentrado en intercambiar unas cuantas palabras con él.

-Seguro que es maricón. ¿No viste cómo se alejó espantado de la pechugona que lo acompaña?

-Puta, que rica es...

-¡Bien dicen que no hay maricón sin suerte!

‹‹¿Cómo se atreven a reírse así de nosotros? ¡Si serán desgraciados!››, seguía pensando enrabiada mientras sentía que ya estaba al límite.

Volteó su cabeza para clavarles una mirada asesina. Los aludidos se dieron cuenta. Luego la ignoraron para proseguir con sus habladurías, pero en esta ocasión en voz baja. Después se sintió observada por la otra mesa contigua, en donde estaban sentadas las chicas que antes se habían burlado de las manías de Rodrigo. Ella no se inmutó y volvió a hacer lo mismo que con los muchachos. Al percatarse de su reacción, las estudiantes la observaron de pies a cabeza, con una cara de desprecio hacia su atuendo, para luego murmurar y darle la espalda.

-Rodri, ¿nos vamos a tu departamento ya?

-¿Ya? -contestó tragando saliva a la vez que guardaba su billetera-. ¿Tan rápido?

-Sí. Aquí ya no hay nada más que hacer -dijo Aira encaminándose hacia la puerta, dejando atrás a las habladurías, a los prejuicios y a las críticas negativas de una sociedad que no parecía entenderlos todavía.

Durante algunos minutos del trayecto al departamento, la tensión entre ambos era latente. Ella había tratado de iniciar cualquier tema de conversación, pero Rodrigo parecía no tomarle atención. Estaba cabizbajo, su mirada estaba perdida a la vez que tenía las manos en los bolsillos. Concluyó que seguro estaría "perdido en su mundo", como antes había le había pasado.

‹‹Me dijo que suele ocurrirle. Pero, ¿cómo hago para que vuelva a la Tierra?››, se preguntó mientras estrujaba nerviosamente el asa de su pequeño bolso.

Estaban caminando en una zona cuyas calles se caracterizaban por estar llenas de grandes parques y jardines.

-¡Qué hermoso! -exclamó al ver cómo unos grandes árboles de eucaliptos se dejaban llevar por la danza del viento de primavera de la ciudad-. Me gusta tu barrio.

-No es mi barrio.

-¿No vives por aquí?

-Diría que falta quince minutos más a pie para llegar... -Se rascó la cabeza y observó al cielo como buscando una respuesta-. Creo que mejor hubiéramos tomado un taxi, ya que no hay una línea de micro directa que nos lleve. Siempre suelo ir a pie a la universidad...

-Ya veo -dijo Aira a la vez que se sentó en una banca-. ¿Podemos detenernos un rato aquí, "porfa"? Estoy cansada...

Él accedió a acompañarla.

Luego de breves segundos, en los que se quedó extasiada observando el lado norte del parque, en donde girasoles, tulipanes, margaritas y demás hermosas flores parecían exponer sus mejores colores para ser apreciados por ella, la pregunta que le haría la interrumpiría:

-Aira, hay algo que quiero decirte...

-¿Eh?

-Creo... creo... -Volteó a observarlo. Rodrigo se tapaba la boca a la vez que toda su cara parecía tener un letrero con luces de neón diciendo "No me mires"-. Creo... que... ¡es muy pronto para tener coito!

-¡¿QUÉEEEE?!

¡Ella no sabía si reír o llorar!

-Eres muy atractiva... y... no digo que no me gustes... pero es que.... yo... pues yo...

Se quedó paralizada mientras sus oídos escuchaban durante los siguientes minutos el monólogo de Rodrigo del porqué el coito entre dos personas no debía realizarse tan pronto. En algún momento se vio a sí misma como un ente externo a su cuerpo, en donde este era una estatua de sal y su alma se hallaba en otro plano astral, imposibilitado de saber qué contestar ante los argumentos que oía. Cuando, finalmente, pudo asimilar toda la confusión que había conllevado su propuesta de ‹‹¡Quiero ir a tu departamento!››, la carcajada que soltó retumbaría sobre cada una de las flores y de los árboles que había contemplado.



#43507 en Novela romántica
#28574 en Otros
#4237 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.