Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 42: ♫ Razón y Corazón♥

Rodrigo

El viento de esa tarde movía los árboles y arbustos del campus universitario. Nubes de color gris cubrían con su manto la ciudad, dando la sensación de que querían desahogar toda su furia sobre los demás. La temperatura del lugar había bajado a niveles insospechados a pesar de ser la estación más feliz del año. La cercanía del sitio al mar producía estos cambios bruscos en aquél, caracterizándolo por ser húmedo, frío y despiadado sobre los jóvenes que asistían a estudiar...y él no era la excepción. Sin embargo, había algo más que golpeaba a su ser, su cuerpo y a su corazón...

Preocupado como estaba por no recibir una respuesta de ella a sus mensajes de esa mañana ni a contestar a sus llamados del teléfono como era su costumbre, había decidido ir temprano a la universidad. No obstante, luego de dirigirse a la biblioteca y tratar de distraerse estudiando, esto no había sido posible. No pasaba ni cinco minutos en que le fuera imposible de coger el celular para ver si es que llegaba algún mensaje de Aira; y ante su no respuesta, no podía evitar enviarle algún mensaje para preguntarle por qué no le contestaba. A su vez, aunque había puesto su teléfono en vibrador, ante el más mínimo movimiento de éste, no podía evitar fijarse si era, por fin, la tan ansiada respuesta de ella, y al no ser así, estallaba en rabia y frustración azuzando los brazos y botando sus separatas. De este modo, no pasó mucho tiempo para que fuera retado por el vigilante, y este lo invitara a apagar su teléfono si es que quería seguir en la biblioteca.

Otra persona, en una situación parecida, hubiera optado por obedecer y tratar de guardar la compostura. Otra persona, en una situación parecida, hubiera optado por apagar su teléfono, estudiar durante un rato y luego tratar de comunicarse. Otra persona, en una situación parecida, hubiera optado quizá por mandar un mensaje, y esperar hasta la noche por una respuesta para sino volver a insistir. Pero él no era cualquier otra persona.

El vínculo que lo conectaba a Aira a través de ese teléfono era lo más vital para su corazón... y su razón... Tan acostumbrado a cómo estaba por saber de ella todos los días, en la mañana, tarde y noche... a leer no solo sus letras, a escuchar no solo su voz, sino su alma, su mente y su corazón... el no tener contacto con ella por dieciocho horas y once minutos -según había contado la última vez que miró su reloj antes de hacer lo propio con el celular por enésima vez- le estaba minando todos aquellos frenos que se estaba poniendo... Su paciencia, su madurez, pero sobre todo, su raciocinio se estaban yendo al tacho en pos de saber algo de aquella muchacha. De este modo, cuando el vigilante le dijo que si no iba a apagar su teléfono que mejor se retirara, Rodrigo no solo levantó la voz para oponerse, sino que en sus palabras dejó escapar toda su frustración, su rabia y su pena, siendo obligado a dejar la biblioteca de mala manera. Luego de ello, y de caminar como un autómata por los senderos de la universidad, había dado con el aula de su primera clase de ese día. No obstante, prefirió sentarse en un jardín a pocos metros de aquélla.

Necesitaba estar solo para respirar un nuevo aire que trajera nuevas ideas para su cabeza... Necesitaba estar solo para reflexionar acerca del curso de su relación con Aira... Necesitaba estar solo para saber si debía hacer caso a lo que le dictaba su corazón o su razón; porque la batalla continua entre ambos estaba minándolo por completo sus fuerzas, dejándolo sin la capacidad de saber qué hacer o decir sin que ella o él mismo pudiera salir dañado ante aquello.

En ese instante, pasó por su lado Fabián, quien lo estaba llamando, pero no le respondía por estar inmerso en el mar de sus cavilaciones.

-Oye, ¿no vas a entrar a clases?

Rodrigo no le contestó.

Su amigo cogió un pedazo de papel que había arrancado de su cuaderno, la arrugó y la lanzó sobre su cabeza, volviéndolo de nuevo a tierra. Cuando iba a reclamar quién había osado molestarlo, al percatarse de quién era, un esbozo de sonrisa se pudo ver en su rostro, alzando la mano como saludo.

-¿Vas a entrar o no, huevón?

-No tengo ganas -dijo cabizbajo.

-¿Qué te parece si nos "tiramos la pera" y nos vamos a conversar a la cafetería? Está haciendo bastante frío, y un café nos vendría bien. Te vas a resfriar estando ahí sentado como zonzo...

-No tengo ganas.

-¿Y si nos vamos esta noche a una discoteca a buscar "flaquitas"?

-No tengo ganas.

-No tengo ganas, no tengo ganas... -afirmaba Fabián mientras cortaba la distancia que había entre él y Rodrigo.

Cogió el maletín que su amigo había colocado sobre el jardín. Guardó las separatas y libros que estaban desperdigados a su alrededor en aquél, para luego ponérselo al hombro y con un ademán de su brazo decirle adiós a Rodrigo.



#43494 en Novela romántica
#28566 en Otros
#4233 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.