Melody

Capítulo 9: El veneno del lamento.

🪓┿┿┿┿┿┿┿┿┿┿┿┿┿🪓

La mansión, con sus paredes cubiertas de papel tapiz oscuro descolorido y sus ventanas empañadas por el tiempo, parecía respirar con una lentitud agonizante. El aire dentro de sus habitaciones era denso, cargado con el peso de secretos no dichos y culpas que se arrastraban como sombras por los pasillos. Margery, sentada en el despacho de su esposo, sentía cómo la quietud de la casa se cerraba alrededor de su cuello como un lazo invisible. El fuego en la chimenea crepitaba con una cadencia hipnótica, pero ni su calor ni su luz lograban disipar el frío que se había instalado en su pecho.

—Andrew —dijo con voz firme, sus ojos fijos en las llamas que danzaban como espectros en la oscuridad—. Creo que Melody intentó envenenarme.

Las palabras cayeron en la habitación como piedras en un estanque, perturbando la superficie tranquila del silencio. Andrew, que hasta ese momento había estado absorto en la lectura de un libro antiguo, alzó lentamente la vista. Sus ojos, antes llenos de una calma distante, ahora reflejaban una mezcla de incredulidad y preocupación.

—¿Qué? —preguntó, su voz grave pero llena de incredulidad, como si las palabras le costaran esfuerzo—. No puede ser.

Margery no apartó la mirada del fuego. Sus manos, pálidas y delgadas, se aferraron a los brazos de su sillón con una fuerza que dejó marcas en la tela.

—No es una suposición, Andrew. Lo sé. Lo siento en cada fibra de mi ser. Melody me odia. Siempre lo ha hecho. Y ahora... ahora ha intentado deshacerse de mí.

Andrew se levantó de su asiento, su figura alta y delgada proyectando una sombra alargada sobre la pared. Comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, con sus pasos resonando en el suelo de madera como latidos de un corazón inquieto.

—No tiene sentido —murmuró, más para sí mismo que para Margery—. ¿Por qué haría algo así? Melody es... es nuestra hija.

Margery soltó un suspiro que pareció arrastrar consigo parte de su alma.

—No es mi hija, Andrew. Nunca lo ha sido. Y tú lo sabes. —Su voz se quebró por un instante, pero rápidamente recuperó su firmeza—. Ella nos odia a todos. Nos culpa por lo que le sucedió a su madre. Y ahora... ahora ha intentado matarme.

Andrew se detuvo en seco, su rostro pálido como la luna que se filtraba por las ventanas.

—No puedes estar segura de eso —dijo, pero su voz carecía de convicción.

—Lo estoy —replicó Margery, su tono frío y cortante—. Todo encaja... No te engañes, Andrew. Fueron consecuencias. Consecuencias de su odio. Ya no es la niña que solía ser. Algo en ella ha cambiado

El silencio que siguió fue tan denso que pareció absorber todo el aire de la habitación. Andrew se dejó caer en una silla, su mirada perdida en algún punto lejano. La semilla de la duda había sido plantada, y ahora brotaba con raíces venenosas.

— ¿Qué haré ahora? —preguntó, apenas audible, como si estuviera hablando consigo mismo.

Margery no contestó de inmediato, pero su mirada se endureció. Sabía que, al exponer sus sospechas, había cruzado una línea, pero la verdad ya no podía ser ignorada.

Al día siguiente, en el jardín de la mansión, el aire era igual de opresivo. El quiosco, una estructura de madera desgastada por el tiempo y la intemperie, parecía inclinarse bajo el peso de la tristeza. Casandra, sentada al borde de la mesa de té, mantenía la cabeza baja. Sus hombros temblaban ligeramente, y sus lágrimas caían sobre el mantel blanco, dejando manchas oscuras que se expandían como heridas abiertas.

Elara, sentada frente a ella, ya no era la mujer segura y altiva que una vez había sido. La mujer que antes había sido tan egocéntrica y segura de sí misma ahora estaba rota, sumida en un mutismo que hablaba más fuerte que cualquier palabra. No lloraba, pero su silencio era más elocuente que cualquier palabra. Sus ojos, vacíos y distantes, parecían mirar más allá del mundo tangible, como si buscaran respuestas en un lugar que nadie más podía ver.

Y luego estaba Melody.

Sentada en un rincón del quiosco, sus dedos arañaban las cutículas de sus uñas hasta hacerlas sangrar. La sensación de dolor, leve pero constante, era lo único que la mantenía conectada a la realidad. Cada gota de sangre que brotaba de sus heridas era un recordatorio de que aún estaba viva, de que aún sentía algo. Pero también era una liberación, una forma de expulsar el caos que ardía en su interior.

Elara la observó durante unos largos segundos, su mirada llena de incomodidad. Finalmente, incapaz de soportar el silencio por más tiempo, habló con un tono bajo y tembloroso.

—Melody, por favor... —su voz se quebró, pero las palabras salieron, como un susurro de impotencia—. Detente.

Melody alzó la vista, sus ojos oscuros y profundos encontrándose con los de Elara. En ese instante, algo dentro de ella pareció ceder. La dureza, la rabia, la soledad que había estado arrastrando por tanto tiempo parecían atenuarse, aunque solo fuera un poco. Y de repente, la pregunta que había estado rondando en su cabeza escapó de sus labios, baja, pero llena de angustia.

— ¿Por qué todo lo malo me sucede a mí? —su voz resonó en el aire, penetrando el silencio como una punzada.

Elara, quien hasta ese momento se había mostrado imperturbable, dejó escapar una pequeña lágrima. Una sola, pero profunda, que rodó por su mejilla con una tristeza que no intentó esconder. Con un gesto de incomodidad, se inclinó hacia Melody, tocando su hombro con una mano temblorosa, casi como un consuelo torpe.

—Todos estamos sufriendo. No eres la única —dijo, su voz quebrada, aunque algo en su tono sonaba sincero, vulnerable.

Melody la miró fijamente, como si buscara en sus palabras una respuesta que nunca llegaría.

El silencio volvió a envolver la mesa, más espeso que nunca. La muerte de Vanora y Sophia había dejado un vacío, y para Melody, el dolor de perder a su última aliada era una herida que, por más que lo intentara, no podía sanar.



#796 en Thriller
#389 en Misterio
#2375 en Otros
#360 en Novela histórica

En el texto hay: gotico, suspenso, terrorpsicologico

Editado: 29.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.