|CUARTO CAPÍTULO|
❄
La Tercera Carta: Pesimista, realista y sentimientos.
3 de febrero de 2021.
¿Te gustan las películas con finales tristes?
O, ¿Las series que hacen que derrames tanques de lágrimas?
Yo, ¡Las amo! Me quitó el sombrero ante cada persona que forma parte del equipo que crea una visión realista de la vida, y la llevan a la pantalla grande. Al mundo del entretenimiento.
Es decir, durante nuestra infancia nos hacen ver la "única versión": Qué la vida es hermosa, las personas son buenas y amables, y la felicidad es cuando ríes, tienes dulces, te hacen cosquillas... la felicidad era cuando no llorabas.
Cuando crecemos, comenzamos a explorar y caer hasta sangrar en los lados de la vida. La vida no siempre es hermosa, por eso existe la frase: «Valora el momento en el presente, no cuándo ya pasó. Porque las memorias felices, pueden volverse tristes cuando las recuerdas con una nostalgia no deseada».
Sí hay personas buenas y amables, pero también hay personas crueles y antipáticas. Y todos pueden ser ambos, no al mismo tiempo... Buenas y después crueles o crueles y después buenas... Una después de otra, nunca al mismo tiempo.
Y, para la felicidad no hay palabras para su definición. Nadie sabe con exactitud cuándo realmente somos felices, ni siquiera nosotros mismos... Lo sabemos hasta después que la desconocida fecha de caducidad del momento o día de felicidad expiró... Y sólo nos queda recordarlo.
A mí, siempre me gustó ver películas y series que tienen fuertes o medianas dosis de tristeza, incluso en la composición lírica de la música.
Con la música, escuchas y entiendes la letra de la canción (mayoritariamente) porque te sientes identificado con la historia que está cantando el artista. Y ese sentimiento de reconocimiento en una canción triste o profunda... No se lo deseo a nadie con anticipación, porque al final, todos terminamos sintiendo la marca permanente de una canción... Y sin querer, terminamos más conscientes de cómo estamos. De cómo realmente estamos.
Ahí, en lo anterior, no vale el: «Somos muy jóvenes para pensar en esa mierda»... Porque nunca hubo, ni habrá, edad para que comiences a pensarlo, porque necesitas hacerlo; siendo joven también significa estar en constante crecimiento. Y eso sí incluye caer en problemas y tristeza... pero también incluye salir de estos más fuerte. La versión de nosotros renovada, para ser mejor que antes.
Mis amigos, dicen que sí habría un concurso de quién es la más pesimista del estado, yo terminaría con el título de «Reina de los Pesimistas».
No creo que la palabra «Pesimista» me define, creo que es... «Realista». Sí, siempre estoy esperando lo peor, pero sin exageración, creo (aunque sea imposible) que soy un poco de ambos. Realista, y pesimista. Cada lado sale según del contexto de la situación en la que esté.
Una parte de mí que vi y perfeccioné mientras sigo creciendo es que sin saber lo que me espera en el futuro, tanto el lejano, que será en años, cómo el más cercano: mañana..., hay dos cosas seguras, inevitables de que no desaparezcan del campo de visión de mi cerebro:
Realista o pesimista, incluso una combinación de ambos, me siento bien de no ser optimista. La bondad está subestimada, y las personas optimistas no duran mucho tiempo siéndolo.
El arrepentimiento de no haber sido (aunque sea) un poco valiente en las tres oportunidades en las que te acercaste a mí, ha disminuido -a grandes proporciones- el temor. El miedo.
Justo ahora, en mis audífonos se está reproduciendo una de las canciones con las que fue difícil admitir que me sentía identificada, no del todo, sólo partes de la letra. En especial está:
«All i want is nothing more
(Todo lo que quiero no es nada más)
To hear you knocking at my door
(Escucharte tocar mi puerta)
Cause if i could see your face once more
(Porque si pudiera ver tu rostro una vez más)
I could die a happy man i'm sure
(Podría morir como un hombre feliz, estoy seguro)».
En lugar de hombre, mujer, obviamente.
Y no cualquier puerta, quiero que toques mi puerta. Está maldita cursilería que estoy a punto de escribir, es cierta desde la perspectiva de mi corazón y cabeza... Aquí va:
«Mi corazón y yo no fuimos capaces de cerrar todas las puertas. La misma puerta por la que cruzaste para entrar, no la has cruzado para salir.
Es difícil encontrar a alguien nuevo, cuando ya hay alguien adentro».
No es tan difícil de admitir en palabras. Nuevamente,
Ice Queen.