Memoria [au Sinrin]

Guardián

Había anochecido hace poco tiempo y todos los ángeles oníricos se preparaban para tomar su turno. Los últimos guardianes volvían paulatinamente al lugar de intercambio y algunos de los otros seres alados los aguardaban con emoción. Sin embargo, una de ellos estaba esperando hace bastante tiempo la llegada de su compañera con una clara expresión de desencanto y estaba lista para empezar un berrinche en cualquier segundo. Yerin debería haber llegado hace bastante tiempo.

Hace algunos días, la muchacha había sido reclutada para participar en la ceremonia anual de investidura. En ella los ángeles que habían alcanzado cierto tiempo de antigüedad eran asignados a cierta tarea de utilidad para los humanos. La actividad más prestigiosa era ser un guardián y Jung Yerin había sido una de las primeras seleccionadas para el cargo.

Ella estaba muy emocionada y Eunbi, quién aún era muy ingenua para tener algún tipo de responsabilidad, la había felicitado durante horas. De hecho, ella era la más emocionada de la dos y se había preocupado de despertar a su pareja un poco antes de la salida del sol para que no llegara tarde a su primer día. Le dio una serie de recomendaciones que no entendía del todo, pero que sabía de memoria de tanto leer el manual de Los Alados y la despidió entre gritos y besos.

Luego, había revoloteando todo el dia alardeando sobre el nuevo cargo de su compañera de vida eterna. Los reclutas más recientes eran los más impresionados con la noticia y no dejaban de hacerle preguntas a la muchacha. Ella estaba muy orgullosa de poder hablat sobre su novia y guiar a los más jóvenes al mismo tiempo.

—Ser guardián es un puesto de prestigio y deben tener mucha expriencia para lograr un cupo- explicaba excesivamente, haciendo gestos poco ilustrativos con las manos y gesticulando exageradamente con la boca para que los oyentes no se perdieran una sola sílaba de su encantadora narración —, pero mi novia es tan increíble que lo logró en su primer intento.

Sus demás compañeros no podían contener la risa al ver como repetía el mismo discurso a diferentes grupos, sin detenerse a pensar si ya había pasado por esa zona o no. Sólo quería hablar de Yerin una y otra vez. Sólo quería que volviera para que supiera de su boca que no podía estar más orgullosa de ella.

Más tarde, cuando el sol terminó de rodar por el cielo y trajo de vuelta la noche, fue la primera en llegar al lugar de recibimiento de los guardianes.

Y también fue la última en irse.

La luna ya estaba en lo alto del cielo cuando Yerin llegó volando alborotadamente a cambiar lugares con Louis, el ángel onírico de su humano.

—Lo siento, lo siento, lo siento tanto —comenzó a susurrar como una letanía, acomodándose un poco el cabello mientras entregaba su brújula al encargado del siguiente turno —. El niño no quería quedarse dormido. 

—No importa —replicó el muchacho, con una chispeante sonrisa clavada en el rostro —. De todas formas tengo que estar despierto toda la noche.

El guardián onírico emprendió el vuelo a gran velocidad, dejando solas a ambas jóvenes.

Yerin estaba lista para darle un fuerte abrazo a su amada. No había podido dejar de pensar en ella en todo el día y nunca había sentido mayor angustia que durante esas horas separadas. Mas, aunque tenía intensiones de no separarse de ella hasta el amanecer, cuando se volteó hacia ella con los brazos abiertos todo lo que la recibió fue un rostro enfuruñado.

—¿Qué sucede, mi sol? —se aproximó delicadamente, tratando de apartar un par de mechones rebeldes que caían sobre su rostro.

Eunbi se apartó casi inmediatamente y se puso de pie rígida, dándole esa helada mirada que solo tenía cuando estaba decepcionada.

—¿Por qué tardaste tanto?

La aludida se quedó helada por un momento. De pronto no sabía que contestar.

—¡No tienes idea de lo preocupada que estaba! Pensé que no ibas a volver.

—¿Qué dices Eunbi?

—Hoy estuve muy feliz, porque mi adorada compañera esta haciendo algo importante. Le dije a todos que eras el ser más maravilloso que existía en la Tierra. Pero, ¿sabes lo que pensé cuando todos los guardianes llegaban con sus compañeros y tú no aparecías?

Para ese punto su expresión enojada estaba torcido en una mueca de amargura, mirando al suelo para contener un poco del llanto de frustración que gritaba por estallar desde su pecho.

—Pensé que no volverías por mí.

Esta vez Yerin tuvo que morderse los labios para no reír, extrañamente sorprendida por esa actitud tan poco frecuente. Se aproximó a su novia con cuidado y la rodeó en un cálido abrazo, conteniendo los pequeños temblores de miedo que sacudían su cuerpo.

—Eunbi —comenzó en el tono más suave y amable que podía emitir, tratando de llamar su atención si asustarla —, yo no puedo vivir si no es a tu lado. Pensé en ti todo el día y sentí que no estaba completa sin ti.

La muchacha escuchaba atentamente, con el corazón golpeando fuertemente contra su pecho, enviando vibraciones también al tórax de la otra chica. Lentamente subió sus brazos para acercarla a su figura con algo más de firmeza, ocultando el rostro contra su cuello.

—¿No me estás mintiendo? ¿No conociste a una humana más interesante que yo?

—¡Por supuesto que no! Eunbi, estuve allá afuera solo un par de horas- trató de suprimir su tono risueño, pero no pudo evitar una risita al final de la frase —. Además, solo puedo verte a ti.

—¿Entonces no me vas a dejar?

Esta vez Yerin se separó y le dirigió una mirada seria a la muchacha, justo a tiempo para notar que aquello solo era un intento para oír un poco más de aquellas palabras de amor, pues una sonrisa adornaba su rostro de oreja a oreja, aunque sus ojos seguían acuosos todavía.

—Nunca voy a dejarte. Eres parte de mi corazón. Me das vida cada día.

—Ah —replicó Eunbi sin dejar que su sonrisa decayera-, creo que ya estoy casi convencida.



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En el texto hay: angeles, amor, almasgemelas

Editado: 05.03.2023

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