Siempre me pregunté qué tan lejos puede viajar un recuerdo antes de perderse por completo. ¿Qué ocurre con las memorias que nunca pertenecieron a nadie, que nunca fueron vividas realmente, pero que habitan dentro de nosotros como una verdad tan dolorosa como la propia carne?
Nunca fui de hablar mucho. Mis pensamientos eran mi refugio, y mi voz, una visita esporádica. Pero hay algo que debe ser dicho antes de que lo olvide, o peor aún, antes de que lo recuerde todo.
Porque hay algo que se arrastra en mi mente, algo que no sé si soñé o viví. Una historia que, aunque no me pertenece, arde en mi interior como si fuera mía. Y mientras más intento ignorarla, más real se vuelve.
Esta es la memoria de un alma que nunca fue…
Y de un crimen que jamás debió recordarse.