Comencé a caer justo después de ser escupido por ese misterioso espejo, una caída sin fin tan oscura como un abismo. Sentí como si la caída fuese eterna, el tiempo parecía no tener sentido en aquella garganta del Inframundo.
Un profundo revoltijo visceral recorría todo mi cuerpo preocupado de cuál sería mi destino, que es lo que me esperaba al final?. Al caer de tal magnitud a pesar de lo que parecía un viaje espiritual, un delirio o lo que esta extraña experiencia fuera, solo un sentimiento de extrema incertidumbre corroía mi mente.
Abracé por completo aquel sentimiento, ya amansado por todas estas experiencias que me habían estado subyugando desde que comenzó esta maldita pesadilla no supe cuando deje de caer; me encontraba suspendido sobre un extraño camino con forma de raíces entrelazadas con un bastó número casi infinito de caminos con la misma oscuridad que me había estando persiguiendo.
"Qué camino he de tomar?"
"En qué dirección está lo que anhelo?"
"Será qué en este lugar también habrá criaturas siniestras?". Son preguntas que revoloteaban en mi ya deteriorado cerebro.
Me rehusaba a avanzar hacia una dirección equivocada puesto que no tenía sentido de orientación, pero es mejor avanzar que dejar que la penumbra me terminara de consumir. Exactamente en esa confrontación personal tan repentino como un terremoto que asola la vida de una población entera se manifestó un misterioso par de luces a lo lejos, tan tenues que a penas se podían ver. Decidí seguir a esas pequeñas luces casi consumidas por esta oscuridad tan grávida.
Sin apresuro alguno, proseguí con mi camino. No sé cuanto tiempo llevaría caminando sin poder alcanzar a esas enigmáticas luces, en algunas ocasiones intenté apresurar mi paso pero sin cambio alguno seguían llevando la misma distancia con respecto a mi persona así que continúe con calma caminando ya que no sabía cuánto más tardaría en completar este sendero entrelazado. Dimos un giro a la derecha, dos más a la izquierda, continuamos recto por lo que parecía ser casi un día entero (pero como podría saberlo si la oscuridad era lo único que conocía este lugar). Y nuevamente Un giro a la izquierda, recto unos cuantos metros más y otro giro a la derecha. Lo realmente extraño era que no tenía síntoma de cansancio a pesar del ajetreado camino sin fin, al estirarme como parte de un hábito mío al estar tenso; agache la mirada y pude ver qué por más que caminaba el camino también se movia conmigo. Pare de caminar al no creer lo que estaba viendo, me encontraba en lo que parecía ser un bucle como un hamster en su rueda de ejercicio. Una avalancha de incertidumbre azotó sobre mi y corrí a cualquier dirección en la que no estubieran las luces pero el camino continuaba siguiéndome sin escapatoria como no se puede dejar atrás a tu propia sombra. Las luces siempre se encontraban enfrente mío, rápidamente corrí hacia tras de mí pero caí del camino por el abismo hacia el mismo camino de raíces entrelazadas pero esta vez no camine, no corrí me quedé plantado justo en el sitio que me encontraba, las luces no se movían estaban aguardando a que las siguiera y al no obedecer el ineludible juego. La penumbra comenzó a tragarse el camino detrás de mí sin dejarme opción más que de correr sin rumbo. De las raíces brotaron espinas lacerándome los pies, sangrando y agitado corría para no ser engullido por la oscuridad parecía un agujero negro tragándose todo lo que cayera en el. De pronto las tenues luces se encontraban en frente mío; por la sorpresa pare en seco...
Intentando desenmarañar a aquellas luces me quedé inmóvil, embelesado por ellas como niño disfrutando de una nevada por primera vez, quedé absorto...
No eran más que mis ojos reflejados en una ventana de una casa de madera.
"Dicen que los ojos son la ventana del alma solo que nunca me imaginé que fuera tan literal".
Una casa con unos ventanales muy grandes y un techo inclinado tan deteriorado con unos agujeros como si fueran unos traga luces en una explanada aislada del mundo sin nada a su alrededor exepto por un atardecer sangriento, unos cuervos agresivos que me graznaban sobre la casa intentando ahuyentarme y unos cuantos árboles torcidos. Exploré alrededor de la casa pero no encontré nada, era evidente que tenía que entrar a esa casa; intenté caminar hacia el horizonte y dejar atrás a aquella extraña residencia, no me sentía con la fuerza suficiente para continuar con el viaje. Necesitaba más que nunca un descanso pero eso no estaba en los planes de aquella macabra andanza.
Una neblina cubrió todo a mi alrededor no me dejaba ver más allá de mi naríz, sin dejarme escapatoria alguna tropecé con las escaleras de la entrada de la casa ahora más grande, como si esta hablara y me dijera "entiende, no puedes postergar ésto". Con un último aliento volví a intentar escapar pero de nuevo esas malditas escaleras me hicieron caer...