Control
- ¡Kai! – una voz, nada femenina
- ¡KAI! – de nuevo. Sonó más como un grito, aunque no sé de donde proviene, pero... ¿por qué sonaba como mi propia voz?
- ¡KAI DEBES DESPERTAR!
Me encontraba cubierto en sudor, con la respiración agitada y la vista completamente borrosa, aquello había sido una pesadilla sin ninguna duda, aunque no entendía si tenía algún tipo de significado. A pesar de mis esfuerzos por enfocar la vista no lograba tener éxito. Sentía mi cuerpo pesado, adormilado, levantar las manos era casi imposible, pero podía sentir mis pies bien plantados en el suelo. Una corriente de aire me alcanzo y fue como si me hubiera ayudado a volver a mí y mis cinco sentidos.
- No puede ser – fue lo primero que salió de mi boca a penas identifique el lugar donde me encontraba. Aquel complejo de departamentos estaba frente a mí, el mismo lugar donde hacía apenas una noche me encontraba - ¿por qué aquí?, ¿qué hago aquí? – La situación me comenzaba a poner nervioso, se sentía como si no tuviera ningún tipo de control sobre mí mismo, aunque realmente no tenía ningún tipo de control.
- ¿Quién anda ahí? – la voz de una señora se hizo presente
Aunque intentara esconderme, no podía hacerlo, mi cuerpo aun pesaba y me encontraba justo afuera de la protección del edificio, asi que apenas dio unos pasos aquella mujer, pudo verme enseguida.
- Lo siento por molestarla – no sabía que decir, pero no debía lucir sospechoso - no puedo moverme y decidí quedarme a descansar un momento aquí –yo solo deseaba que fuera amable conmigo y no me cuestionara demasiado, pero aquella mujer me miraba fijamente– Si quiere puedo retirarme, solo deme...
- ¿Estas lastimado? – me interrumpió antes de terminar de hablar. Comenzó a acercarse a mí, bajando aquellas escaleras - ¿Puedo ayudarte en algo? – me ofreció mientras abría la protección
- ¿Podría sentarme un momento en las escaleras?, solo quiero descansar un poco – aunque quería irme enseguida no podía hacerlo por la condición de mi cuerpo. Aquella mujer solo asintió y me ayudo a sentarme.
- ¿Todo está bien? – una voz masculina sonó al fondo
- Si querido, solo este joven parece un poco enfermo, le permití entrar a que descansara
Aquel hombre lucía bastante mayor, tenía el semblante completamente serio y lucía un poco molesto quizás. No quería que me corriera, me encontraba tan confundido como ellos, solo quería que fueran amables conmigo.
- Querida, no lo dejes ahí, si está enfermo lo mejor sería hacerlo pasar ¿verdad joven? – El rostro de aquel hombre no lucía igual, ahora parecía alguien amable, con el semblante preocupado, pero lleno de luz al mismo tiempo.
Ambos me invitaron a pasar a su casa, intenté negarme, pero parecían tan decididos a ayudarme que no pude impedirlo. La señora intento darme un par de remedios para ayudarme a mejorar lo que sea que tuviera, ya que mi cuerpo permanecía inmóvil y un poco adormilado, incluso mi cabeza estaba hecha un caos y no recordaba nada sobre cómo había llegado aquí. El señor por su parte me acomodo un par de cojines en el sofá, para que pudiera recostarme y descansar un momento, sin embargo, cuando menos lo note, comencé a quedarme dormido.
Debieron haber pasado un par de horas puesto que ahora todo se encontraba iluminado y el lugar en el que me quede estaba en completo silencio, lo más seguro era que aquellos señores se fueran a descansar en cuanto me dormí. Miré mi reloj y aun me encontraba a tiempo para ir al trabajo, por lo que me dispuse a salir de aquella casa. Lo más sensato sería darles las gracias a aquellas personas, pero no quería ser aún más molesto despertándolos de nuevo.
En cuanto salí del hogar de aquellas personas una sensación de escalofríos llego a mí, haciéndome sentir un frio extremo en todo el cuerpo, comencé a tener la sensación de querer acercarme de nuevo a aquella puerta que me parecía familiar, pero al mismo tiempo, mi parte consciente me decía que debía irme sin más. Sin ninguna duda quería saber que había detrás de esa puerta que llamaba tanto mi atención, y como si mis deseos fueran escuchados comencé a escuchar pasos acercándose a mí. No quería lucir muy obvio quedándome parado, esperando a que alguien bajará, asi que decidí fingir que ataba mis zapatos.
- ¿Huh? – escuche que alguien pronuncio mientras bajaba las escaleras, decidí levantar la mirada y allí se encontraba una chica, pero no era una chica cualquiera
Sin duda he visto esos ojos antes
- ¿Quién eres? – preguntó mientras se acercaba – Nunca te había visto por aquí
- Lo siento, anoche llegué aquí por casualidad y estos señores tan amables me permitieron quedarme a dormir – A medida que mis palabras avanzaban su mirada se tornaba cada vez más confusa
- ¿Señores? – preguntó con cierta ironía – Aquí no vive nadie desde hace un par de meses
- ¿Cómo perdón? – ¿de qué hablaba esta chica?, no podía estar tan mal de la cabeza
- Nadie vive aquí, hace unos meses alguien la rentaba, pero después de eso nadie ha llegado a habitarla – mientras hablaba parecía acercarse a mí, y con esa cercanía pude notar su aroma, tan dulce y penetrante, era un aroma tan seductor, pero que de cierta forma me parecía conocido. Me estaba enfocando tanto en eso que no note cuando abrió la puerta para mostrarme el interior de la casa. – Mira