Primer amor
Narra Amanda
Desde que era pequeña nunca había tenido ningún problema para relacionarme con los demás. Mi madre siempre hablaba de mi facilidad para hacer amigos o llevarme bien con otros a donde llegará o fuera. Debido al trabajo de mi padre teníamos que estar constantemente viajando, pero eso nunca fue un problema para mamá o para mí.
Papá decía que eso era lo que amaba de nosotras, nuestra facilidad para adaptarnos y aceptar las cosas con emoción, como si de una aventura se tratará y algo nuevo siempre estuviera a la espera de nuestra llegada.
La relación de mis padres siempre fue buena, ellos dos lucían como una pareja de novios en plena primavera. Mi padre era el hombre más romántico y detallista, adoraba a mi madre más de lo que si quiera yo hacía, si mi madre necesitaba algo, mi padre ahí estaría para ser su apoyo y cubrir cualquier deseo y necesidad.
A medida que yo creía, mi admiración hacia su relación aumentaba. Creo que esa es la principal razón de porque hasta terminada mi adolescencia yo no había tenido ninguna pareja. Mis estándares eran altos, mi padre había puesto muy altas mis expectativas en el amor, lo mínimo que un hombre podía hacer por mí, era lo máximo para la mayoría de quienes conocía.
Cuando entré a la universidad sentía que mi vida no hacía más que mejorar. Conocí a dos chicas en mi grado, Vanessa y Melissa, las tres habíamos formado un grupo de amigas con intereses similares y objetivos parecidos como estudiar, graduarnos, conseguir un buen trabajo y también una buena pareja y vivir el resto de la vida de forma tranquila, pero continuando haciendo pequeñas reuniones entre nosotras para divertirnos. Aunque claro, a esa edad todo suena sencillo y los sueños parecen fáciles de alcanzar.
Mi padre finalmente había conseguido una posición fija en su empresa, por lo que ya no era necesario tener que mudarnos. Eso me permitió conocer a más personas, salir y amistarme aún más con personas de diferentes carreras. Incluso había entrado a algunos cursos para seguir aprendiendo.
Algunos compañeros en la escuela solían hablar mucho sobre mi inteligencia, yo nunca me consideré un genio, pero es cierto que nunca tuve malas notas y todo tipo de aprendizaje se me facilitaba, incluso los maestros solían ofrecerme brindar asesorías para mis compañeros, rara vez lo hice, pero todos parecían encantados cuando aceptaba hacerlo.
No puedo decir que tenía una reputación en la escuela, porque nunca me sentí “popular”, pero al menos la gente solía saber quién era y no podía sentirme más contenta al respecto.
- Ese era el trabajo del martes
- No, el profesor no dio una fecha – Vanessa y Melissa me miraron confusas - ¿O si lo hizo?
- No – reí un poco – No dio ninguna fecha, pero creo que sería mejor apurarnos, ¿no dijiste que hoy iríamos a una fiesta? – Melissa se incorporó emocionada
- Es cierto niñas, debemos ir, Scott estará ahí y de verdad quiero verlo – Vanessa y yo nos reímos
- Entonces si quieres encontrarte con él hay que apurarnos con esto
Las tres nos habíamos acostumbrado a ser responsables, estudiar mucho y dar nuestro mejor desempeño, pero de igual forma nos gustaba divertirnos, no lo hacíamos todos los días, pero cada semana alguna ofrecía algún plan, algunos más tranquilos que otros, pero juntas todo se volvía bastante divertido.
Melissa era una chica muy popular por ser bonita, muchos en la escuela decían que era casi como una muñeca de porcelana y no estaban equivocados. Su piel era perfecta, lisa, sin ninguna imperfección, además, sus rasgos eran finos y bastante femeninos, pero si me preguntarán lo más destacable siempre sería su cabello rizado y sus ojos color miel. Lo gracioso a todo esto es que ella no notaba lo hermosa que era, siempre fue muy humilde al respecto y si algún chico llegaba a interesarle, ella se hacía a la idea de que quizás sus expectativas estaban siendo muy altas. Para Vanessa y para mí, sus expectativas no podían ser más bajas. Los chicos que le atraían no eran malos prospectos, pero sin duda ella podía conseguirse un modelo o actor y a penas estaría a su altura.
Vanessa por otro lado no suele darles importancia a las parejas, al menos eso decía, pero en el tiempo que llevo con ella, ya ha salido con más chicos que los que Melissa y yo podríamos. No diría que es una chica sin expectativas o algo parecido, más bien siempre comenta lo bueno que es experimentar, no sabemos en qué sentido lo dice, pero parece que busca darle una oportunidad a cualquiera para descubrir más de ella misma y lo que de verdad le gusta en una relación.
- Solo un favor – las tres íbamos caminando, la noche había caído y el ruido de la música se escuchaba a pesar de estar a unas dos casas de distancia – Si ven a los amigos de Scott apártenlos, me gustaría poder platicar cómodamente con él
- ¿Qué tan cómodamente? – preguntó Vanessa sonriendo
- No seas tonta – Melissa se avergonzó y camino más rápido, acción que nos hizo reír a Vanessa y a mí
La fiesta sería en casa de algún chico de la universidad, ninguna lo conocía del todo, pero muchos otros nos hicieron la invitación de asistir. Al llegar, muchos se encontraban afuera platicando, fumando o tomando un poco de aire. Al entrar el ambiente era energético, algunos se encontraban bailando y muchos otros jugando retos y cosas parecidas. Todo lo que podíamos escuchar era la música, risas y charlas de alguna que otra persona