Cuéntame tu vida
Alrededor de mi cuerpo se hacía presente una extraña sensación de calma y comodidad, era como si pequeñas olas de mar se formaran y revolotearan cerca de mi cuerpo solo para mecerme y generarme una quietud que era casi palpable para mi alma.
Mi cuerpo no parecía estar presente del todo, podía sentir la calma en todo mi ser, pero era algo más profundo, casi divino, el resto de mi cuerpo nunca se había sentido tan tranquilo y ahora ni siquiera podía ser consiente de su presencia, pero mis sentidos de alguna forma se encontraban ahí. Todo mi entorno parecía encontrarse en silencio, con una gran obscuridad de por medio, no podía ver nada más allá enfrente de mis ojos, pero podía ver mi cuerpo suspendido, flotando entre la nada.
Un pequeño sonido llegó, era demasiado lejano y demasiado corto como para si quiera distinguirlo de forma rápida, el sonido volvió, como un pequeño pitido sin ningún sentido, corto, apenas lo suficientemente fuerte para escucharlo y de nuevo, aunque esta vez un poco más cerca, pero igual de corto.
Mire a mi alrededor, pero nada parecía fuera de lo normal, el entorno seguía igual, la oscuridad seguía presente y no sentía la presencia de nadie más allí. El sonido volvió, pero esta vez una pequeña luz apareció, un punto tan pequeño, pero que en medio de toda la oscuridad destacaba sin importar nada. De forma involuntaria comencé a acercarme a él, primero de forma lenta, pero con pequeños sonidos revoloteando con mayor intensidad a cada segundo, después aquel punto destellante pareció aumentar su tamaño de forma incontrolada, como un agujero que se estaba tragando toda la oscuridad y junto con ella me jalará a mí. Por más que quisiera evitarlo era imposible detener no irme de aquella calma y plenitud.
Aquel sonido seguía presente, sonando con regularidad, pero otros sonidos también comenzaron a aparecer, aunque no podía identificarlos con exactitud, de lo que estaba seguro de escuchar era mi respiración, pausada y un poco más corta de lo normal, como si me costará trabajo ingresar aire en mi cuerpo.
Una luz se hizo presente en mis parpados, aun no tenía la fuerza suficiente para abrir los ojos, pero sabía que ya no me encontraba en aquella inmensa oscuridad. Por el contrario, parecía que ahora me encontraba en un espacio iluminado, luz blanca y penetrante me hacía doler, pero a pesar de eso quería saber en dónde me encontraba, quería ver el lugar a donde aquel punto de luz me trajo.
Poco a poco la consciencia a mi cuerpo volvió, comencé a sentir frio y sentí la fuerza suficiente para moverme un poco, aunque solo fueron los dedos de mi mano. Un dolor punzante y agudo se hizo presente también, aunque no podía distinguir del todo de dónde provenía. Espere un poco, en reposo, tranquilo, juntando las fuerzas necesarias para abrir los ojos. Lo primero que vi fue un techo blanco sobre mi rostro, era tan resplandeciente que casi era cegador, a mi alrededor parecían haber máquinas funcionando, entendí que de allí provenían algunos sonidos de los que era consciente que existían.
Nunca había mirado algo parecido, mi mente ahora mismo se encontraba en blanco y una sensación de temor recorrió mi cuerpo enseguida. No podía recordar más allá de mi suspensión en aquel espacio oscuro, pero nada a mi alrededor parecía lucir a lo que era mi vida, asi que no entendía nada de lo que estaba pasando.
Mis ojos siguieron registrando la habitación en la que me hallaba y pude ver a alguien, el cabello de alguien mejor dicho, un cabello oscuro, largo y un poco desordenado, aquello que considere sería una persona, parecía estar sentada sobre alguna superficie.
- ... – intenté hablar, pero ningún sonido fue capaz de emitirse a través de mi garganta, sin embargo, eso pareció llamar un poco la atención de aquella persona, que cuando se giró por fin pude identificarla.
Amanda estaba sentada en lo que parecía ser una especie de escritorio, pero por alguna razón lucia demasiado diferente a como la recuerdo, parecía triste y su expresión solo me hablaba de sorpresa, como si no se creyera que estaba viéndome allí. Además de eso, en su cara podías notar rastros de cansancio, lucía muchísimo más delgada e incluso descuidada, como si llevará días sin hacerse cargo de ella misma.
De forma lenta se levantó, manteniendo sus ojos bien abiertos hacía mí, y de forma natural comenzó a acercarse a mí hasta quedar de pie a la orilla de donde yo estaba acostado.
- Yo... solo necesitaba tenerte aquí, conmigo - le escuche decir, parecía estar a punto de llorar – Yo no.… no podía dejar que terminará así... - termino de pronunciar antes de acercarse por completo a mí
De alguna forma seguía sin poder mi cuerpo del todo, se sentía adolorido y cansado, incluso dormido, como si hubiera pasado mucho tiempo desde que estoy acostado aquí. Sentí a Amanda rodearme con sus brazos de forma superficial, colocando su cabeza sobre mis hombros. Debido a su respiración pude notar que estaba llorando en silencio, su cuerpo entero se movía, podía sentir su respiración agitada y cierta humedad formándose en la ropa que llevaba puesta.
Al principio sentí un poco de pena por ella, quizás la situación en la que nos encontrábamos era lo suficientemente fuerte para ella, pero después de un par de segundos una sensación de escalofríos me recorrió el cuerpo y la incertidumbre comenzó a adueñarse de mí. Las dudas crecían en mi cabeza de forma rápida y sin control
¿Dónde estoy?, ¿por qué Amanda está llorando?, ¿por qué no puedo moverme?, ¿por qué no recuerdo nada?, estoy seguro de que nunca había estado aquí, ¿qué es este lugar?, ¿por qué Amanda luce así?, ¿por qué estoy con Amanda?, ¿qué paso con aquella oscuridad alrededor de mí?