Memoria rota

Capítulo 2

Me levanté con el sol en mi rostro, a parte de derretir mi cornea, alumbrando la emoción que traía por dentro. Hoy tengo como meta salir exitosa en mi prueba para la universidad. Fui a lavar mis dientes, luego me dirigí al comedor y al acabar corrí a alistarme para salir a mi colegio. Allí usaré la computadora de la biblioteca para hacer mi examen. Me vestí muy rápido, esquivé a Karen, también a mis hermanas y salí corriendo de casa a la escuela. Entré a mi aula, donde me encontré con Raily e hice mi ultimo examen de física. Como loca realicé los ejercicios súper veloz, lo entregué a mi profesora y fui directo a la biblioteca. La profesora creería que estaba loca o que tenía prisa para usa el baño. La verdad es que si tenía prisa, pero para otra cosa. Entré y pedí a la bibliotecaria permiso para usar una computadora, ella me la cedió y me senté a realizar mi prueba. Fue muy fácil, sólo era ingresar mis datos, carrera a estudiar y responder una preguntas que, en mi parecer, no estaban del otro mundo. Ya mis calificaciones habían sido dada por la dirección, así que todo está listo. Ahora sólo me queda esperar. Qué nervios! *** Después de la última campana salí directo a trabajar. Sabía que iba tarde, así que me puse a trotar. Le di un empujón a la puerta, me encogí en mí misma al pasar junto a mis compañeros. —no te escondas –la chica de la caja me reprime –Llegas tarde. —lo siento. Ahora regreso –Le di nitro a mi paso con la mirada gacha, lo cual fue mala idea. Choqué con una persona que retrocedía con un café en mano. —¡Diablos, arde! –exclamé sacudiendo el café hirviendo de mi camisa. —Rayos. Lo siento mucho. En serio, no me fijé. –se disculpa el chico del café. O al menos lo intenta. Su disculpa no parecía sincera. Quería insultarle, pero me pareció difícil en el momento que nuestras miradas se encuentran. Oh, diablos. —está bien, no te preocupes –Digo finalmente, mientras que sus ojos ámbar buscaban algo en los míos Me sentí muy intimidada por cómo me miraba, así que corté el contacto visual, me encogí en mí misma, y me escabullí como pude a mi puesto de trabajo. Él por otro lado me seguía con la mirada. Lo sé porque sentía cómo sus pupilas quemaban mi espalda. Fui a cambiarme para comenzar a tomar ordenes, me acerco al mostrador y, al fijarme en las mesas, el chico estaba sentado en una cerca de la puerta, mirándome fijamente. Sudé frío, pero sólo lo ignoré fingiendo que no noté su intimidante mirada. ¿Qué diablos le pasa? —hola, linda. Brinqué para mis adentros. —¿Estás bien? –pregunta lizy acercándose a mí. —si, claro. ¿Por qué no lo estaría? –respondí con las manos temblorosas, mientras servía café en varios vasos. —bien. Eh... ¿Viste cómo ese chico te está mirando? Levanto mi mirada hacia él. Está sentado y sí, está mirándome de soslayo tras su vaso. Rápidamente bajé mi rostro ardiendo —no me había fijado –titubeo encogiéndome de hombros. Levanté mi bandeja con los vasos de café y algunos postres. —es muy lindo, ¿no? Justo ahí mi corazón brincó, perdí la movilidad de mis manos y se me calló la bandeja derramando todo lo que había en ella. ¡Trágame tierra y escúpeme en china! —deja de bromear conmigo, Liz –me arrodillé para recoger los vasos y limpiar el suelo. Tomo uno de los vasos, y a la par una gigantesca mano lo toma primero y al mismo tiempo roza mis dedos. Inmediatamente la aparto como si su contacto me hubiese electrocutado. ¿Qué me está pasando? —déjame ayudarte. Él... Él está hablándome gentilmente. Su voz es muy atractiva, con un rostro tierno que acaloró mis mejillas en segundos, mis ojos se encontraron con los suyos de repente, y ni siquiera me da tiempo desviar la mirada. Me paralicé allí. De repente, un disparo de imágenes se remolinearon en mi mente, provocando que mi cabeza comenzara a doler mucho. Me quejé muy audible. Fue muy extraño, ocurrió tan rápido que ni pude analizar las imágenes. —¿estás bien? –el chico sostiene mi mano y me ayuda a levantarme. —si, estoy bien. El dolor fue disminuyendo y aumentando. —Eh... Muchas gracias –tan pronto como dije eso, le arrebato el vaso y me fui a la cocina; muy avergonzada y confundida. Primera vez, desde que recuerdo, que esto me pasa. Pero, ¿porqué ahora? —¿qué sucedió? –Liz me sigue al verme colorada e intranquila. —no lo sé. Sentí mi cabeza explotar en dolor –me quejé un poco llevando mis manos a mis sienes, dando suaves masajes. —¿quieres descansar? –ofrece acariciando mi espalda. —No. Estoy bien, liz. Gracias. —de acuerdo. Ve a llevar los pedidos. —claro. Ignoré lo ocurrido y seguí trabajando. *** Pasaron unas dos horas, las conté, y el chico aún estaba en la cafetería. Pero había dejado de mirarme y comenzó a leer un libro de medicina. Luego de un rato se levantó para irse del lugar, mientras yo lo observaba de soslayo. Él volteó a verme y se despidió de mí con su mano y una sonrisa. Yo, atontada, le correspondí con el mismo gesto y volví a lo que hacia. Mis mejillas están ardiendo. —¡te atrapé! –lizy me sobresalta por tal susto. —maldición, liz –suspiro con pena –¿qué te pasa? Y ¿de qué hablas? –desvíe mi mirada haciéndome la desentendida. Sabía perfectamente de qué se trataba. —¿como se llama? ¿Que edad tiene? ¿Es soltero? —no lo sé, no lo sé y no lo sé! ¿Eso qué importa? –le respondí en el orden en que lo preguntó —vamos, anais. Debes vivir tu bella juventud! –gesticula con sus brazos –Aprovecha lo hermosa que eres y sal con chicos. —no tengo tiempo para eso, liz. Además, no sé ni siquiera su nombre y tal vez no lo vuelva a ver. _que poca esperanzada eres, niña –me mira con aparente decepción. Da la vuelta y se retira, restándole importancia al asunto. *** Estaba en mi último día de clases, era viernes y como todo fin de semana, las chicas planeaban sus paseos al centro comercial con los chicos y además era fin de curso. Estábamos por graduarnos. Yo sólo me dedicaba a estar pendiente de los resultados de mi prueba. Sólo eso me importaba. Apenas sonó el timbre me dirigí velozmente a la biblioteca. Estoy segura de que fui la primera en salir. Llegué sentándome en la computadora, casi me caigo de la lanzada que me eché, entré en la página y al abrir los resultados... Me destrocé con lo que vi. "Le agradecemos su participación en las pruebas de ingreso, y su interés en la UNY. Por el momento lamentamos informarle que no tenemos suficientes cupos para darle uno. Le deseamos el mejor de los deseos. ¡Buena suerte para la próxima!" Yo... No sé cómo pasó... ¿Qué estuvo mal? ¿Mis calificaciones no eran suficientes? No pude evitar soltar las primeras lágrimas cuando leí eso, junto con ella una cascada de dolor. Luego de un momento tortuoso, llegó el turno de ir al trabajo. No estaba para sonreír a clientes como idiota con lo ánimos así, pero debo cumplir con mi horario. Raily no salió conmigo. Después de la próxima clase, se adelantó a salir antes que yo. Supongo que sabe la causa de mi mal y no quiere incomodarme. Después de todo ella sabe que fui a ver mis resultados y se extrañó que no llegué al aula de buenas. Si, eso fue. Pero aún así necesito de alguien, y no sé que hacer. Salí del instituto para dirigirme a mi lugar de trabajo. Subí una calle con los ánimos por los suelos, casi no había gente, y la que había no se percataba de mi aura perdida. Algo que me resultó extraño fue una horrible sensación... Alguien me está siguiendo. Hace ya cinco minutos que salí del instituto y una persona tras de mí caminaba las mismas calles que yo. Jamás dio la vuelta o cruzó. Y lo que parece más extraños aún es que me estaba mirando directo a mí. Giré mi cuello para verle. Es un chico de chaqueta negra, jeans claros, botas marrones, un gorro negro y gafas de sol del mismo color... Me asusté. Es decir, porqué me sigue? Intenté evadirlo tomando un atajo, pero también lo tomó. Eso si me alarmó. Apresuré mi paso lo más que pude, tratando de perderle, pero de repente comenzó a trotar a mí con desespero. Comencé a correr mas fuerte. Debía perderle. Debía deshacerme de él como sea. Cuando pensé que no sería peor, choqué con otro cuerpo, igualmente vestido. —oye –susurró tomando levemente mi hombro –¿a dónde vas con prisa? Mi corazón latía tan fuerte que, a causa de los brincos de mi garganta, me impedía hablar. —hazlo rápido y ya –habló el que me seguía con susurro. No tenía ni idea a lo que se referían. —p..por favor... No me hagan nada. Soy estudiante –dije en vano. Se rieron levemente ante mi nerviosismo. Estaba vestida de miedo completamente. No me dio tiempo para pensar en correr, el de atrás me cargó como cual saco de papas, mientras que el otro me tapaba la boca amortiguando mis gritos. A ésta hora no se ve nadie vagando por estas calles. Yo soy la única estúpida que camina por aquí. Rápidamente me ocultaron tras un callejón sin salida, me apresaron entre una pared y una perturbadora barrera con sus cuerpos. No sabía qué harían conmigo, pero me lo imaginé cuando me lanzaron en el suelo y uno de ellos se posó encima mío. Intenté zafarme, pero el mas grandote apretó mis muñecas, alzando mis brazos a la altura de mi cabeza. Mi ritmo cardíaco aumentó más de lo que sabía que podía. El otro bajó la cremallera de su pantalón y comenzó a meter sus manos bajo mi falda, lo cual me llenó de muchos sentimiento para nada buenos. Volví a gritar, pero el que me sostenía se las ingeniaba para sujetarme y callarme a la vez. El momento en el que bajaron mis shorts, que suelo usar bajo la falda, junto con mis bragas... Ese momento fue, a parte de aterrador, muy extraño. Nuevamente, aquellas imágenes pasaron por mi cabeza como en una película, algo que me golpeó repentinamente haciéndome doler la cabeza. Gemí en un horrendo sollozo cuando me sentí profanada por aquel sujeto. Fue el sentimiento más vergonzoso y desastroso que pude haber experimentado en toda mi miserable vida... Me acaban de violar. Me violaron sin ninguna razón. Para cuando ya estaba libre mi cuerpo se sintió cansado. Cansado se luchar. Me quedé allí pasmada, shokeada, estupefacta con lo ocurrido. —demonios, era virgen –comentó volviéndose a subir la cremallera –le cobraremos más a la imbécil esa. Ahora mírame y escucha –apretó mi rostro entre su mano, obligándome verle –ni se te ocurra hablar de nosotros a la policía. ¿Quieres desquitarte con alguien? Hazlo con Raily Evans. Abrí mis ojos cuando oí su nombre. —ella te odia más de lo que crees, ella fue quien distorsionó tu examen así que denúciala a ella y a nosotros déjanos en paz. –palmeó mi mejilla dos veces antes de irse con su amigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.