Memoria rota

Capitulo 3

Amigas. Y pensar que éramos amigas. ¡Acaba de sabotear mi oportunidad más grande en la vida y me entregó a dos tipos! Ahora entiendo porqué tan callada y distante. Mi amiga me traicionó. ¿¡Qué rayos!?

 Seguía en shok, pensando una y otra vez en la mente tan malvada y perversa de Raily. Sinceramente aún sigo sin poder creerlo. ¿En serio Raily fue tan capás de hacerme esto? Siento como el pecho me arde de la rabia e impotencia que desborda mi ser. No dejaba de soltar violentas lágrimas ante tantos sentimientos ligados.

 Tomé aire como pude y me levanté con dificultad. Estaba muy dolorida en mi intimidad, y caminar se me hacía un problema. Saqué mi celular con las manos temblorosas, y como mis nervios me permitían tecleo un mensaje a lizy avisándole que no trabajaría hoy. Luego marqué al número de emergencias desesperadamente.

—911. En que puedo ayudarles?

 Pero me di cuanta de la estupidez que estaba haciendo.

—¿Hola? Está.. –colgué antes de que terminase su frase.

 No puedo hablarle a la policía. Soy menor de edad aún, querrán informar a mis padres, y la única madre que tengo me matará si se entera que tuve contacto con la policía. Y si la policía descubría el delito de esa mujer... No puedo llamar a la policía. No puedo dejar que por mi culpa las demás chicas queden en la calle, incluyéndome.

 Decidí regresar a casa como lo más pronto posible. Llamé un taxi y le indiqué a éste que me dejara en el refugio.

 En el camino mi teléfono sonó indicando una llamada. Es lizy.

—hola.

—cariño, recibí tu mensaje. ¿Qué ocurrió?

—lo siento, lizy. No podré ir. Me siento muy mal –no pude evitar sollozar mientras le hablaba.

—Que sucede linda? Te pasó algo?

 Apreté mis labios conteniendo un suspiro.

—estoy bien, lizy. Iré a casa y tal vez mañana hablemos. –limpié cualquier rastro de lágrimas en mi rastro. Llegué a mi destino.

—está bien, pequeña. Te quiero.

—también yo –colgué antes de pagar y salir del auto.

—todo bien, señorita? –pregunta el chofer con amabilidad.

—si, gracias —forcé una sonrisa para después caminar la senda hacia el refugio.

 Crucé la puerta hecha una pila de mierda. Demacrada, llorosa y cansada. Y qué creen.  Ni a mis hermanas les importó. Ellas disfrutan verme así, no puedo hacer nada para que me tengan pena. Iba a entrar a mi habitación, pero Karen me detuvo a jalones.

—¿dónde estabas, inútil? –endureció su semblante como ya acostumbro a ver –se supone que deberías estar trabajando.

 Abrí mi boca en un intento de defenderme.

—¿sabes qué? No me importa. ve a tu habitación y enciérrate. Hoy no cenas.

 Obedeciendo su orden, me giré hasta entrar por fin a mi habitación y cerré con fuerza la puerta.

 Era la única manera de desahogarme. El dolor que sentía por dentro no se podía explicar. Decepción tras decepción. Me llené de tanto deseo a morir que me tumbé en mi cama para gritar, amortiguando los gritos con mi almohada, sacando toda rabia. Me sentía la chica mas odiada por el universo. De verdad quería morir... Y lo haría ahora.

 

¿El destino quiere matarme lenta y tortuosamente? Pues le haré el favor matándome ya mismo...

 ¿Pero cómo? ¿Como me deshago de éste dolor sin que me duela?

 Desesperada corrí a baño y vi la bañera. Pensé en meterme y quedarme allí hasta dejar de respirar. Sin pensarlo dos veces lo hice. Llené la bañera hasta el tope. No veía nada, solo mi dolor y rabia. Sin quitarme nada me introduje en la bañera y con un respiro me sumergí hasta la cabeza. Mi vida se acabó. No conseguí alcanzar mi sueño de tener una nueva y mejor vida. No tengo la necesidad de vivir. Sin recuerdos de una familia, ¿para qué lo haría?

 Pero... ¿De qué vale no seguir luchando por una?..

 No. Me rehusó a rendirme.

Abriendo mis ojos de golpe, salí de allí tomando un buen bocado de aire. Tragué un poco de agua, pero pude soportarlo.

Así está mejor, Anaís.

***

 El sonido de mi teléfono, avisando un mensaje, me sobresalta de tal manera que mi ritmo cardiaco aumentó del susto. Suspiré pasando susto. Es lizy preguntando mi estado. Son las diez de la mañana, es sábado y no me toca trabajar. Es mi único día libre y lo uso mas que todo para hacer quehaceres en el refugio, o estudiar.

 Normalmente me levanto a las siete, pero no pude pegar ojo en toda la noche a causa de aquel suceso. De solo recordar me llena de ira y tristeza a la vez. Pensé en mi lugar si debería decirle a lizy todo, pero luego dudé. ¿Qué pensará lizy cuando le diga que me rechazaron en la universidad, me violaron e intenté suicidarme? No me dará un premio. Es obvio que se preocupará, pero es mejor que decirle a Karen.

 Decidida a hablar con lizy sobre lo ocurrido el día anterior, me duché rápidamente y vestí con unos pantalones de jeans claros y una camisa casual. Nada fuera de lo acostumbrado. Tomé mi teléfono y dinero para salir a la casa de lizy. Me escabullí como pude del refugio y salí rápidamente en busca de un taxi, que en media hora me dejó en casa de lizy.




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