Memoria rota

Capítulo 6

Llegué a mi trabajo. Molesta, con la mente en blanco, llevaba una cara de pocos amigos, estaba asustada y triste a la vez. Traía un mar de emociones dentro de mí que no tenía idea de qué hacer.

 Apenas me topé con lizy me dirigí a ellas con intenciones de llevarla lejos.

 —hola, Ana.. Oye!

 La halé del brazo y la arrastré al baño.

 —espera. ¿Qué te pasa, niña?

 —liz, ayúdame. Por favor. –le supliqué al borde del llanto.

 —¿qué sucede? –mostró confusión y desconcierto. Luego sus ojos tomaron otro color más oscuro. –¿Ahora qué hizo esa mujer?

 —no es ella, liz. Soy yo –sollocé desesperada –. Lizy, por favor, ayúdame.

 —pero dime, cariño. ¿Qué te pasa?

 Respiré profundo antes de soltar la bomba.

 —estoy... Estoy embarazada.

Nada. No hubo reacción. La dejé en completo shock con mi confesión. Su semblante de repente cambió a uno asustado y sorprendido a la vez.

 —¿de qué hablas, anais? ¿Cómo que embarazada?

 —si. Fíjate que si lo estoy. Estoy embarazada de un violador. –volví a derramar más lágrimas, a sumergirme en alteración y desespero.

 —está bien, linda. Ya está. Todo va estar bien, ¿de acuerdo?. –me abraza acariciando mi cabello.

 Asentí sonriéndome más tranquila esta vez.

 —dime algo –sujeta ambas manos y las aprieta entre sus dedos –¿tu madre lo sabe?

 —no. –negué frenéticamente. –Si apenas me enteré ésta mañana. Iba al médico y ella me retuvo.

 —¿y cómo te enteraste?

 —una test de embarazo.

 —¿dónde esta?

 —lo olvidé en casa. Lo escondí en un cajón y olvidé buscarla.

 —¿y si ella lo encuentra?

 —ella no lo hará, y si pasa de seguro moriré. –suspiré descargando rabia.

 —Dios, Anaís –me besa la frente con ternura –. vámos, linda. Al terminar resolveremos esto. Te llevaré al médico si quieres.

 —No quiero más problemas con esa mujer por llegar tarde al refugio, lizy. Estoy bien.

 —bueno, amor. Avísame si necesitas algo. –me acaricia el estómago antes de irse a su lugar.

 Dejé las lágrimas de lado y me fui a cambiar.

 Aguanté todo los malestares como pude y trabajé todo mi turno. Unas cuantas nauseas se acercaban, pero las supe manejar. Lizy me estuvo vigilando toda la tarde. Me puso alguno de los trabajos más simples para que mis malestares no se notaran en el café.

 Hubo más de una mujer mayor que me quedaba viendo, sonreía y soltaba –:¿estás embarazada? –a lo que yo contestaba con un asentimiento.

 Terminé mi turno al fin. Traía demasiado cansancio y mis pies me mataban.

 —¿segura que estás bien, cielo?

 —muy segura. –sonreí con tranquilidad. –gracias, liz. Adiós.

 Cambié mi vestimenta, tomé mis cosas y me salí a casa. Hice el mismo recorrido de autobús y caminata hasta llegar a mi destino. Aminoro la marcha cuando veo que en la entrada, con una cara seria, me esperaba Karen.

 —Anaís.

 Mi corazón brincó ante la voz tranquila y ronca de Karen.

 —¿s..si? –mordí mi labio controlando el titubeo que provocaba los latidos de mi corazón.

 Al instante Karen levanta una ceja, pero con una sonrisa bastante sospechosa. No tengo miedo... Sólo no quiero que mi bebé pague por lo que me pase. Si ella quiere pagarla con alguien que sea conmigo, pero a mi bebé no puede lastimarlo. No dejaré que lo lastime.

 —hablemos, Anaís. –acomodó su postura de pie y ensanchó mas su malévola sonrisa. –así que... Tendré un nieto.

 —¿cómo te enteraste, Karen? –me mantuve seria,

 —solo lo oí. –se encogió de hombros. Bufé incrédula de la situación, es mas que obvio que alguien se lo dijo. –no tienes porqué temer, Anaís. –volvió a sonreí. –solo quiero que me digas si el padre es de buenos recursos.

—¿eso es lo único que te importa, cierto? El dinero.

—si el padre no posee bienes, entonces ¿cómo piensas que mantendrás a ese bebé? –siguió con la misma sonrisa.

—pues no. No posee bienes, no tiene dinero. Fui violada, el padre de mi hijo es un violador. ¿Contenta?

 Allí fue cuando su sonrisa se volvió mueca. Pestañeó tres veces y torció la mandíbula.

—¿estás diciendo que te metiste con un delincuente y ahora pretendes que te mantenga a ti y a tu mugriento hijo?

—¿qué? ¿Es que acaso no oiste? Él me violó. ¡Y no pretendo que me mantengas tu! Mi sueldo es mas que suficiente para mantenerme a mí y a mi hijo.

—¡tu sueldo pasa al refugio, niña! Es mío. –me saca en cara ese hecho. –¡Es más, si quieres mantener a tu hijo con mí sueldo entonces gánate ese derecho! –sin previo aviso me apretó el brazo con sus uñas y me haló dentro de la casa.

—¡tengo el derecho! Es mi dinero, yo lo gano trabajando.




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