Querido diario,
Hoy vuelvo a sentir un poco de la vida. Mi tentación por un cigarrillo aumenta, pero regreso al pasado y recuerdo cuando mi vida, por carecer de sentido, me llevaba a hacer cosas sin sentido, como fumar y entrar en una etapa de la que no me siento orgulloso. Los recuerdos del tiempo pasado llegan con más claridad. Antes, quería llamar la atención para poder hablar de lo que sentía, pero ahora solo sé reprimir mis emociones para no ser una carga. No sé si debería estar aquí o si merezco esta vida.
Desde pequeño pensé mucho en el porqué de las cosas, en el porqué de los sentimientos y emociones. A pesar de estudiar el comportamiento humano, sigo sin entender el comportamiento erróneo de mi propia persona. No comprendo por qué dejo que mis emociones me controlen cuando debería ser al revés: yo debería controlar todo lo razonable e irrazonable de mi vida.
Crecí sin amor, pero eso no evitó que mi niño interior quisiera hacer las cosas bien. Siempre intenté tratar con amor a quienes no lo merecen y a quienes carecen de él, aunque en el fondo yo mismo lo necesite. Justo ahora entiendo por qué tengo tantas ganas de llorar, por qué las estadísticas no mienten y saben cómo estoy. Comprendo por qué odio vivir.
A veces entiendo por qué me aferro tanto al pasado: porque mi dolor viene de ahí, de la falta de un “te quiero” de ellos. No lo suelto por más que lo desee. Lo dije cuando era adolescente y lo grito ahora: malditos hipócritas todos, maldito hipócrita yo por ser igual al resto y por ser el precursor del daño que hay en mi alma.
El sentimiento de culpa regresa, igual que cuando tenía diez años y pensaba que los problemas de casa eran mi culpa, que no aprendía porque nadie me guiaba hacia donde debía ir. Hoy he crecido con todo lo malo de cuando era pequeño, pero también con todos los sueños que tenía en esos tiempos. A veces quiero que mi corazón deje de latir, que mi sangre deje de correr por mis venas, y que, en el último momento, toda mi vida pase frente a mis ojos.
Quiero recordar los momentos en los que todos éramos niños queriendo ser adultos, y ahora que somos adultos, solo queremos regresar a cuando éramos niños. Quiero volver a reunirnos, a bañarnos en las presas que construíamos con nuestras propias manos, a las tardes donde jugábamos béisbol o fútbol. Te lo digo en serio: quiero regresar a esos tiempos.
Querido diario, hoy es otro de esos días en los que me despierto con mucho de nada, con poco de la vida. Como lo dije en mis escritos anteriores, con mucho de nada y sin ganas de seguir. Siempre querré regresar a cuando no tenía problemas, a cuando las responsabilidades no eran un dolor de cabeza. ¿Sabes qué? Hoy tomaré mi máquina del tiempo y volveré a ese lugar.
Querido diario, hoy volveré a mi infancia y traeré historias de entonces.
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Editado: 25.04.2025