Querida mamá:
Mírame aquí… sigo sin saber qué significa estar vivo. A veces siento que me derrumbo al no encontrar esa vida perfecta que siempre quise. Y perdón, mamá… perdón por no ser el hijo que siempre soñaste.
Pero, por favor, no olvides por qué sigo aquí: estoy aquí por ti, y por nadie más. No estoy vivo por mí, no… sigo aquí porque tú siempre fuiste el pilar que nunca se cayó, ni siquiera en los momentos más difíciles. Siempre estuviste ahí, sin importar las circunstancias.
Perdón por las veces en que creí que no me querías. Perdón por culparte de cómo me sentía, por pensar que no me amabas, cuando en realidad lo diste todo por mí.
Perdón por hacerte llorar con mis errores, por haber sido un desastre, por no ser perfecto.
Te quiero, mamá. Y te agradezco por ser esa voz que me guía por caminos que todavía no comprendo del todo.
Gracias por corregirme cuando me equivoqué, porque aunque a veces no me gustaba, hoy sé que lo hacías por amor.
No puedo seguir tranquilo si no estoy bien contigo, porque sé que tanto tú como yo cometimos errores como todo ser humano, pero tú siempre fuiste la persona fuerte, la que jamás dejó de luchar.
Gracias por ser madre y padre a la vez. Por enseñarme que no siempre es necesario tener todo, porque tú sola fuiste más que suficiente.
Gracias por ponernos siempre primero, incluso cuando eso significaba dejarte a ti de lado.
A veces no estoy orgulloso del camino que llevo, pero cuando pienso en ti, recuerdo por qué me esfuerzo y quién es mi mayor motivación.
Mamá, de corazón deseo que me acompañes toda una vida.
Quiero que, cuando llegue ese día en que logre todo lo que sueño, estés ahí para que te pueda decir:
“Mira, mamá, lo logré.”
Ojalá estés conmigo muchos años más. Quiero que, cuando yo por fin alcance el éxito, tú puedas descansar.
Porque después de tanto luchar por mí, quiero devolvértelo todo.
Y ese día, mamá, te compraré esa casa que tanto soñamos cuando no teníamos nada.
Y aunque todavía estamos luchando, yo seré quien te diga:
“Ya basta, mamá. Ahora te toca descansar.”
Te quiero mucho, mamá.
Espero que estés a mi lado cuando sienta que no puedo más, para que me des la fuerza de siempre y juntos podamos gritarle a la vida:
“¡Ya basta de sufrimiento! ¡Ahora nos toca a nosotros!”
Gracias por cada gesto de cariño, por cada “te quiero”, por cada abrazo.
Y perdón… perdón por no haber sido el hijo perfecto.
Te amo.
Y deseo que me acompañes toda una eternidad.
#3209 en Otros
#846 en Relatos cortos
#351 en Aventura
aventura humor, aventura giros inesperados, aventura humor amistad viajes drama
Editado: 25.04.2025