Memorias de Antaño

Un momento fortuito.

Preguntándome cómo causar un momento fortuito, y por eso es que casi siempre estoy al pendiente de cada paso que das. Una catapulta de hormonas es lo que provocas en mí; me vuelves loco en la entrepierna. La verdad es que, a veces, deseo tener la oportunidad de quedarme a solas contigo... sí, a solas, donde lo único que sobre, además de tú y yo, sea una cama donde puedas reposar tu cuerpo y yo admirar toda tu piel.

Tus ojos... tan inexplicables. Son los causantes de estas tentaciones. Y es que, en verdad, no lo sé. No comprendo por qué tus ojos llegan a ser tan exquisitos. No entiendo cómo me llevan al éxtasis, literalmente me hacen volar. Hay una profundidad inmensa en ellos, no puedo ver más allá de la oscuridad de tus ojos bellos. No tengo cielo ni infierno, porque tú ya los llevas en la mirada. Para mí ya no existen días buenos ni felicidad, porque si necesito sentirme vivo, solo debo mirarte fijamente a los ojos y dejarme llevar hacia la muerte perfecta.

Y es que juro que, a tu lado, no se puede hablar… porque sos la tentación hecha mujer. Tus labios, por Dios, tus labios carnosos me hacen suspirar. Son tan perfectos que los quiero probar a cada momento. Cualquier persona mataría por un beso tuyo. Bésame nuevamente, desata los cordones de mis zapatos con un roce de tus labios brillantes. Haz que caigan frutas frescas del cielo al juntar tu boca con la mía. Déjame morderte y así nombrar ese día como el día en que besé a un ángel.

No puedo controlar el deseo al ver tus pechos sobresalir de esa camisa ajustada. Y es que, ¡fuck!, por Dios, cómo me gustaría poder tocarlos, manosearte y volverme loco, una vez y otra vez. Déjame besarte, luego bajar suavemente por tu cuello y tener en mi boca tus pezones. Dime qué tengo que hacer para estar sobre tu piel. Dímelo, ¿cómo hago para que tus pechos rocen todo mi ser? Admito que a veces te imagino en mi cuarto, quitándote la camisa suavemente, con movimientos sensuales, como si fueras una serpiente.

¿Y dónde dejo el hecho de que tus piernas me hacen perder la cordura? Causan un cosquilleo intenso en mi entrepierna. Me dan ganas de tenerte acostada, sin ropa, en la cama… y comenzar a besar tus piernas, recorrerlas con mi lengua hasta llegar a ese punto del que no se puede hablar. Pero dime, ayúdame a causar un momento fortuito, uno en el que podamos estar solos, y así poder quitarte la ropa suavemente, para besar cada rincón de tu ser. Déjame recorrer todo tu cuerpo con mi lengua, déjame ser el causante de tus gemidos de excitación. Por favor, déjame ser yo quien te toque, quien te devore como una bestia en frenesí.

Y sí, vuelvo a admitirlo: en mi cuarto te he imaginado sin ropa, realizando el acto, y luego descansando sobre tus pechos suaves como tus labios.

No sé por qué me haces tambalear. Nunca creí que alguien como tú pudiera provocarme tanto deseo, tanto anhelo por tenerte entera. Es casi imposible creer que una chica tan sencilla pueda despertar en mí un deseo tan perverso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.