Memorias de Antaño

Fe de Errata.

Noche oscura, con el brillo casi desgastante de los faros de las calles. Las calles solitarias, solo con un par de autos pasando casi cada diez minutos. Comienzo a pensar y a procesar cada cosa que he hecho: los errores cometidos y los logros ya cumplidos.

Entonces reconozco ser un tipo muy complejo, que por tosco ha provocado casi todos los problemas de su vida. Ya casi no salgo de mi cuarto, prefiero estar encerrado que estar en una discoteca bailando una salsa y haciendo el tonto. Es tonto solo pensar que soy tan complejo si ni siquiera me drogo, y muchos aún así dicen que estoy loco.

Concuerdo con mi desacuerdo al decir que no siempre estoy cuerdo. Elevo mi mirada al cielo para tener pensamientos más profundos, y cada que tengo oportunidad sumerjo mi cabeza en lo más hondo de las aguas cristalinas de este mundo.

Soy un saperosco de emociones manipuladas por mi inconsciente, el cual me lleva a hacer cosas incluso estando consciente de lo que implica ser una buena persona. Cada día me siento más perdido, como si la luz me golpeara fuerte y me dejara fundido. Me siento aturdido por la situación que sigue acumulándose en mi vida.

No convivo mucho con mi entorno. Mi mayor miedo es que me golpeen y me hagan perderlo todo. No me comporto bien en situaciones donde debería sacar mis verdades al aire. Estoy en desacuerdo con mi entorno. Actualmente lloro poco y, como muchos, soy adicto al porno.

Estoy de acuerdo en que no estoy estrictamente estable. Soy muy inestable porque mis emociones son un desorden de una magnitud muy grande. Es más fácil detener una guerra civil, desactivar una bomba nuclear o prevenir un desastre natural, que intentar que mis emociones vuelvan a su lugar.

Soy un tonto: amo a quien no me ama y repudio a quien sí me ama, para luego quitarme la máscara y sentir culpa por el dolor en esas caras tristes que no saben qué hicieron mal o si de verdad hicieron algo mal. A veces miento para parecer el mejor, para fingir que soy el único ser que no comete errores.

Reconozco que miento, como tú. Lo hago cuando me conviene, y todo eso mientras deseo tener un par de billetes de cien. Quiero todo, pero al mismo tiempo no quiero nada. Ella dice que me ama y yo le digo que la amo, pero ambos sabemos que aquí no pasa nada.

Que ninguno quiere realmente estar con el otro. Nos jodimos, porque ahora ninguno quiere soltar al otro. Concuerdo en que casi siempre soy incoherente, y mi incoherencia hace que los que entienden poco se representen con mis letras.

No me pesa hacerle daño a quien no lo merece, y me porto sensible con quienes merecen el maltrato y los malos ratos. A veces lloro porque no siento nada, y a veces lloro por sentirlo todo. Me río cuando no debo y me muero de la risa cuando debería llorar. Todo esto por la simple razón de que odio esta vida, pero al mismo tiempo no la puedo dejar de amar.

No soy el más fiel creyente en Dios. Soy quien más duda de la religión. Soy quien parece no tener fe para nada, y lo único que tiene es una fe errática: una fe que falla cuando no debe, que cumple su cometido en momentos débiles. No creo en la Biblia ni en metáforas. Digo: “Que se joda la fe”, pero la fe es justo lo que me falta. Dudo de la existencia de ese ser, aunque a veces puedo sentir su poder.

Soy el ser más complicado que conozco. Arranco mi corazón y te lo entrego, para ser justo y mostrarte que no estoy tan loco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.