Escritores de la libertad Nunca fue tarde para cambiar. Jamás fue tarde para perdonarme a mí mismo y perdonar a mi prójimo. Nunca es demasiado tarde para enmendar los errores del pasado, del presente y hasta los que aún no cometemos. Nunca fue tarde para comprender que la vida no es vida si no hay obstáculos en ella.
Muchas veces somos nosotros mismos quienes arruinamos nuestras vidas. Llamamos familia a quienes no lo son. A veces, nuestro único refugio son las calles, las drogas, el alcohol, las peleas... y la destrucción de nosotros mismos.
Pero quizás ese nunca fue un refugio. Tal vez existieron otras oportunidades, solo que ignoramos ese lado de la vida que nunca exploramos. ¿Por qué nunca buscamos una solución más? ¿Por qué nunca pedimos ayuda? ¿Por qué nos da tanto miedo hablar por nuestro propio bien? No sé por qué nos cuesta tanto enfrentar nuestros traumas o las emociones que enterramos tan profundo en el subconsciente.
Sí, cometí errores. Pero también fui víctima de palabras que nunca dije, de juicios injustos. Me enojé con razón, porque nadie tiene el derecho de hablar por mí. Me callé muchas veces solo para no responder con groserías. Ahora dime tú: ¿eres perfecto o perfecta? ¿Crees que pareces mejor persona por fingir serlo ante los demás? A mí me odian por mis defectos, por ser como soy. ¿Debo dejar de reír? ¿De hacer los chistes que amo? ¿Debo dejar de ser yo mismo por tu opinión?
Tú no sabes quién soy. No sabes de dónde vengo ni lo que he pasado. Y yo tampoco sé lo que tú sufriste. Por eso no me creo más que vos… pero tampoco menos. Vos sos lo que sos porque creés que es correcto. Y yo soy como soy porque creo que esto es lo correcto para mí. Acepto mis errores y aprendo de ellos. Vos, no lo sé… solo existís.
Y aunque por un momento pensé en maldecir haber compartido actividades con vos, la verdad es que disfruté los pequeños momentos con quienes sí supieron ver en mí lo que otros no vieron. No me tomo a pecho tus insultos. A veces sobrepienso, sí… pero de ahí no pasa.
¿Que si es tarde para cambiar? No lo es. Salí de una depresión sin control, de momentos críticos donde no tenía a nadie y sentía que hasta Dios me había abandonado. Pero no, no es tarde. Hoy disfruto los momentos más hermosos de mi vida. Valoro las palabras de los amigos sinceros. Escucho con atención cuando se habla de Dios.
Él dijo que hiciéramos la paz, que amáramos al prójimo como a nosotros mismos. No estoy seguro de amarte, pero si Dios no te rechaza, ¿por qué habría de hacerlo yo? Si tus palabras son bonitas para vos, déjame decirte que a veces hieren… pero no importa, ya estoy acostumbrado. Me he acostumbrado tanto a que hablen mal de mí, que prefiero callar.
Tú solo existes. Yo, en cambio, decidí aceptar a Dios en mi corazón. Acepto el cambio, acepto el duro proceso que me toca vivir. No sé si Dios está en tu corazón… lo dudo, aunque también puedo equivocarme, porque Él habita incluso en los corazones de los más perdidos.
Soy un escritor de mi libertad. De mi libertad espiritual, emocional y física. Escribo mi libertad porque sé quién soy, sé por qué lucho y hacia dónde voy. El cambio está cerca. Y si no hablo por mí, nadie lo hará. Somos escritores de la libertad todos los que buscamos la paz interna y el amor por nosotros mismos.
#5317 en Otros
#1437 en Relatos cortos
#728 en Aventura
aventura humor, aventura giros inesperados, aventura humor amistad viajes drama
Editado: 24.10.2025