Memorias de Antaño

Amigos que no son amigos.

En la soledad de la ciudad me he puesto a pensar en aquellos que alguna vez fueron mis amigos y que hoy ya no están. Recuerdo los buenos momentos, las salidas en grupo, las risas que nunca faltaron. También las ocasiones en que los escuché llorar por sus problemas, y otras en que ellos me escucharon a mí.

Ahora me pregunto: ¿fui realmente un buen amigo, o simplemente se alejaron de mí sin razón? ¿O fue la vida la que apartó a quienes yo consideraba hermanos? Nunca entendí por qué siempre era el último al que llamaban para los planes. Nunca entendí por qué siempre me decían que no justo cuando más necesitaba salir, hablar y desahogarme… y luego los veía en la calle, disfrutando con otros, mientras yo me quedaba encerrado hundiéndome en mi propio agujero.

Me dijiste que yo era de los mejores amigos que podías tener, y al mismo tiempo esas palabras eran una lanza que me clavabas en la espalda. Diez años considerando amigos a casi todos, para darme cuenta de que solo unos pocos valen la pena, mientras que otros resultaron ser más traicioneros que Judas. Y ojo: Judas vendió a Dios, ustedes me traicionaron por nada, solo por encajar con gente más rata que ustedes mismos.

Alguna vez los llamé hermanos y hermanas, y hoy solo son recuerdos de unos estúpidos que pensaron que podían derribarme. Sí, no soy un guerrero, pero soy mejor que ustedes. Les duele aceptar que salto más alto, que rapeo mejor, que escribo cosas que hacen que la gente se identifique. Les duele porque no son mejores que yo. Yo no oculto la mierda que soy, y esa autenticidad es lo que ustedes nunca tendrán. No necesito excusas ni caretas: si me odian o no, me da igual. Yo soy yo, y nada más importa.

Creí que valían la pena, pero la verdad es que no. Fueron pocos los que se quedaron, los que escucharon lo bueno y lo malo en mí. Y aprendí que siempre hay chance de conocer gente nueva, y poco a poco descubres quién se queda y quién se va. No necesito mentirme más: es momento de brillar, de ignorar a los falsos y de elevar el nombre de quienes sí están de verdad.

Amigos que ya no son amigos, porque se volvieron basura. O al menos esa es la percepción que tengo de ustedes. Hoy solo existen como recuerdos, no son ni serán más mis amigos. Como decía mi abuela: “mejor solo que mal acompañado”.

En la soledad de la ciudad me he puesto a pensar en aquellos que alguna vez fueron mis amigos y que hoy ya no están. Recuerdo los buenos momentos, las salidas en grupo, las risas que nunca faltaron. También las ocasiones en que los escuché llorar por sus problemas, y otras en que ellos me escucharon a mí.

Ahora me pregunto: ¿fui realmente un buen amigo, o simplemente se alejaron de mí sin razón? ¿O fue la vida la que apartó a quienes yo consideraba hermanos? Nunca entendí por qué siempre era el último al que llamaban para los planes. Nunca entendí por qué siempre me decían que no justo cuando más necesitaba salir, hablar y desahogarme… y luego los veía en la calle, disfrutando con otros, mientras yo me quedaba encerrado hundiéndome en mi propio agujero.

Me dijiste que yo era de los mejores amigos que podías tener, y al mismo tiempo esas palabras eran una lanza que me clavabas en la espalda. Diez años considerando amigos a casi todos, para darme cuenta de que solo unos pocos valen la pena, mientras que otros resultaron ser más traicioneros que Judas. Y ojo: Judas vendió a Dios, ustedes me traicionaron por nada, solo por encajar con gente más rata que ustedes mismos.

Alguna vez los llamé hermanos y hermanas, y hoy solo son recuerdos de unos estúpidos que pensaron que podían derribarme. Sí, no soy un guerrero, pero soy mejor que ustedes. Les duele aceptar que salto más alto, que rapeo mejor, que escribo cosas que hacen que la gente se identifique. Les duele porque no son mejores que yo. Yo no oculto la mierda que soy, y esa autenticidad es lo que ustedes nunca tendrán. No necesito excusas ni caretas: si me odian o no, me da igual. Yo soy yo, y nada más importa.

Creí que valían la pena, pero la verdad es que no. Fueron pocos los que se quedaron, los que escucharon lo bueno y lo malo en mí. Y aprendí que siempre hay chance de conocer gente nueva, y poco a poco descubres quién se queda y quién se va. No necesito mentirme más: es momento de brillar, de ignorar a los falsos y de elevar el nombre de quienes sí están de verdad.

Amigos que ya no son amigos, porque se volvieron basura. O al menos esa es la percepción que tengo de ustedes. Hoy solo existen como recuerdos, no son ni serán más mis amigos. Como decía mi abuela: “mejor solo que mal acompañado”.




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