Memorias de Antaño

NIGHTMARES.

Si me preguntas qué deseo, mi respuesta sería simple: verlos sufrir hasta la muerte. Y sí, este escrito no es más que otro capítulo del odio que cargo, de todo el dolor y la furia reprimida durante demasiado tiempo. Estoy bien eso digo, pero las recaídas existen, y esta vez la rabia es tan grande que no pienso contenerla. Hoy escribo con las manos ardiendo.

Dices que Dios obra en tu corazón porque cada noche ruegas por tu familia, por tu salud, por la paz del mundo. Pero dime, ¿cuántas veces pediste de verdad, con fe sincera? ¿Tienes fe en Dios, entonces por qué no haces lo correcto? Si en verdad lo llevas en tu pecho, ¿por qué eres tan egoísta, tan soberbio? ¿Por qué haces sentir mal a los demás mientras presumes de bondad? ¿Acaso es necesario alimentar esa vanidad, si todo lo que se te quitó tarde o temprano volverá a ti en la fecha que le corresponde?

Yo nunca fui lo que ustedes quisieron. Nunca lo seré. Por eso, siempre estaré bajo su crítica. No me vestí como deseaban, no escuché la música que querían, no viví la vida que planearon para mí. Les frustra que camine a mi manera. No bebo, no me drogo, detesto los vicios, pero aun así mi apariencia pesa más que mi esencia. ¿Tan poco entienden?

Para mí siempre serán sanguijuelas: succionan la vida ajena para sentirse vivos, disfrazando de “bien” sus críticas y sermones. ¿De verdad comprenden la vida? ¿O solo arrastran una mentalidad torcida, incapaz de aceptar que alguien pueda ser distinto? Yo llevo veinte años asegurándome de que mi camino no sea como el de ustedes. La única semejanza entre nosotros es el odio: yo lo siento con razón, ustedes lo esparcen porque nada les satisface si no está hecho a su manera.

Malditos sean por despreciar a quienes nunca les hicieron daño. Malditos sean por obligarme a decir y callar lo que no debía. Malditos sean por vivir frustrados de lo que soy, de lo que elijo. Malditos sean por cada nudo en mi garganta, por cada lágrima ahogada. Y malditos sean hasta que aprendan lo que significa creer y seguir verdaderamente a Dios.

Y maldito sea yo también, por escribir esto, aunque como dijo Canserbero: si escribo rabia es para desahogar lo que quema dentro. Como cuando Cristo expulsó a los mercaderes de su templo, yo hoy escribo para limpiar el mío.

Así que esta noche, aunque te maldiga, te digo también: que Dios te bendiga. Y que sea Él quien guíe ese desastre que llamas vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.