Memorias de Antaño

Spider Gang.

Hoy te escribo porque, aunque no lo mereces, quiero dejarte claro algo que te quema por dentro:
yo sigo subiendo, sigo brillando, sigo rompiendo mis límites…
y tú sigues siendo exactamente lo que siempre fuiste: nada.

Ahora que estoy haciendo lo mío, que por fin estoy encontrando mi propio rumbo,
vienes a burlarte, a soltar tus comentarios mediocres,
como si tu opinión tuviera peso.
Y, hermano, me genera asco.
Asco real, del simple hecho de sentir tu presencia,
de imaginar tu sombra cerca de mi camino,
de notar ese olor rancio que dejan los que viven en la falsedad.

Porque tanta mierda como sos no debería estar cerca de alguien como yo.
Esa falsedad que cargas, ese papel barato que te armaste,
esa máscara que se cae cada vez que te pones a hablar,
me da un asco que ni te imaginas.
Tú eres el tipo de persona que no hace ni deja hacer;
por eso te estancas en tu propia porquería,
patinando siempre en el mismo lodo emocional
donde llevas años hundiéndote.

Yo no.
Yo vengo de un sitio oscuro, sí,
pero aprendí a caminar entre sombras sin convertirme en una de ellas.
Aprendí que la calle enseña, golpea y forja carácter.
Aprendí que el bando no es un grupo:
es un estado mental.
Un sello que llevas dentro,
un ritmo que no todos entienden,
un estilo que se gana, no se copia.

Y tú… tú eres todo lo contrario.
Eres ruido sin ritmo, un eco vacío. Intentas imitar el movimiento,
pero nunca perteneciste al bando, porque para eso hace falta espalda, cojones, cicatrices reales,
y un corazón que no se rinde ni cuando sangra.

El Bando enseñan eso:
que uno viene de abajo, pero sube; que uno cae, pero se levanta; que uno pierde, pero aprende;
que uno sangra, pero sigue. Que el respeto no se pide: se gana. Que el silencio habla más que las bocas baratas. Que la lealtad es oro, y la falsedad es veneno.

Y tú, amigo, estás hecho de veneno. El tipo de veneno que ni mata,
solo enferma. El tipo de veneno que la vida misma termina escupiendo.

Yo sigo con los míos,
con mi gente real, con los que estuvieron antes del brillo y se quedarán cuando las luces se apaguen.
Esa es mi banda.
Ese es mi bando.
Mi familia elegida.
Mi círculo reducido,
cerrado, blindado.

Mientras tú sigues ahí, donde siempre estuviste,
tratando de arrastrar a los demás porque nunca supiste cómo elevarte tú mismo. Y lo peor es que lo sabes.
Sabes que no perteneces, sabes que no avanzas,
sabes que eres un personaje frustradonen la historia de alguien más.

Yo no vine a pedirte nada.
Solo vine a recordarte que yo ya no estoy en tu liga. Que ahora juego en otra cancha,
otra vibra, otra altura. Y aunque te duela, yo ya no soy el tipo que podía perderse contigo.
Yo soy el que aprendió a subir solo.

Así que quédate ahí, en tu esquina sucia, con tu gente falsa, con tus risas vacías,
con tu vida estancada.

Y no vuelvas a hablar de mí. Porque desde mi bando, desde mi trono callejero,
desde esta nueva versión de mí mismo que se construyó a golpes,
solo veo una cosa cuando te miro:

Un recuerdo que no merece regresar. Con desprecio,
pero también con paz,
El que sí avanzó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.