Porque sé que seré mejor en el futuro, no por fe ciega sino porque ya aprendí a caminar entre hienas disfrazadas de amigos. Porque demasiadas basuras como tú me metieron el pie cuando yo solo quería avanzar, creyendo que con una caída me iban a quebrar. Pero no entienden que algunos nacimos para levantarnos incluso con las manos rotas, y cada tropiezo solo me tensa más el músculo del carácter.
Mientras tú escribías estupideces para entretener a zombis que aplauden cualquier ruido, inventando situaciones para mendigar atención, yo escribía lo que arde, lo que pesa, lo que vivimos todos los que tenemos los ojos abiertos. Yo escupo realidades que muchos temen mirar, porque prefieren la comodidad de la ignorancia antes que aceptar que este mundo está podrido desde la raíz.
Detesto a esos que se llaman hermanos pero que son más falsos que promesa de político. Esos que te abrazan por delante y te entierran por detrás. Doble cara como moneda gastada, que ya ni valor tiene. Hipócritas que viven fingiendo bondad mientras les chorrea veneno por las intenciones. Malditos todos los que se llenan la boca con la palabra amistad sin saber siquiera lo que significa sostener a alguien cuando el suelo está quebrado.
Y aunque muchos se pierdan en el Valle de las Sombras, yo sigo andando. Porque en ese lugar comprendí que la oscuridad no es enemiga, solo un maestro rudo. Allí entendí que cada traición es una clase, que cada caída es un examen, y que cada golpe me empuja más lejos de donde tú jamás vas a llegar.
Tú y los que son como tú querían verme tirado, querían celebrar mi fracaso como si eso fuera hacer historia. Pero mientras ustedes se ríen, yo estudio. Mientras ustedes critican, yo mejoro. Mientras ustedes inventan cuentos, yo construyo futuro. Y por eso les arde: porque estoy superando a todos esos que un día intentaron meterme el pie. Pasé por encima de sus trampas, de sus burlas, de sus límites, y convertí cada obstáculo en escalón.
Aprendí en la Sabia Escuela de la vida que el que no suma estorba, y que el que estorba termina tragado por su propia mediocridad. Aprendí que la advertencia más clara es el silencio incómodo que dejan los que te envidian cuando te ven crecer. Y aunque quieran que mi camino sea corto, yo sigo ampliándolo con cada paso, demostrando que no necesito la aprobación de nadie para hacer lo mío.
Yo sigo firme, más duro que ayer y menos que mañana. Porque mientras ellos se hunden en su propia sombra, yo me limpio el polvo, me ajusto la mirada y sigo subiendo. Y si a alguien le duele verme avanzar, que se acostumbre… porque apenas estoy empezando.
#5501 en Otros
#1476 en Relatos cortos
#735 en Aventura
aventura humor, aventura giros inesperados, aventura humor amistad viajes drama
Editado: 15.11.2025