En tus ojos puedo notar lo difícil que se te hace vivir,
y comprendo que aún esperas un amor que ya no es correspondido.
Quizás esa persona fue tu primer y único amor,
quizás por eso no aprendiste a amar de nuevo.
Entiendo que no sabes muy bien cómo moverte por la vida,
pero sí sabes esconder el dolor
como quien aprende a sobrevivir en silencio.
Ay, mi viejo morocho, padre mío, cómo me gustaría entenderte, conocer tu forma de vivir,
comprender tus anhelos,
saber qué es lo que realmente sientes
en el fondo de tu corazón cansado.
Tus ojos reflejan un dolor profundo,
marcado por los golpes de la vida,
y pareciera que la vida misma
está completamente de acuerdo en hacerte sufrir.
Pero aun así te levantas cada día,
sigues dando todo lo que tienes
solo para sobrevivir en esta vida
de la cual eres un convicto sin condena justa.
Tu cabello comienza a mostrar las señales del tiempo;
entre todo ese negro intenso
asoman canas que delatan los años vividos.
Sigues caminando sin rumbo,
sin un amor que te abrace por quien realmente eres,
sigues avanzando sin dirección,
sin volver a amar,
como si el amor ya no fuera un derecho para ti.
Me pregunto si de verdad fuiste malo con la vida
para que la vida te esté cobrando todo de esta manera.
Pero me niego a creer que sea así.
En los ojos de los demás puedo adivinar casi toda su historia,
pero en los tuyos no logro ver nada.
No sé si es que no quieres mostrar lo que pasa en tu alma
o si el dolor ya se volvió parte de ti.
Te enojas con las personas equivocadas
porque a veces estás equivocado,
porque el cansancio también confunde.
Por eso te pido, padre mío,
por favor sal y recorre el mundo
como lo hiciste cuando eras joven.
Ve a visitar a tus amigos, a tu familia,
a quienes te aman de verdad,
no a quienes te hacen sentir menos,
excepto nosotros, tus hijos,
que siempre estaremos aquí.
Deja de sufrir,
vuelve a caminar sin miedo.
No te quedes estancado en lugares
donde no te dejan vivir.
Sé libre como lo fuiste a los veinte, ahora que aún puedes.
Vive otra vez, por favor.
Deja de estresarte, permite que tus ojos descansen
y ya no carguen ese sufrimiento solitario
que llevas en el fondo del alma.
Deja que tu piel morocha
brille nuevamente bajo el sol de los caminos,
como en los días de tu juventud.
No te pido que te vayas,
te pido que vivas.
Que vivas una vez más.
Que ya no sufras.
Por favor… basta.
#1619 en Otros
#325 en Relatos cortos
#106 en Aventura
aventura humor, aventura giros inesperados, aventura humor amistad viajes drama
Editado: 25.12.2025