Memorias de Antaño

15 de noviembre.

El 15 siempre será una marca en mi vida.
Siempre ha sido el número que uso en cada camisa para jugar, porque el 15 no es solo un número,
es un tributo a la muerte,
a una de las almas más hermosas de este mundo,
a un ser que cambió muchas vidas
a través de las letras de sus canciones.
Un ser de cabello rosa pastel
y ojos cafés que parecían entender el dolor ajeno.

La verdad es que no sé cómo catalogar
ni etiquetar lo que ahora estoy escribiendo.
No es un poema,
no es una carta,
no es un duelo cerrado.
Simplemente tenía ganas de hablar de ese día,
del peso que tiene esa fecha
y de todo lo que significa para mí.

Porque un 15 de noviembre del año 2017
murió una de las personas
que logró mantenerme con vida
sin siquiera conocerme.
Un joven de apenas 21 años,
Gustav Åhr,
conocido por el mundo como Lil Peep.

Ese 15 de noviembre
fue una de las fechas que más dolor me causó,
tan profunda como la muerte de mi abuelita,
que en paz descanse.
Uno de los artistas con los que más me sentí representado
había muerto,
dejando un vacío inmenso en mi pecho
y en el corazón de millones de seguidores
que encontraron refugio en su música.

Desde entonces,
cada 15 de noviembre era devastador para mí.
Escuchaba su música y lloraba toda la noche
hasta quedarme dormido por agotamiento,
y al día siguiente el vacío seguía ahí,
intacto,
doliendo igual.
Anhelando que estuviera vivo,
que siguiera cantando,
que su voz real o grabada
siguiera acompañándome.

Cada año, cada 15 de noviembre,
lloraba en completa soledad, hecho un nudo,
en posición fetal, abrazando una almohada
como si pudiera reemplazar un abrazo real.
De fondo sonaban Hellboy, Witchblades, 16 Lines,
Ghost Boy, No Respect, Niagara, White Tee
y tantas otras canciones suyas.

Siempre fue así. Cada año, Cada 15 de noviembre.
Durante ocho largos años.

Siempre quise tener una camisa con su nombre y su fotografía, pero nunca pude conseguirla.
Así que me conformaba con llevar el número 15 en mis camisetas, como un tributo silencioso a su muerte, como una promesa que solo yo entendía.

Pero al cumplirse esos ocho años,
algo cambió.

Este año había alguien en mi vida.
Alguien que estuvo conmigo ese día,
llevando esa camisa que tanto había deseado durante tanto tiempo. Estuvo ahí para mí,
sosteniendo mi cabeza contra su pecho,
abrazándome, dándome calor,
secando mis lágrimas mientras sonaba Peep de fondo.

Y, ¿sabes qué?
Este 15 de noviembre
no dolió tanto como los anteriores.

Porque esta vez no estuve solo.
Porque hoy tengo a alguien que me ama
y sé que no me dejará caer en la oscuridad sin compañía.

Ese día el amor creció, el amor por el artista
que me sostuvo durante ocho años,
y el amor por la mujer
que hoy me sostiene cuando ya no puedo solo.

Ahora estoy acompañado
por la sinfonía de las canciones de Peep
y por los brazos de la mujer
que me ama
y me amará
sin importar cuántas veces caiga.
Porque ella confía en que siempre me levantaré
y seguiré dando todo por mí
y por nosotros.

Y cariño,
si alguna vez caigo y vuelvo a levantarme,
será para quedarme a tu lado toda la vida,
para que me sigas amando
incluso cuando yo ya no esté.
Incluso cuando muera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.