Llévame a casa,
porque me gustaría ver por última vez a mi familia,
y sé que mi familia quiere lo mismo.
Quiero ir a casa,
porque desde que desaparecí nunca pude regresar,
porque desde el momento en que ya no volví
olvidé cómo era el calor del hogar.
Aquí el tiempo no avanza,
solo se pudre.
Las noches no terminan
y el silencio pesa más que el cuerpo.
He aprendido a vivir sin nombre,
a existir sin que nadie me llame.
Llévame a casa,
aunque ya no recuerde el camino.
Aunque mis recuerdos estén rotos
y mi voz se haya vuelto tierra.
Quiero volver a escuchar risas detrás de una puerta,
quiero volver a sentir que pertenezco a algún lugar.
Desde que me perdí, el frío se quedó conmigo.
No es el frío del aire,
es el frío de no ser esperado,
de no ser encontrado,
de no saber si alguien aún me sueña despierto.
Dile a mi familia que aún los recuerdo,
aunque cada día sea más difícil.
Que aún intento imaginar sus rostros,
aunque el tiempo me los borre despacio.
Diles que no me olviden,
porque el olvido aquí duele más que la muerte.
Llévame a casa,
porque extraño el sonido de mi nombre dicho con amor.
Porque quiero descansar donde alguna vez fui feliz,
donde fui alguien y no solo ausencia.
No quiero quedarme aquí para siempre,
en este lugar donde nadie reza,
donde nadie busca,
donde el alma se va apagando lentamente.
Llévame a casa.
Tal vez ahí el frío se vaya,
tal vez ahí recuerde cómo era estar vivo,
y tal vez, solo tal vez,
pueda volver a sentir el calor del hogar.
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Editado: 25.12.2025