Elian y Dania observaron con atención mientras la figura salía de entre las sombras. Era un hombre de unos cuarenta años, delgado, con el rostro parcialmente cubierto por una mascarilla y gafas oscuras. Su bata blanca estaba manchada de tinta electrónica.
—No tengan miedo —dijo con voz grave—. Mi nombre es Mateo. Yo ayudé a diseñar el Proyecto CRISTAL… y ahora, vengo a destruirlo.
Elian dio un paso al frente.
—¿Cómo sabes mi nombre?
Mateo se quitó las gafas. Sus ojos estaban rojos, como si no hubiera dormido en días.
—Porque tú fuiste parte del experimento inicial. No deberías estar vivo, Elian. Pero sobreviviste… y eso cambió todo.
Dania se acercó, protegiendo con su cuerpo los archivos que habían encontrado.
—¿Por qué debemos confiar en ti?
Mateo extendió un dispositivo pequeño, parecido a un chip cristalino.
—Porque aquí dentro está la verdad. Y si lo conectan a su lector de datos, lo verán por ustedes mismos.
Con desconfianza, Elian insertó el chip en su pulsera digital. Un holograma emergió. Apareció una grabación: científicos, laboratorios secretos, y un nombre codificado en cada pantalla… E.A-01.
—Tú fuiste el primer portador del núcleo CRISTAL —explicó Mateo—. En tu memoria hay datos que nadie ha podido replicar. Por eso Jean Carlos te persigue. Él quiere extraer tu memoria, porque dentro de ti está el algoritmo original.
Elian sintió que el mundo giraba a su alrededor.
—¿Y qué pasa si lo logra?
Mateo bajó la cabeza.
—Entonces controlará todas las redes mentales conectadas al sistema. La libertad dejará de existir. Todo será manipulado… incluso los recuerdos.
Dania apretó los puños.
—¿Y cómo lo detenemos?
Mateo los miró con una mezcla de tristeza y determinación.
—Con una última misión. Tendrán que infiltrarse en el núcleo central de Ciudad Lúmina… y hacer algo que nadie ha hecho: liberar la memoria atrapada.
—¿Liberarla? —preguntó Elian.
—Sí —dijo Mateo, con la voz temblorosa—. Porque dentro de ese código… está el recuerdo más importante de tu vida. El que Jean Carlos intentó borrar.
Silencio. Solo el eco de las máquinas olvidadas llenaba la sala. Hasta que Elian dijo:
—Entonces lo haremos. No solo por nosotros. Por todos los que viven engañados. Por la verdad.
Mateo asintió.
—Prepárense. Desde ahora… todo será más peligroso.
Y con eso, el informante desapareció por el mismo túnel oscuro del que vino.