Es más que una noche de recuerdos, más que el miedo y aquí me ven.
Hombre solitario lleno de miedo de la vida, aprendiendo a vivirla, a amar vivir, poeta muerto y resucitado para vivir una vida que no elegí.
Mirada viva y muerta, vacía, hoy, soy el capitán de una tripulación de sueños, de pasión, les doy mi paz, mi conocimiento y les di la mejor pista, el vivir.
Ahora con el dulce recuerdo, ¡Oh capitán, mi capitán! Les escucho clamar tras versos del corazón, y soy yo, el estudiante estrella que hace años no pasaba territorio ajeno. ¿Quien es capaz de domar a la bestia? Nadie, me escucho a solas con versos de un corazón herido, como un grito de auxilio, de tristeza ahogada entre rostros ajenos, entre sonrisas, enseñanzas del alma.
No hay más que un cielo estrellado al cual quisiera volver, entre sueños de los no vivos, años de creación, vuelvo a ti madre poesía, gracia divina, conocí a la tripulación.
Jóvenes descarrilados que no conocen de bien o mal, obligados a seguir sueños de alguien más, aliento, eso les hace falta. Conocer el coraje y el corazón que a veces grita con todo, que nos acelera, que nos rompe y nos acompleja, soy un hombre solitario que aprendió a vivir una vida condenada.
Soy el capitán, he de mantenerlos a salvó, pero... ¿Por qué estoy llorando bajo la nieve?, ¿por qué no me puedo mover?, mi estrella se fue, escucho los gritos del resto de jóvenes destrozados.
Aprovecha el día, eso les he dicho, pero, no los mantuve a salvo.
No pude tenerlos a todos vivos, estoy bajo la nieve con el miedo de lo que hay por delante. Mi despido.
Pero, el apoyo de los que están, de los que siguieron los pasos del poeta muerto y resucitado, de mi, es ahí donde nació la siguiente generación, donde deje la semilla de la dulce gracia, ese es el camino del poeta.
Naces con ilusiones, creces con sueños que no vas a realizar, maduras y logras salir a flote. O bien, el sueño termina roto y sigues. Hasta morir, mueres anciano o mueres joven.
Está será la carta al actor que murió ante la baja expectativa de su arrogante padre, Neill, aprovechaste el día hasta el más mínimo segundo y tan rápido, que en el destello del disparo, no quedo más que tú sueño en el aire.