Ahogo mis penas en alcohol tras cantar las canciones de siempre. Sobre leyendas, dragones, espíritus, las personas más célebres de nuestro pueblo, pero la única con la que siento que el corazón me pesa es una en concreto. Trata sobre una revuelta, sobre un demonio bueno, amante de la música y el vino, que se reveló contra las fuerzas malignas que gobernaban su pueblo, sobre su amigo que era un espíritu del bosque. El demonio murió en sus brazos, asesinado por el defensor, y entristecido, el espíritu tomó su cuerpo para no olvidarle jamás. Me toca volver al escenario. Este viejo bardo tocará la canción favorita del público, sobre la revuelta y el amigo que se perdió. Hasta ahora nadie se ha dado cuenta de que yo soy el espíritu, ni de que canto para que la memoria del demonio bueno no sea olvidada.
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Editado: 18.11.2024