Solo veo sangre. En mis pesadillas, en mis manos, en las presas que cazo… Mi instinto asesino es imparable, solo pienso en matar. Quizá por eso mi familia me abandonó. Sabían qué se me pasaba por la cabeza, les dijeron que estaba loco, y después, siendo aún un niño, me dejaron en una cueva para morir. Sin embargo alguien me rescató, vio algo bueno en mí y sometió mis ganas de asesinar con cadenas creadas a partir de magia negra. Desde entonces vivo en el bosque, alejado del resto de la gente normal, porque siento que mi sed de sangre aún no se ha eliminado del todo.
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Editado: 10.06.2025