Casi extermino a una niña en el bosque. Estaba claro que era una muerta viviente, pero después de que me explicara su situación la dejé marchar. No es la primera persona con la que han experimentado, y por triste que sea juré no alzar mis armas contra los habitantes a los que prometí defender. Sin embargo, mi código de conducta no tiene por qué aplicarse a los desconocidos. Por la noche me encontré a un tipo al que se le notaba en la cara que no era de por aquí. Me dijo que su padre había desaparecido, y que para colmo acababa de perder también a su hermana.
—¿Para qué te traes a una niña contigo? —pregunté.
—No tenía con quien dejarla. No tenemos más familia, y además ella también estaba preocupada por su padre. No quería quedarse en casa por las buenas.
Le pregunté cómo era y me alegré de que no fuera la niña cadáver de antes. No obstante le advertí de que se diera prisa en encontrar a su familia, si no quería que acabasen mal.
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Editado: 20.12.2024