Las cadenas han desaparecido. Aquellas que limitaban mi sed de sangre, sí. La persona que me las puso me las ha quitado. ¿Es que no sabe que sin ellas soy aún más inestable? Hizo lo mismo hace poco y ya hubo muchas víctimas. Una familia entera, la más rica del pueblo, de la cual solo escapó un fugitivo que vi tomando un barco pequeño desde lejos. Se sintió tan bien escuchar sus gritos y el sonido de mi motosierra cortando sus miembros hasta los huesos… sentir su sangre, tan cálida, salpicando mi ropa, y meter mis manos en sus cuerpos para chuparme la sangre de los dedos… Está claro, no quiero que me sometan otra vez. Quiero matar, es la razón de mi existencia, no puedo sentirme vivo si no le quito la vida a otra persona. Le pedí a mi salvadora que no volviera a ponerme las cadenas y aceptó si le hacía un favor. ¡Solo tengo que matar a una persona en concreto y seré libre!
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Editado: 10.06.2025