I.I

Otro día comenzaba en la conocida ¨Ciudad de los muertos¨ Moran, las ruedas del destino comenzaban a dar vueltas para decidir cual seria el sufrimiento que sus habitantes deberían enfrentar el día de hoy. El trote de un caballo sonaba levantando el polvo con pequeños fragmentos de aquellas personas que antaño cayeron victimas de la hambruna y el cruel destino.

¿Todavía no llegamos al castillo Clein?- se escucho la voz de un joven.

No mi señor, para llegar a nuestro destino deberemos pasar por el pueblo de Moran- respondió el mencionado mientras continuaba llevando el carruaje.

 El joven únicamente suspiro por notorio cansancio y aburrimiento, mientras la carreta se movía observo el panorama que lo rodeaba. Era un lugar deprimente, tanto que su propio humor decaía con solo ver pasar a la gente del lugar; tras dirigir su mirada al suelo su mente tardo en darse cuenta que el color de esa tierra que era marcada por las ruedas del carruaje y las pisadas de su corcel eran de un color negro con tonos de color rojizo... su rostro palideció al notar como algunas partes quedaban adheridas, mostrando trozos de carnes.

¡Clein, detente ahora mismo!- dijo mientras escuchaba escuchaba como su transporte se detenía agresivamente. No espero a que abrieran su puerta para salir del lugar y expulsar todas los alimentos que había ingerido esa mañana.

Mi señor... ¿Usted acaso jamas había escuchado de este lugar?- dijo Clein mientras se acercaba a su señor.

¿De que estas hablando?- por su expresión era fácil reconocer su genuina ignorancia con respecto a donde se encontraba- un lugar donde pisan los restos de los que pueden ser sus familias y amigos... ¿existe acaso un mundo tan vil como este?

El hombre que parecía ser su cochero parecía buscar las palabras adecuadas para contestarle a sus dudas, si bien conocía que su señor era parte de una familia importante y estaba al tanto de los negocios fraudulentos que algunos primos llevaban a cabo con el fin de conservar sus riquezas. No obstante, desconocía si el estaba al tanto sobre las atrocidades que sus antepasados hicieron para llegar a ser reconocidos por los demás.

No me sorprende que alguien de la alta sociedad no conozca un nido de ratas como el pueblo de Moran- Ambos hombres voltearon a ver de donde provenía esa voz. Su sorpresa fue grande al encontrar delante de ellos a un joven que vestía un bolsa de papas junto a una tela que cubría su parcialmente su rostro- Tal ves se desviaron de su camino pavimentado de oro y joyas, pero lo que ven aquí es el sufrimiento diario de los pobladores.

Su mirada se postraron detrás del muchacho y vieron a los pobladores arrastrados sus pies con ojos vacíos. No podían creer que aun cuando habían personas que caían en la tierra derramando sangre ellos no mostraban expresión o interés alguno, tal pareciera que eran cadáveres que bailaban al son de una música tétrica.

¿C-c-como pueden estar tan tranquilos al ver a alguien morir?- el joven de sangre noble estaba horrorizado por la falta de empatia e interés que demostraban las personas.

Si cree que esto es lo peor, usted no conoce para nada lo que es el mundo- dijo el muchacho mientras se acercaba y veía directamente los ojos del otro- no conoce el temor de ver a los adultos violando a las mujeres y niñas; la desesperación de no tener nada mas que ratas para comer, pero sobre todo estoy seguro que no conoce el amargo sabor de perder la esperanza de ser salvado.

Este se dirigió al cochero mientras el otro parecía entrar en shock- sera mejor que te lo lleves, no esta listo para ver al mundo como realmente es... cuando despierte dile que se resguarde en su palacio y viva en su mundo de cuento de hadas; este mundo no es para débiles- fue lo ultimo que dijo mientras se retiraba al callejón del cual desapareció como un fantasma en la oscuridad.

¨Lamento que tuviese que ser así... pero ese chico tiene razón su majestad¨- fue el pensamiento de Clein mientras sujetaba a su señor para acostarlo en el asiento del carruaje y posteriormente sentarse a continuar con su destino.

El mundo es un lugar horrible, pero es donde nos ha tocado vivir- fueron las palabras que dejo escapar al viento mientras galopaba a su destino.