Memorias Sangrientas

CAPÍTULO 11

La carroza avanzaba a paso acelerado mientras atravesábamos el segundo pueblo del recorrido. El paisaje se desdibujaba ante mis ojos con una rapidez vertiginosa; las ásperas piedras del pedregoso camino cedían su lugar a vastas llanuras, que llegaban a extenderse hasta donde alcanzaba la vista. El hermoso contraste era digno de admirar pero para mí pesar, en la situación en la que me encontraba era imposible apreciarlo del todo.

– Podría saber ¿A dónde nos dirigimos? – me atreví a preguntar finalmente luego de más de una hora de recorrido en un yermo silencio.

Siento la furiosa mirada de mi padre caer sobre mí, pero no le doy importancia.

– A la casa del señor Adam Kramer– respondió el señor Santrock aclarándose la garganta, ante la ausencia de respuesta.

– ¿Adam Kramer? – repetí buscando en mis recuerdos alguna referencia a tal caballero, sin éxito.

– El señor Kramer es un hombre muy importante con quien deseábamos entablar algunos negocios, señorita Winthrock. Por mucho tiempo no pudimos concretar ni una sola entrevista, es un hombre bastante ocupado, usted sabrá. Pero en esta ocasión fue el mismo señor Kramer quien nos envió una invitación para almorzar hoy en su casa con ese propósito.

– ¿A qué clase de negocios se refiere?

– Las mujeres no deben preguntar sobre ello Annabel – gruño mi padre con un tono de advertencia.

– Disculpe mi atrevimiento padre – dije simplemente. Era una disculpa, pero no sonaba como una.

No volví a hablar el resto del camino, me limité a mirar el paisaje tratando de distraerme pese a mi evidente incomodidad, sobre todo porque el señor Santrock no apartaba la mirada de mí, sonriéndome de tanto en tanto dejando al descubierto sus dientes faltantes y esbozando aún más los surcos de arrugas que se pronunciaban a lo largo de su rostro.

Si su intención era hablar de negocios era más que evidente que yo no tenía propósito en aquella carroza, haciendo ese viaje tan pesado e incómodo. Oh no, claro que lo tenía, era evidente, el objetivo de mi padre era exhibirme ante los ojos del señor Santrock, como si fuera un animal por el cual se esperaba una buena oferta.

Habían pasado una semana luego de que me informara sobre su absurda intención de casarme con el señor Santrock y aun no podía salir del todo de aquella impresión, parecía un mal sueño, una pesadilla. Pensé que quizás reconsideraría tal absurdo, incluso Meredith lo creyó así cuando con agobio y desesperación le conté sobre sus perversas intenciones. Pero su determinación quedo ratificada cuando el señor Santrock fue invitado a cenar todas las noches, acudiendo sin falta y de buen talante.

Al inicio mi padre represento espléndidamente su papel de hombre de familia mostrándose afable e incluso afectuoso en su trato conmigo, aunque al percatarse de mi evidente negativa por cumplir su voluntad, su desagrado hacia mi le era cada vez más difícil de ocultar, como una nube oscura que se cernía sobre nuestra más mínima interacción, que ya de por si era nefasta.

Ahora los silencios incómodos, las miradas de desaprobación apenas disimuladas, eran pan de cada día y revelaban la creciente brecha entre sus expectativas y mi propia voluntad.

A pesar del evidente interés que el señor Santrock mostraba hacia mí, la propuesta de formalizar un compromiso no era más que una sombra proyectada de la voluntad de mi padre, así que nada se había concretado aún, dejando una atmósfera cargada de incertidumbre.

De ahí la necesidad de adoptar una actitud distante y hasta hostil hacia el señor Santrock, como si fuera una barrera infranqueable que lo mantuviera a distancia. Mis gestos gélidos, mis miradas cortantes, buscaban transmitir un claro mensaje de rechazo. Anhelaba que por lo menos de esa manera captara mi negativa, comprendiera que no sería una esposa ideal siquiera adecuada para él.

Así, entre gestos calculados y palabras medidas, tejía mi propia red de protección, una muralla invisible que me separaba del destino que mi padre pretendía trazar para mí.

No puedo evitar recordar la conversación que tuvimos con Meredith poco después de llegar al pueblo.

Hay muchos jóvenes de buen talante en Asbeck niña, y de excelentes familias, seguro entre ellos encontraremos un pretendiente ideal para ti –comentaba con entusiasmo mientras regresábamos de la iglesia.

Aún no me preocupa eso nana –replique de mala gana cansada de que toque el tema a diario.

Pues debería preocuparte niña –dijo a modo de reprimenda – si no pones más empeño en mejorar tus talentos podrías quedar sin pretendiente y tener que casarte con un viejo viudo, eso sí sería una tragedia terrible.

Su tono cargaba tal tono de desdicha que termina por llamar mi atención.

¿Por qué lo dices nana?

Pues es evidente niña, suelen tener mal carácter por su edad, te rehúsan tener vida social porque les molestan las salidas incluso las visitas, pierden funciones por la edad, y debes atenderlos, e insisten en procrear herederos, aun cuando ya no les es posible –añade, y una mirada sombría parece asomarse en su rostro.

La mire con genuina preocupación.

Pero eso es en última instancia, les pasa a solteronas entradas en años o mujeres que dieron el mal paso– dijo Meredith recomponiendo el rostro – eres una niña linda, joven, y decente, seguro conseguirás un joven lozano y bueno en poco tiempo.

El interés de un viudo fue lo que pude conseguir en poco tiempo –pensé con desaliento – un viudo que había sobrevivido a tres esposas y quien sabe, con mi suerte llegaría a ser una cuarta.

Luego de otra letárgica hora más de marcha finalmente llegamos hasta nuestro destino. Una mansión de amplias dimensiones se alzaba en medio de la vasta llanura, era de un color completamente blanco con grandes pilastras lo cual le daba un aspecto más imponente y contrastante con el paisaje verde y salvaje que había a su alrededor.



#18550 en Fantasía
#24082 en Otros
#1857 en Novela histórica

En el texto hay: vampiros, romance, ficción histórica

Editado: 28.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.