Memorias y Caos

Interpuesto

Oliver estaba al teléfono cuando escuchó que la llamada no seguía…

—¡Maldita sea! ¡Es un imbécil! Se atrevió a colgarme… —colgó, descolgó y marcó otro número.

—Hola, me comunica con Esteban.

Esperó. Al otro lado de la línea…

—¿Sí?

—Esteban, soy Oliver, regresé de Japón hoy en la mañana.

—Oliver, ¡qué bueno escucharte! ¿Cómo has estado?

—Bien, muy bien. Escucha, esto es muy importante. Si Elyon o Janice te buscan, no les respondas.

—¿Por qué? ¿Quiénes son?

—¿No te acuerdas de ellas? Ellie, la novia de Andrei. Janice… supongo que no te agrada recordar a Jeremy así.

—Ah… cierto. Ya me acordé.

—Bien, no les contestes y no les digas nada sobre tu parte de la Joya Misteriosa.

—¿Qué? Pero Ellie no sabe nada, ¿Por qué tendría que preguntar?

—Ahora lo sabe y quiere saber todo. No sé cuál sea su objetivo, pero no debemos dejar que se entere de todo.

—¿Por qué no hablas con Andrei?

—Es un idiota. Lo único que me queda es hacer que tú y Zack no digan ni una palabra.

—De acuerdo… está bien —fue su respuesta, aunque estuviera muy confundido.

Oliver se despidió y colgó. Miyako se acercó, después de escuchar la conversación.

—Creo que deberías tomar esto con calma.

—No puedo… Sé que vivimos bien gracias a esa joya y si todo esto se revierte perderíamos mucho.

—Solo tendrías que estudiar japonés… —dijo ella, tratando de no reír.

—Esto no es gracioso.

—La verdad me sorprende que hasta ahora alguien pregunte por la joya, siendo un tesoro de la ciudad, creo que las cosas han estado muy tranquilas durante estos años.

—No está pasando nada que afecte a la ciudad, así que no hicimos nada malo. Solo mejoramos nuestras vidas.

—Deberías entender el motivo de Ellie, yo la vi muy preocupada. Está pensando en su amiga Emilly.

—¿Para qué quiere que Emilly recuerde todo? Ella es feliz a lado de una súper estrella de rock. Voy a reunir a todos y hablaré con ellos, incluyendo al imbécil de Andrei, esta vez no me va a dejar hablando solo.

—El ‘Arma Anti-Magia’.

—Sí. Lo recuerdo muy bien, ¿crees que debamos usarla en contra de esas personas que salieron en televisión? —preguntó Charlie.

—No han hecho nada malo.

—Es verdad, mientras no nos afecten, no debemos meternos en esos asuntos. También me acordé de otra cosa… Kristeen dijo que alguien así la atacó, en ese tiempo.

—Todo eso ya quedó en el pasado —dijo Andrei—. ¿Por qué recordarlo ahora?

—Lo sé. Es como si fuera necesario que lo supiéramos. Solo espero que no estemos en peligro de nuevo.

En ese momento, unas alumnas entraron a la oficina. Eran dos chicas universitarias, una tenía el cabello largo y teñido de color naranja; otra tenía el cabello corto y negro.

—Profesores, esperamos no interrumpir.

—No se preocupen —dijo Charlie, indicándoles que tomaran asiento.

—Y… ¿Cómo va nuestro trabajo? —preguntó la de cabello naranja.

Andrei revisó en la computadora. Después de unos segundos…

—Su investigación está muy bien, pero traten de incluir más fotografías, es un proceso muy complejo. Tienen que explicarlo detalladamente.

Las dos asintieron.

—Fuera de eso, solo debemos terminar con el experimento y hacer los reportes. Las felicito.

Sacó el disco compacto y se los entregó en su caja. Las chicas sonrieron.

—Muchas gracias, profesor Warton.

—Nos vemos la siguiente semana.

Se despidieron.

—Ahora hacen la tesis en parejas, ¡qué fáciles se han vuelto las cosas! —comentó Charlie— Nosotros la hicimos de manera individual.

—¿Cómo van tus alumnos?

—Son unos imbéciles, no entiendo por qué van a esa universidad. La semana pasada me entregaron el avance sin las fórmulas.

—Creo que eres demasiado estricto.

—Deben explicarlo todo, tú mismo lo acabas de decir.

Al día siguiente. En la escuela las cosas ya estaban tranquilas, Nora y Andrea estaban en el lugar de Enzo.

—Me quedaré con estos —decía Andrea, al probarse unos lentes.

Había algunos modelos en la mesa.

—No puedo creer que Alan siga viéndose guapo, a pesar de que tiene 60 años. Su cabello está cuidadosamente teñido, las arrugas en su cara son mínimas y su mirada sigue siendo atractiva —decía Nora al ver una revista.

—Si a ti te gustan viejos…

—Se ve muy bien, no me importa su edad.

—Me alegra ver que ya son amigas de nuevo —decía Enzo—. Aunque ninguna de las dos se disculpara ayer.




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