Johann preguntó, al parecer todos se habían olvidado de ese gran detalle, si la Joya Azul era similar a la Joya Misteriosa, ¿por qué seguía teniendo los mismos poderes que tenía hace años?
—Porque contiene la magia oscura de Sabrina. Cuando hice la Expulsión Mágica, todo se guardó aquí —fue la respuesta de Emilly ante la sorpresa de los demás.
Esto era realmente impresionante. Johann no lo recordaba, esa batalla final contra Sabrina... Los jóvenes estaban sin palabras ante esto.
—No solo es por eso, Emilly —agregó Sheila, conociendo toda la historia—. Tu joya fue creada por egoísmo. Solo lo hiciste para salvar a Johann y a su madre congelada. La usaste una vez más para salvar a tu amado y jamás compartiste el poder para salvar a Elyon. Dejaste que Andrei solucionara todo solo, él solo. Es más… tú querías que Lucy ganara su apuesta. La apoyabas con tal de estar con Johann.
Hansey volvía a escuchar esas voces que le decían que ella era mala, esto la convencía de que pudiera estar destinada a ser la villana.
—Mamá… no puedes arreglar esto. La Reina Ámbar es muy poderosa, no puedes derrotarla, quizá es así como debemos terminar. Quizá las dos somos parte de esto, aliadas de Sheila…
Emilly miró a su hija con desaprobación.
—¡Cállate, Hansey! No entiendes nada…
.
Mientras Emilly estaba dispuesta a pelear contra Sheila, Katsou estaba preocupado y le avisó a su padre que estaban en casa de Emilly con la Joya Azul en su poder. Oliver comenzó a llamar a todos sus amigos. Janice estaba en la banqueta, esperando a que un taxi apareciera, pero no había mucho movimiento debido a los fantasmas y seres oscuros. Un auto se acercó, era Esteban.
—¿Oliver te llamó? —la mujer asintió— Sube, yo te llevo.
No le quedó de otra que aceptar, de lo contrario pasaría una eternidad en la calle. Al principio fue incómodo, pero alguien tenía que romper el silencio…
—Es extraño ver fantasmas y poder andar en el auto como si nada, ¿no crees? Solo están rondando —decía Esteban, al volante.
—Sí. Estuve parada un rato y no me hicieron nada —contestó fríamente.
—Escucha… nosotros no debemos tener problemas. Sé que te hice sentir mal cuando te dije que no me gustaba tu transformación.
—No es necesario hablar de eso ahora —respondió Janice, mirando por la ventanilla.
—Espero que me perdones… no debí juzgarte en ese momento.
Hubo un silencio.
—Tal vez podamos revertirlo…
—¿Por eso ayudabas a Ellie? ¿Investigabas para eso?
La respuesta era un ‘Quizá’ o un ‘Sí’. Janice no se atrevió a contestar, Esteban dejó de preguntar. Siguieron su camino.
—No creo que se pueda hacer eso —concluyó el conductor.
.
Nora y Darcy llegaron al punto de reunión, afuera del colegio.
—¡Te dije que ya no había nadie! Se fueron y no tengo idea de donde puedan estar —decía la mayor.
—Dijeron que irían con Sheila. Van al castillo.
Comenzaron a caminar cuando vieron a Zack.
—Sabía que estaban aquí. Debemos irnos —anunció.
Las chicas se sorprendieron al verlo llegar y lo siguieron. Subieron al auto.
—¿Qué sucede?
—¿Pasa algo malo?
—Tenemos que ir a la casa de Emilly, dicen que tiene la Joya Azul.
—¿Qué? ¡Eso es imposible! Hansey no pudo… —Nora ya no siguió hablando.
Darcy solo la miró.
—¿Sabes por qué la Joya Azul sigue funcionando? —preguntó la menor.
—¿De qué hablas? —Zack encendió el auto y se movieron del lugar.
—Dicen que la destrucción de la Joya Misteriosa deja debilitados a todos aquellos que dependen de su magia —explicó.
—¿Dónde viste eso?
—En los informes de Johnny, su tío trabaja directamente con Elysia.
—La verdad no sé nada. Cuando lleguemos haces tus preguntas.
Nora estaba muy intrigada. «¿Qué pasó? ¿Acaso Hansey se arrepintió de ser mala y le devolvió la joya a su mamá? ¿Sheila lo permitió?»
.
Por otro lado, Andrei y Ellie tenían una reconciliación romántica después de la discusión y de ya no hablar sobre esa ‘organización’, estaban abrazados, besándose, cuando escucharon un llamado a la puerta. Los dos se miraron confundidos. Fueron a ver quién era. Abrieron la puerta y Oliver pasó de largo.
—Oye, te estoy llamando, esto es una emergencia —dijo de inmediato.
Andrei puso mala cara, lo sabía, pero no quería contestarle a nadie.
—Debemos ir a la casa de Emilly ahora mismo. Miyako, tú quédate con Ellie.
La mujer entró, disculpándose por la actitud de su marido.
—Perdón, Oliver no quiere que me quede sola en casa y dijo que estaba bien si me quedaba aquí. Desde que sabe lo de mi embarazo, está muy preocupado.
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Editado: 22.03.2025