Esteban, Oliver y Jeremy estaban de acuerdo con lo que decía Zack, esos cuatro adolescentes eran muy raros y tuvieron que obtener información…
—Le pregunté a alguien de la escuela militarizada y dice que el gobierno no sabe de la existencia de la joya —decía Esteban—. Los políticos creen que son cuentos de hadas, no se han molestado en buscarla.
—Incluso hay extranjeros que creen que Foreverfree City es un pueblo de leyendas. No toman en serio las investigaciones de Elysia —agregó Oliver.
—Así que podemos ir de nuevo y ahora sí desenterrar la joya. ¡Tendremos el poder! —Zack estaba muy animado.
Andrei apenas podía entender lo que le decían, estaba aturdido.
—Nos veremos en la noche del evento de graduación —anunció el líder.
—Creí que pasarías la noche con Amanda, considerando que será en un hotel —comentó Jeremy, causando las burlas.
—Será después de la media noche, idiota —respondió—. Nos reuniremos afuera del hotel y nos iremos cuando todos estén distraídos con el baile.
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Y así sucedió. La noche del evento de graduación estaba ambientada por la música de la banda de Johann. Emilly lo veía cantar, era la distracción que Zack estaba buscando. Se reunieron.
—¿Ya están listos?
—¡Lo haremos!
Comenzaron a caminar.
—Esperen un momento. No podemos hacer esto.
Se detuvieron al escuchar a Andrei, ya recuperado.
—¿Qué? —Zack regresó y lo encaró— ¿De qué demonios estás hablando?
—No podemos desenterrar la Joya Misteriosa, si lo hacemos, algo muy grave pasará. Tuve un sueño premonitorio en el que la ciudad estaba en la oscuridad. No había salvación.
—¿Es en serio? —preguntó, burlándose— ¿En serio? —comenzó a reír—. Y te ves tan convencido de lo que dices.
—No lo hagan —les dijo a los demás—. Traerá graves consecuencias.
—¿Por qué no dijiste eso cuando hicimos este plan? —preguntó Esteban.
—No me sentía bien.
—Y sigues igual. Tanto que querías arruinar la carrera de tu mamita para que al final nos dijeras que renunciáramos a nuestro plan. ¡Estabas de acuerdo! —reclamó Zack—. Si tú no quieres participar en esto, lo haremos nosotros, no te necesitamos.
—¡No dejaré que lo hagas! —lo sostuvo del brazo.
Zack se soltó, dio media vuelta y lo golpeó fuertemente en el estómago. Los chicos se sorprendieron ante esta escena.
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Las visiones eran confusas. La ciudad estaba siendo invadida por los fantasmas y seres oscuros. La Reina Ámbar asesinaba a todo aquel que se interpusiera en su camino, incluyendo a Sheila, Javier y Derek. Su reinado se extendía. Eso era lo que pasaría si Hansey y los demás no hubieran viajado en el tiempo.
—Este viaje está permitido. Debía ser.
Escuchaba las voces de tres personas que hablaban en la oscuridad. No podía verlos claramente. Después de esas visiones del futuro, recordó cuando Rainbow le ayudó a pelear.
—Estará bien, solo necesita dormir.
¿Por qué podía ver todo? Él no tenía poderes mágicos. Durante toda su vida estuvo en la negación.
—Investigo sobre la magia —contaba Elysia.
—¡Eso es increíble, mamá! —exclamaba Imelda, siendo una niña.
En la escuela primaria, muchos contaban cuentos. Se emocionaban al decir que las hadas existían, entre ellas el hada de los dientes.
—¡Claro que existe! Voy a poner mi diente debajo de la almohada y me traerá dinero —decía una niña, de cabello claro, peinada de dos colitas con las puntas rizadas.
—¡Qué tonta eres! —tomó el diente de la palma de la mano y lo arrojó lejos.
—¡No! ¡Mi diente! —la niña comenzó a llorar— Profesora Hilary —fue hacia la mujer—. Un niño de segundo tiró mi diente.
—¿De segundo? —estaba almorzando, era la hora del recreo.
Hilary se levantó y siguió a la niña.
—Jovencito, acompáñeme a la dirección —lo tomó de la mano y se lo llevó.
Después de haber sido castigado, tuvo que vengarse de la maestra y rompió los cristales de su auto.
—Voy a tener que internarte en el Colegio Área Sur, ahí estudié y es una excelente escuela.
—¿Internarme? —preguntó aquel niño.
—Quería que crecieras en un entorno normal, pero eres un niño muy malo. No tengo tiempo para educarte personalmente, por eso te quedarás ahí. Son muy estrictos —decía Elysia, mientras le ponía el uniforme para llevárselo.
—Todo por la estúpida creencia de las hadas.
—No fue por eso, arruinaste el auto de la profesora y lo tendré que pagar. ¡Y deja de desilusionar a la gente! Tienes suerte de que no me reclamen los señores Valentine.
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Editado: 22.03.2025