Realmente podía jurar que aquellos dos árboles daban un escalofrío que recorría todo el cuerpo. Sin embargo, también tenían un aire un tanto romántico, que sin duda me hizo confirmar que las rosas podían convertir en romántico absolutamente cualquier escenario. Me preguntaba cuándo sería el día en que alguien me regalara una, pues debería ser muy bonito.
—INVERZO —exclamé, intentando abrir el portal una vez más.
Caminé girando la cabeza de un lado a otro para asegurarme de que nadie me estuviera observando. Cerré los ojos para atravesarlo y, cuando los abrí, no había sucedido absolutamente nada. Simplemente llegué al otro lado del camino, pero no a Evermoorny.
—No se suponía que ya deberíamos estar del otro lado —bufó Fier, visiblemente intranquilo. Su nivel de paciencia era tan bajo que me sorprendía que aún no se hubiera alejado de mí. Aunque, en el fondo, me alegraba, porque de haberlo hecho, ya estaría más que sola—. Este es el quinto intento.
Tratando de no perder la paciencia, me dispuse a contestarle.
—Agradece que no he quemado el bosque, considerando que es la primera vez que lo intento sola.
—¿Y qué faltaría para que lo quemes? —respondió en un gruñido.
—No sé, tal vez hacerte enojar lo suficiente para que ardas en llamas —me encantaba hacerlo enojar, aunque eso implicara una posible ráfaga de fuego saliendo de su boca.
—¡No dirás lo mismo cuando tu cabello se pulverice! —contestó, dedicándome una pequeña sonrisa de maldad absoluta—. Mejor ponte a pensar en el encantamiento, en vez de perder el tiempo tratando de irritarme.
—Seguiría discutiendo contigo con gusto, pero te dejaré ganar esta vez porque, en serio, necesito recordar ese encantamiento —admití, suspirando.
Mi memoria a corto plazo nunca había sido tan buena como se suponía que debía ser a mi edad.
Lo que me tranquilizaba de todo esto era que había salido muy temprano de casa, pues había decidido venir sola, puesto que era preferible a pasar todo el rato escuchándolos hablar de mí como si no estuviera presente. La tía Anna me había dicho que el viernes llegarían mis tíos, lo cual no me emocionaba en lo más mínimo, pues sabía que tendría que despedirme de la poca tranquilidad que había disfrutado en casa esos días.
—INVERTO —volví a decir mientras atravesaba nuevamente los dos árboles, esperando al fin haber acertado.
Pero, claro, no podría ser Kathrina Moonlight si lograra algo sin batallar un poco más.
Fier estaba a un gramo de explotar de impaciencia, y yo sentía que aún era demasiado joven para quedar calva.
—¡Ahhhhh! ¡No puede ser en serio! ¿Y ahora qué haremos?
El sonido del motor de un carro acercándose interrumpió el inicio de nuestra pelea. Inmediatamente corrí hacia unos arbustos cercanos que eran lo suficientemente grandes como para esconderme. En ese instante apareció una camioneta roja, bastante lujosa, con los vidrios polarizados, impidiendo ver quién venía dentro. Lo único que se alcanzaba a distinguir era el chofer.
—INVERZER DECTRUM —gritó de repente el hombre que conducía. Me sorprendí tanto que retrocedí bruscamente, empujando a Fier, que estaba detrás de mí, y cayendo ambos en otro arbusto cercano.
El destino parecía estar de mi lado ese día: ya sabía la contraseña, y la camioneta había avanzado lo suficiente como para no oír el tremendo alboroto que habíamos causado. Me levanté con cuidado y volteé a ver a Fier, quien me fulminaba con la mirada. No podía creer que le molestara tanto si ni siquiera lo había aplastado, pues él había flotado muy lejos. La que debería de estar molesta era yo, pero ese no era mi mayor problema en ese momento.
Las ramas se habían quedado enredadas en mi cabello y parecían no querer salir de ahí, ocasionando que entrara en un conflicto con mi desordenado peinado.
A veces me preguntaba hasta dónde podría llegar mi torpeza. Incluso podría llegar a matarme un día de esos. Tal vez sonara dramática, pero no era así. Una vez estuve a punto de ser atropellada por un carro mientras caminaba por las calles con mis hermanos, quienes, como siempre, ni siquiera me prestaban atención.
Recuerdo que iba muy atrás de ellos, observando los decorados navideños de las casas y lo bellos que lucían. No podía dejar de compararlos con los de la casa de mis tíos, que, aunque eran más lujosos y caros, no aportaban el calor que debería sentirse en Navidad. Solo hacían más colorida la frialdad que se respiraba en esa casa. Cuando finalmente volví en sí, mis hermanos ya estaban del otro lado de la calle y, como toda niña tonta, olvidé la primera regla que mamá me había dado para cruzar: «Fíjate en ambos lados antes de cruzar».
Confiando en mi inmortalidad, corrí sin darme cuenta de que un carro se acercaba. De no ser porque el conductor logró frenar a tiempo, ya no estaría en este mundo. Solo pude oír los gritos asustados de Christopher y Ralph preguntando si estaba bien. Pensándolo de otra manera, esa fue la primera vez que mostraron interés por mí frente a Allen, que solo me miraba despectivamente desde la banqueta.
—INVERZER DECTRUM —pronuncié esta vez de manera correcta, estando frente a los enormes árboles.
No pude evitar dar brincos de emoción al notar que, en esa ocasión, el portal se abrió y me dio paso hacia Evermoorny.
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Editado: 04.01.2025