Memories: Verdades Ocultas [#1]

5.- HABITACION Y FORTALEZAS

Mi parte favorita de la casa siempre había sido mi habitación, porque era ese espacio en el que solo existías tú y podías ser tú mismo sin restricciones. Muy a menudo la imaginaba como una fortaleza que me mantenía protegida del exterior y me brindaba la sensación de estar a salvo.

La única compañía que tenía allí era, y por lo visto siempre serían, Mish y Fier. Tal vez en algún momento más adelante, cuando ya no tuviera tanto miedo de que pudieran romper nuestra amistad, invitaría a Hailyn o tal vez a Miles a pasar el rato y platicar.

Pero para que eso sucediera faltaba demasiado tiempo, y no porque no me agradara la idea, sino por dos poderosos motivos llamados Allen y Ariday. Le agradecía muchísimo a Christopher que no hubiera mencionado nada acerca de mi nuevo amigo. De hecho, ninguno lo hizo. Me resultó aún más extraño que Allen tampoco lo mencionara. Pero no lo pensé demasiado y terminé suponiendo que ese día ni siquiera tenía las suficientes ganas de molestarme. Fuera lo que fuera, agradecía que solo se hubiera limitado a ignorar que me encontraba en el maletero del coche. Parecía emocionado e inquieto, como si ansiara llegar a casa. Y vaya que lo ansiaba, porque al llegar nos topamos con dos sorpresas.

  1. Mis tíos no llegarían hasta el viernes, pero habían adelantado su llegada.
  2. Nos esperaban con dos autos convertibles en las puertas de la mansión.

Primero pensé que un auto sería para Allen y otro para Christopher, ya que Ariday ni siquiera sabía manejar. Pero incluso yo me sentí mal por Chris cuando dijeron que un auto era para Allen y el otro para Ariday. Aunque él no pareció sorprenderse. Tal vez porque sabía que ella era su hija y él no, o porque todos éramos conscientes que ellos preferían más a Allen sobre nosotros. Y era comprensible hasta cierto punto, ya que de los cuatro, Allen era quien siempre convivió más con papá y, de alguna manera, lo hizo a su imagen y semejanza, encajando a la perfección con ellos.

La única diferente de los tres hermanos Moonlight siempre había sido la tía Anna. Era tan contraria a lo que fue mi padre y a lo que era mi tío Stefano que sus personalidades chocaban, y la mayoría de las veces que convivían terminaban peleando. Suponiendo que por ese motivo mi tía siempre había preferido viajar antes que convivir con su hermano. Y no la culpaba; no era fácil soportar su carácter frío, altanero y cerrado.

Siempre había extrañado a mi madre, pero había ocasiones en que lo hacía con mucho más fervor. Tanto, que me preguntaba qué habría pasado si yo no hubiera ido por mi helado ese día. ¿Estarían vivos aún? ¿O simplemente habrían fallecido de otra forma, cumpliendo su destino? No lo sabía, y creo que nunca lo averiguaría, porque "lo que hubiera sido" no existe y nunca existirá.

Tal vez suene muy loco, pero siempre había sentido muy dentro de mí que su muerte no fue causada por un simple asalto. No lo sé; tal vez solo sea una parte de mi subconsciente que quería liberarse de la culpa. Tenía mis dudas, siempre las había tenido. Pero lo que nunca había tenido eran indicios que me ayudaran a saber si eso podía ser cierto.

Aunque si los tuviera, no sabía si tendría el valor suficiente para investigar. Tal vez lo haría por mis padres, por saber la verdad y quién lo causó. Ellos merecían justicia. Pero ya me estaba yendo muy lejos. Solo era una pequeña parte de mí la que me lo decía. Aunque en mi recuerdo, que había regresado en forma de sueño hace unas semanas, sí se veía lo que pasó. A pesar de que sus rostros eran borrosos y algunas partes parecían incompletas o silenciadas, podía recordar ese día.

Yo iba por un helado, después de estar aburrida toda la tarde encerrada en el auto esperando a que terminara el baile del equinoccio de otoño. Luego, conocí a un chico extraño que pagó mi helado y, con unas simples palabras, me ayudó más de lo que cualquier persona lo había hecho en mi vida. Más tarde, volví por la calle hacia el coche y me encontré con mi madre en la entrada de un callejón. Estaba un poco alterada y sorprendida de verme. Segundos después, mi padre salió enojado del callejón y dijo que teníamos que irnos. Pero unas personas nos interceptaron y nos hicieron retroceder. Mi madre me abrazó, se escucharon dos disparos y vi a mis padres tendidos en el suelo, rodeados de sangre y sin vida. Se escuchó otro disparo directo hacia mí, pero todo se volvió oscuro y nada más.

Eso fue lo que pasó. Iban a buscarme y fuimos atacados. Últimamente me gustaba torturarme un poco recordándolo. Tal vez sí merezca todo lo que me hacen y dicen.

Con ese pensamiento me dirigí a mi ventana, donde se encontraba Mish sobre mi pequeño librero observando hacia afuera. Era nuestra actividad favorita: chismear por la ventana. No se veía más que el patio de los Grand, nuestros vecinos. Aunque nunca convivimos, sabía que eran una pareja de ancianos a quienes sus nietos e hijos visitaban muy de vez en cuando. A veces me sentía mal por ellos, pues estarían completamente solos si no fuera por Tonks, su perro husky, y Odin, un gato amarillo que visitaba a Mish de vez en cuando.

Pero yo, como buena madre, siempre lo espantaba lejos de mi bebé.

Ellos eran los vecinos más cercanos que teníamos. A mis tíos siempre les había gustado vivir en las afueras por varias razones, pero la principal era que así el secreto de que somos una familia de brujos estaba a salvo. Además, eran demasiado reservados como para convivir con alguien más.

Comencé a acariciar la cabeza de Mish, y ella empezó a ronronear. Vuelvo a mencionar que nos encantaba mirar por la ventana, aunque era consciente que ella esperaba a Odin, no soy tonta. Mi bebé ya había crecido y esperaba a su príncipe azul, bueno, en este caso, era un gato amarillo.




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