Memories: Verdades Ocultas [#1]

7.- VANELY

Me encontraba en mi habitación escuchando música, pues intentaba relajarme después de mi agotadora primera semana de clases. En esos instantes sonaba Set Fire To The Rain de Adele, que desde que tenía uso de razón había sido mi canción favorita y siempre me ayuda a concentrarme en momentos como ese, pues estaba practicando algunos encantamientos que nos había enseñado la agradable profesora Graham, que a diferencia de los que los otros profesores nos empezaron a mostrar, esos ya tenían un mayor grado de dificultad.

Nos había enseñado tres encantamientos, pero el único que ya me salía era el de la levitación de objetos, el cual era el más sencillo de todos. Claramente el costo de haberlo controlado eran varias cosas estrelladas en el suelo, hasta que al fin logre levitar algo por más de un minuto.

Hice el ligero movimiento de muñeca que nos había recomendado el profesor Eros en su clase, pues según él nos iba facilitar más las cosas en la clase de encantamientos y en la suya.

—DEMESTRO —pronuncie y la característica ráfaga de color vino salió disparada de mi mano, impactando contra un jarrón y destruyéndolo en mil pedazos que saltaron por toda la habitación—. ¡Demonios!

Tuve que cubrirme el rostro con mis brazos, para que ningún cristal se me incrustara en este. En ese pequeño instante, antes de sentir los cristales incrustados en mi piel, una imagen llego a mi mente. En ella se veían a dos sombras observándome desde el bosque, una de las dos empezó a arder en llamas y la otra solo llevo su dedo índice hasta sus labios.

Eso me desconcertó demasiado, haciendo que quitara los brazos de mi cara rápidamente. Vi unos hilos de sangre recorriéndolos, así que comencé a buscar desesperadamente algo para pararla. Trate de esquivar los cristales esparcidos por el suelo, antes de que la alfombra color hueso se manchara de rojo y eso pareciera una escena del crimen. Como no encontré nada próximo, decidí ir a mi balcón, para dejar que la sangre de mi brazo escurriera al vacío hasta caer sobre el jardín.

Podía estar pareciendo una loca haciendo encantamientos destructivos con cristal en mi habitación, era consciente de ello, pero juraba recordar que ese era el que volvía a las cosas invisibles. Lo único que me reconfortaba era que había encerrado a Mish en el baño por seguridad y Fier se había metido por voluntad propia, pues sabia lo destructiva que podía llegar a ser a veces.

Antes de salir, le grite a Fier.

— Podrías buscar algo con lo que pueda parar la sangre, por favor.

A quien le gritas, no hay nadie contigo —me contesto este por nuestra conexión telepática, que del susto se me había olvidado que teníamos.

A ti. Apúrate que estoy desangrando y moriré.

Me dejas tu teléfono como herencia, ya que no tienes otra cosa de valor.

¡Deja de jugar y apúrate! Estaré en el balcón.

Abrí la puerta de mi balcón y salí para recargarme en el barandal. Observe la hermosa vista que tenía desde este. Siempre me había quejado de la manera en la que me trataba mi tío, pero en realidad tenia demasiado que agradecerle, puesto que a pesar del desagrado que tenía hacia mí, nunca me ha dejado sin un lugar donde dormir o sin comer. Tal vez en el fondo, pero muy en el fondo no era tan malo como aparentaba.

—Miaaauuuuuu —por un momento pensé que Mish se había escapado del baño. Pero cuando volteé me encuentre con nada más y nada menos, que, con la silueta amarilla de Odín, que me observaba desde la esquina de la terraza—. Miau.

Aunque nos odiáramos mutuamente, debía de admitir que extrañaba pelear con él los días que desaparecia.

—Pensé que ya nos habíamos desecho de ti, desde hace días —comente al notar que él empezó a avanzar hacia mí, subiéndose al balcón—. Pero eres como las plagas, imposible de eliminar.

—Miau —me respondió, estando prácticamente a lado de mí—. Miau.

—Sé que es imposible deshacernos de ti al parecer, pero aun así tenía la esperanza —él estuvo a punto de empezar a pegarme manotazos, pero al ver la sangre empezó a retroceder—. ¿Te da miedo? Pues mira de cerca, mira —le fui acercando mi brazo, al mismo tiempo que el retrocedía—. Vamos pégame como siempre lo haces.

—A veces me preocupa tu estado mental Kathrina —interrumpió Fier, que traía una enorme playera en sus garras, bueno al menos en comparación a él parecía la prende más grande del mundo. Aunque debo admitir que me sorprende su fuerza, a pesar de su diminuto tamaño—. Acosar a un gato, es mucho peor que hablarles.

Tomé la playera, y comencé a tratar de detener la sangre.

—Gracias, pero para aclarar no lo estaba acosando, solo le enseñaba mis heridas ¿verdad Odín? —me comenzó a gruñir como si estuviera intentando matarlo—. Ves, dice que me ama.

La sangre parecía no querer parar, aunque creía que era porque no he sacado los cristales que están incrustados. Dejé a ambos en la terraza y empecé a buscar desesperadamente en mis cajones, una pinza o algo útil para sacarlos. La playera iniciaba a ponerse aguada por toda la sangre que está absorbiendo, y el plan de no manchar la alfombra empezaba a fracasar.

Se me dificultaba más buscarlas con un solo brazo, pues realmente parecía que las cosas cuando más las necesitabas jamás aparecían. En mi desesperación, no alcance a escuchar que tocaban la puerta hasta que alguien habló desde el otro lado.




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