Ya habían pasado algunas horas desde que tuve aquel pequeño derrumbe emocional. La carta, junto con la compañía de Fier y Mish, me habían ayudado mucho. Me hicieron sentir mejor de una forma que no podía explicar. Después de todo, no asistir al baile no era tan importante. Nunca había ido a uno, y mi rutina no cambiaría en absoluto. Sin embargo, no dejaba de pensar en qué decirle a mi tía como excusa. No podía contarle la verdad, ya que eso desataría una enorme pelea que podría terminar con su partida.
Ellos ya se habían marchado hacía un rato; entre sueños escuché el motor del carro encendiéndose, pero no quise levantarme a mirar. Deseaba quedarme en mi cama indefinidamente. Y lo habría hecho, de no ser porque alguien llegó de visita y exigió, junto con Mish, que los alimentara. Exacto, había llegado Odín. Así que, a regañadientes, me levanté de la cama, cuidando de no marearme por el movimiento.
Me acerqué al mueble donde guardaba las croquetas, y al abrirlo noté que mi teléfono se encendió con una notificación. Lo tomé junto con la bolsa de croquetas para verlo un rato y pasar el tiempo.
—¡MIAU! ¡MIAU! —maullaron ambos gatos al mismo tiempo.
—¡Ya voy, tragones!
No pude evitar gritarles al sentirme presionada, mientras vaciaba las croquetas en su plato.
Observé cómo los dos comían como si no lo hubieran hecho en días. Regresé la bolsa a su lugar y volví a sentarme en la cama con mi teléfono. A propósito, este teléfono era un regalo de mi tío John del año pasado.
Al encenderlo, el brillo me lastimó los ojos, y por reflejo lo arrojé sobre la cama. No recordaba que tuviera tanto brillo; quizá se debía a que con los lentes todo se veía más oscuro. Lo tomé de nuevo y ajusté la configuración. Cuando por fin pude ver la pantalla, me encontré con un sinfín de notificaciones de mensajes. Abrí una de ellas, que me llevó directamente al chat. Aunque me daba pena admitirlo, solo tenía cuatro contactos, y dos de ellos eran mis tíos.
Había varios mensajes de Hailyn y Miles felicitándome. Ya les había contado que asistiría al baile, así que tal vez debería avisarles que ya no iría. Estaba a punto de hacerlo cuando apareció una notificación de mi tía Anna recordándome que a las cinco pasarían por mí. La leí directamente desde la barra de notificaciones, sin abrir el mensaje, para que no se diera cuenta de que no quería responderle.
Por otro lado, mi tío John también me había escrito, avisándome que me llamaría en la noche, ya que mi tía le había dicho que estaríamos ocupadas todo el día por el baile. Eso explicaba por qué no me despertó con una de sus espontáneas llamadas como hacía cada año. Aunque a veces me desvelaba, siempre lograban alegrarme el día.
Entré al chat de Hailyn y vi que, según la hora, me había felicitado desde temprano en la mañana. Le respondí agradeciéndole y preguntándole qué estaba haciendo. Luego hice lo mismo con Miles, quien mencionó que me felicitó tarde porque apenas se había despertado. No sabía si era una excusa porque lo había olvidado o qué, pero al final de cuentas, su felicitación era importante para mí.
Como no tenía muchos ánimos para explicarles lo ocurrido a cada uno por separado, creé un grupo donde estábamos los tres y comencé a grabar un audio, esforzándome por sonar lo menos afectada posible.
—Antes que nada, les vuelvo a agradecer por acordarse, chicos. Bueno, para no hacer este audio demasiado largo y quitarles tiempo con un no-chisme, les cuento que no iré al baile. Ariday incendió mi vestido y, sinceramente, ya no tengo ánimos. Así que, por favor, diviértanse por mí y tomen muchas fotos. Reporte finalizado. Nos estamos viendo.
Terminé de grabar justo cuando Fier irrumpía en la habitación gritando no sé qué cosa.
—Ya se fueron todos, y tu querida prima llevaba un vestido que, honestamente, no me gustó nada.
Preferí no seguir hablando del tema, dolía demasiado.
—Sabes que estaba grabando un audio, ¿verdad? Por suerte lo terminé justo antes de que entraras —le reproché, dejando el teléfono sobre la cama.
—Podías decir que era tu gato o algo. Pero ¿escuchaste lo que te dije?
—Sí, lo escuché —le respondí de manera cortante para que entendiera que no quería continuar la conversación—. Pero también sabes que un gato no habla.
—Está bien, está bien. No quieres hablar de eso, lo sé. Pero...
—Efectivamente, mi estimado amigo —lo interrumpí.
Cuando me miré al espejo, casi me caigo de espaldas. Mi cabello, que antes estaba peinado hermosamente, era ahora un desastre. Intenté quitarme el tocado, pero el cabello enredado me causó dolor al jalarlo. Por si fuera poco, el maquillaje estaba completamente corrido. El delineador negro, que no sabía cómo se llamaba, estaba esparcido por mi cara, seguramente a causa de mis lágrimas. Si fuera Halloween, podría salir así a pedir dulces. Ahora que lo pensaba, nunca lo había hecho.
—Te ves horrible. Deberías bañarte otra vez —me recomendó Fier con su sinceridad brutal.
—Tengo mucha flojera. Además, nadie me verá así.
Lo ignoré y revisé mi teléfono, que no dejaba de sonar. El grupo que ahora, por alguna razón, se llamaba "Escuadrón Suicida Remasterizado", tenía más de cien mensajes.
Abrí el último, que era de Hailyn, y decía:
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Editado: 01.02.2025