Todo ese tiempo había estado sumergida en mi mente, no paraba de pensar en lo que había sucedido en mi cumpleaños. Desde ese día todo en mi cabeza se encontraba muy revuelto, llevaba dos días así, y había estado encerrada todo este tiempo en mi habitación. Me aliviaba en cierto punto que mi tío John me hubiese ayudado a inventar una excusa convincente por lo del baile, así mi tía ya no había indagado mucho en ello.
Había decidido no ir al comedor a almorzar, a pesar de sus insistencias no cedi, pues prefería salir a las bancas que se encontraban en el patio de enfrente de la escuela, para seguir buscando información en los libros que me había dado mi tía. No los había querido leer adentro porque las teorías que me armo al leerlos y mis expresiones, no ayudarían a nada en mantener un perfil bajo.
—Ahh, ¡no se puede leer bien! —dije cerrando el libro de golpe y poniéndolo sobre la banca, junto a los otros—. Creo que he caído en un bloqueo.
Pase mis manos con desesperación entre mi cabello, puesto que me estresaba que el libro tuviera partes quemadas. Hailyn tenía razón, debía preguntarle al profesor Eros si conocía algún encantamiento para devolver a la normalidad cosas que fueron afectadas por el fuego. Al final me convencí de hacerlo cuando entráramos a su clase, que para mi suerte era la que seguía.
Hasta ese momento había encontrado algo que fácilmente llamo mi atención, pero que se encontraba en una de las páginas más quemadas. El capítulo se llamaba ¨juegos mentales y magicos¨; lo poco que se alcanzaba a leer, hablaba sobre un tipo de encantamiento o conjuro que afectaba tus recuerdos, alterándolos o borrándolos, y algo acerca de cómo detectarlos. Pero eso, para mi mala suerte se encontraba en la parte consumida por las llamas.
Inhale y exhale lentamente, tratando de mantener la calma y no explotar en el intento.
No sabía dónde más podría buscar, si es que no tenían solución estos libros. Claramente podría comprar otro ejemplar, pero si le preguntaba a mi tía donde los consiguió, empezaría a sospechar. Otra opción era la biblioteca de la escuela, pero el fantasma loco que se encontraba ahí, hacía que descartara esa idea por el momento.
Después de guardar todo en mi mochila, agache mi cabeza para observar el suelo, que se encontraba mojado gracias a la lluvia de esa mañana. Estuve así unos segundos, hasta que vi unos cuantos pares de zapatos que se encuentran frente a mí. Levante mi cabeza solo para encontrarme con las personas que menos deseaba encontrarme, pues se encontraban Ariday, Allen y algunos de sus amigos. No estaban ni Christopher, ni Ralph con ellos, lo cual era muy raro.
El hecho que estuvieran ahí, no era nada bueno y eso podía asegurarlo. Debía esperar lo peor, pero sabía que no iba a dejar que se metieran con mis libros otra vez. Ya no los dañaran más.
—Miren nada más a quien tenemos aquí —hablo Allen en tono de burla.
Tiré mi lápiz al suelo y fingí que me agachaba a recogerlo, aunque en pondría en práctica un pequeño truco que nos había enseñado el profesor Eros. Por una vez en mi vida pensaba al menos intentar hacer algo para que no se me acercaran.
—HELIOM INVESEL —susurré lo más bajo que pude poniendo mi mano sobre el suelo, el agua que se encontraba en este se congelo al instante.
El truco estaba en que no se veía que estaba en ese estado, ante los ojos de los demás solo estaba el charco. Recordaba que nos había especificado que podríamos hacer bromas con el, pero en mi caso serviría como un tipo defensa.
Pues era hielo invisible.
—Veamos que tienes en tu rupestre mochila, tráela Trysen —ordeno ella, a uno de los chicos.
Me levante presurosamente, poniendo mi mochila tras mi espalda en modo ofensivo. Un chico pelinegro se empezó a acercar lentamente, denotando algo de pena en su rostro. En ese momento sentí lo mismo que él, por lo que estaba a punto de pasarle, sin embargo, ese sentimiento se esfumo cuando resbalo y cayó al suelo de un sentón.
Estuve a punto de estallar de risa, pero me mantuve inexpresiva con un esfuerzo sobrehumano.
—¿Qué demonios haces? —lo reprendió Allen—. ¡Levántate!
Se intentó poner de pie, pero no dejaba de resbalarse.
—¡No puedo! ¡Está muy resbaloso! —exclamo el chico, rojo de la vergüenza.
—Como no te vas a poder parar —se acercó Allen, pero también se resbalo. Aunque no cayó al suelo porque se detuvo de uno de sus compañeros—. ¡Qué demonios!
Internamente estaba disfrutando ese espectáculo, deseando haber tenido mi teléfono en ese momento para grabarlos. Lo mejor era que ellos ni siquiera se imaginaban lo que había hecho.
Salí de mi felicidad interna, por un grito proveniente de Miles.
—¡Déjenla en paz! —en el tiempo que llevaba de conocerlos, jamás lo había visto tan molesto.
Allen empezó reírse, siendo seguido por Ariday.
—Acaso se sienten orgullosos de molestar a una chica que no puede defenderse —les reprendió Hailyn con un tono demasiado tajante, lo que hizo que pararan de reír y los miraran furiosos.
—Y que harán al respecto —los reto Ariday.
Miles dio unos pasos al frente.
—Esto —elevo su mano—. INPULSIO.
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Editado: 01.02.2025