Memories: Verdades Ocultas [#1]

16.- EL ARBOL SABIO

¿Cómo sabía quién era? Esa pregunta no dejaba de resonar en mi cabeza desde hace unos segundos, o tal vez minutos.

No podía articular ni una sola palabra; me encontraba completamente estática, atónita, ni siquiera podía moverme. Hailyn estaba igual, con la diferencia de que ella no podía dejar de admirar el árbol con la boca abierta. En cambio, yo solo esperaba que mi voz regresara para descargar todas las preguntas que hervían en mi mente.

—¿Cómo sabes mi nombre? —le cuestioné en cuanto mis cuerdas vocales me lo permitieron.

—Yo sé muchas cosas, creo que eso ya lo deberías saber —respondió el tronco con una voz ronca y ancestral—. Y si estás aquí, quiero suponer que es porque necesitas mi ayuda, ¿o me equivoco?

Su voz, por alguna razón, me causó una paz indescriptible. Era tan relajante que por un momento olvidé lo extraño de la situación.

—Sí, esa es la razón por la que estamos aquí —dijo Hailyn, aún con los ojos brillando de asombro.

—¿Qué eres? —pregunté en un susurro apenas audible.

—Fui, soy y siempre seré lo mismo que eres tú.

Su respuesta me dejó aún más confundida. Yo no era un árbol, y él claramente no era humano. Eso era más que obvio.

—Sé lo que estás pensando, pero para que puedas entenderlo necesitas saber toda la historia. Y solo hay un libro donde está completamente escrita —extendió una de sus ramas, revelando un libro marrón con una portada adornada con destellos dorados y un enorme ojo en el centro. Apenas pude admirarlo porque, casi al instante, lo volvió a esconder entre sus ramas—. Será tuyo al final de nuestra plática. Solo te diré que, aunque ahora ya no se ven mis antiguos ojos, alguna vez brillaron tanto como un cristal.

En ese momento comprendí a lo que se refería, alguna vez tuvo mis mismos ojos. ¿Estaba destinada a convertirme en un árbol? No debía distraerme con eso ahora; tenía que enfocarme en lo que realmente importaba.

—¿A qué se refiere? —preguntó Hailyn con cierta duda en su voz.

—Espera —puse mi mano en su hombro—. ¿Sabes por qué estoy aquí?

—Sí, lo sé. ¿Podrías prestarme tus manos?

Extendió dos de sus ramas hacia mí. Aun dudando, obedecí y puse mis manos sobre ellas.

Una serie de recuerdos aparecieron en mi mente: los mismos del sueño y los que habían regresado en mi cumpleaños. Pero, de nuevo, una oscuridad total me envolvió y un dolor punzante me atravesó la cabeza, obligándome a soltar un grito ahogado mientras caía al suelo. Sujeté con fuerza mi cabeza, tratando de controlar el insoportable dolor que me desgarraba por dentro.

—¿Qué le hiciste? —gritó Hailyn al árbol, corriendo hacia mí—. ¿Estás bien? ¡Dios mío! ¿Qué hago, Kath?

—Tranquila… es normal —articulé con dificultad.

El dolor, poco a poco, comenzó a desvanecerse, pero aún era fuerte.

El silencio se instaló entre nosotros. Pasaron unos minutos que se sintieron eternos antes de que, con ayuda de Hailyn, lograra reincorporarme. Me sentía débil, pero aún podía mantenerme en pie.

—¿Te encuentras mejor? —preguntaron ambos al mismo tiempo.

—Sí —respondí con un hilo de voz mientras me llevaba una mano a la sien—. ¿Qué es lo que me pasa?

—Es más complicado de lo que creí —su respuesta hizo que reaccionara de manera abrupta, lo que ocasionó otra fuerte punzada en mi cabeza—. Es magia muy antigua y poderosa, podría decirse que se creía perdida en el tiempo. Alguien modificó tus recuerdos y los borró con un hechizo llamado Memories.

La sorpresa me sacudió con tal fuerza que volví a caer al suelo, arrastrando un poco a Hailyn conmigo. El árbol sopló un polvo dorado sobre nosotras, y sentí cómo mi energía regresaba lentamente.

—Por si se lo preguntan, es un polvo mágico igual de antiguo.

—¿Podrías entonces revertir el hechizo que implantaron en ella? —cuestionó Hailyn mientras me ayudaba a levantarme de nuevo.

—No.

Levanté la cabeza con una velocidad sorprendente. ¿Por qué no podía hacerlo? ¿Qué clase de hechizo era ese?

—¿Pero qué clase de encantamiento es?... ¿Qué puedo hacer?... ¿Por qué regresaron entonces? —las preguntas salían atropelladas de mi boca, desesperadas, suplicando por respuestas—. Por favor…

—Kath, ven —Hailyn me jaló suavemente hacia atrás—. Debe haber alguna forma, ¿no?

Me encontraba deshecha. Todo en mi mente era un torbellino de miedo, frustración y angustia. Sin embargo, una chispa de esperanza brillaba aún dentro de mí.

—Sí hay una forma. Tal vez no los recuperes por completo, pero sí existe un camino.

Levanté la cabeza y lo miré fijamente, aferrándome a sus palabras como si fueran mi última esperanza.

—Pero antes responderé tus preguntas. Debes entender todo.

Asentí mientras me secaba las lágrimas que habían empezado a rodar por mis mejillas.

—En la antigüedad, cuando comenzó la quema de brujas, muchas decidieron destruir sus libros de magia. Así, hechizos poderosos se perdieron entre las llamas —sus palabras resonaban con gravedad—. Pero un grupo rebelde creó un libro con los encantamientos más oscuros y perversos: el Devilmoor. Se creyó perdido, pero ahora que te veo aquí, confirmo que alguien lo tiene y planea usarlo para algo terrible.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.