Memories: Verdades Ocultas [#1]

17.- OTRO DÍA

Me alegraba en cierto modo haber leído todos esos libros en la biblioteca, pues se me habían facilitado un poco los exámenes de astrología y encantamientos que teníamos hoy. Aunque por otro lado al ser la primera en terminar, tenía que salirme antes del salón y eso no era tan divertido que digamos. Pero en estos instantes lo necesitaba. Quería estar sola unos segundos, contarles la historia a medias ha Hailyn y Miles me había agotado. Además de que todo el lio en mi cabeza me estaba consumiendo. Lo que me reconfortaba es que, aunque nos costó un poco convencerlo, al final accedió a ayudarnos a entrar a Graham. Haríamos el atraco después de noche de brujas.

Esa noche Hailyn y Fier se habían conocido, ella me hizo muchas preguntas sobre él. Pero obviamente no sabia responderlas, estaba demasiado confundida todavía. Según lo que se sabe no podía obtener magia sin hacer un trato con lucifer, pero el árbol me dijo que teníamos los ojos de un ángel. Aunque también existen los ángeles caídos, ¿no?

Ya no sabía que creer o pensar, la única respuesta se la había llevado aquella sombra que parecía estarme siguiendo. En estos momentos me encontraba deambulando por los pasillos, meditando todo esto. Mi objetivo era llegar a la biblioteca, en serio que necesitaba dejar de pensar un rato en todo y leer me ayudaba demasiado.

No había encontrado a casi nadie por aquí, eran muy pocos los estudiantes que había visto caminando mientras charlaban sobre lo difícil que había estado el examen, o sobre de las calificaciones que creían haber sacado. Yo solo deambulaba por ahí como alma en pena. Hasta que escuche un grito proveniente de uno de las tantas puertas que había en la planta baja, me desconcertó en cierto modo haciendo que mi sentido de supervivencia se activara. Últimamente había estado demasiado alerta, no podía olvidar a la criatura que estaba en mi balcón, o las personas que vi en el boque.

Dudando de mi buen juicio decidí acercarme lentamente a la puerta, tal vez en realidad alguien necesitaba ayuda ahí dentro. Además de que no creo que los encapuchados puedan entrar a la escuela ¿o sí?, pues no lo sabía, pero pronto lo averiguaría, pues la perilla ya casi terminaba de girar entre mis manos.

Abrí la puerta preparándome para cualquier cosa, pero o sorpresa, no había nada mas que un cuarto oscuro. Parecía ser solo un espacio vacío y sin nada de luz, un lugar hueco, donde no había nada más que una profunda oscuridad.

—Aquí vienen a parar todos los que no hacen correctamente su transfiguración —hablo un chico a mis espaldas de repente, lo que me ocasiono un deja vu pues Miles llegaba de la misma manera. Volteé algo sorprendida y me encontré con Sayer—. Perdón por asustarte no fue mi intención —se disculpó tímidamente.

—No te preocupes, estaba distraída y simplemente me sorprendí—dije, una vez salí de mi trance.

—Sí, vi que estabas concentrada viendo la oscuridad, ¿te pasa algo? —preguntó, poniéndose a mi lado. Al verlo ahí, pude deducir que al parecer todo el mundo era mucho más alto que yo.

—No, solo que escuche un grito proveniente de aquí —le conteste algo nerviosa, por lo ocurrido la ultima vez que nos vimos.

—Ah era eso, pues ha de ser uno de los alumnos que te digo.

—¿Se quedan ahí para siempre? —tragué saliva de tan solo pensarlo.

—¡No, como crees! —exclamo de repente, empezando a reír como si hubiera dicho el chiste más gracioso de la historia. Su risa era muy contagiosa, tanto que yo también comencé a reírme junto a él sin motivo alguno—. El señor Maclaggen los sacara en cuanto termine su examen.

Asentí, mientras paraba de reír.

—¿En que grado enseñan a transfigurarse? —le cuestioné para tener un tema de conversación, necesitaba dejar de pensar un rato en todo.

Ese día que nos vimos en el arco no sé cómo fluyo todo, fue tan natural. Ahora me encontraba nerviosa ante su presencia, pero supongo que podría acostumbrarme como lo hice con Miles.

—En tercero, pero debo admitir que ya me siento nervioso —se empezó a mover en su lugar—. Creo que me tendrán que sacar de aquí muy seguido.

—Yo también lo creo —vi cómo se puso aún más nervioso, pero no entendí porque hasta que volví a reflexionar mis palabras—. No pienso que tú, si no que yo —hable nerviosa, era un asco cuando me ponía así. Suspiré y pensé cada una de mis palabras, pues él me miro muy confundido mientras ladeaba su cabeza—. Lo que quise decir, es que yo también creo, que si tuviera magia para transfigurarme terminaría aquí.

—No lo creo. Siento que serias una bruja muy talentosa —eso hizo que mis mejillas comenzaran a arder, lo cual me obligo a retirar mi mirada de manera nerviosa.

—Gracias, yo también pienso eso de ti —solté en un susurro apenas audible.

—Gracias —me respondió tranquilamente—. Por cierto, ¿qué haces por los pasillos sola?

Eso me tomo por sorpresa, pero me alivio que cambiara el tema, pues se estaba volviendo incomodo el ambiente, al menos para mí.

—Terminé el examen antes que los demás y pues me tuve que salir, iba a la biblioteca de hecho —eso lo sorprendió, pues su rostro demostró confusión—. ¿Pasa algo?

—Entonces tu eres la chica a la cual ese fantasma si deja entrar —eso hizo que el rojo de mis mejillas desapareciera, para dar paso a un casi desmayo.




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