Acababa de salir de la clase de magia elemental, esa vez sí le había podido preguntar al profesor Eros sobre algún encantamiento para devolver las cosas quemadas a su estado original. Tuve que inventar la excusa de que mi tía me lo había pedido, así que lo único que esperaba es que nunca se encontraran.
Iba por el pasillo en dirección a las escaleras, pues quería irme lo antes posible para aprovechar la tarde con mi tía. Había estado pensando y lo mejor sería ser muy discreta. Ciertamente debía agradecerle a Miles, porque sin la idea del punto de inicio estaría igual de confundida. Aunque tampoco es que pudiera decir que ya estuviera muy lucida mi mente, pero al menos tenía claro cómo podría iniciar todo, o bueno, al menos lo relacionado con lo de la manipulación de mis recuerdos, porque lo de los encapuchados del bosque aun no tenía una explicación lógica en mi mente.
Pensándolo bien, ni siquiera tenía un esclarecimiento racional, o al menos yo no encontraba alguno. Por eso odiaba haber perdido ese libro que me dio el árbol, pues estaba segura que tenía todas las respuestas a mis preguntas. Sin embargo, ahora habían surgido más interrogantes que rondaban mi mente cada vez que recordaba lo sucedido aquel día: ¿por qué se lo llevaría ese chico encapuchado?, ¿acaso no le convendría que me enterara de algo?, ¿él sería el mal del que hablaba el árbol?
Aquel encapuchado, al cual apode ¨chico cuervo¨ por lo sucedido en la cueva; me intrigaba, a pesar de que sabía que podría ser alguien peligroso. Me asustaba pensar que me había estado vigilando todo ese tiempo, pero, aunque pareciera contradictorio, algo me atraía a ambos encapuchados. Si, los dos, porque últimamente había estado soñando con la capa color escarlata de aquella mujer. ¿Estarían ambos juntos?, esa pregunta no podía responderla, pues el día que la vi a ella, él fue el que la ataco. Tal vez me estaba pidiendo ayuda, y yo solo salí huyendo de ahí.
Me obligué a salir de mis pensamientos en cuanto estuve a punto de rodarme por las escaleras, pero mis reflejos actuaron más rápido y pude sostenerme rápidamente del muro de piedra que se encontraba en su orilla. Antes de siquiera preocuparme por eso, me asegure que nadie me hubiera visto.
Recorrí todo el pasillo de la primera planta con la mirada, pero nadie pareció darse cuenta, lo cual me hizo suspirar aliviada. Todos se encontraban perdidos en su mundo, pero para mí mala suerte aquel rubio de ojos verdes no lo estaba. Pude ver como Sawyer se estaba riendo de mi mientras se acercaba hacia las escaleras, no podía negar que era muy guapo y tenía una hermosa sonrisa. Tal vez fuer por eso que me le quede viendo como boba, hasta que él me hablo sacándome de mis pensamientos.
— ¿Te encuentras bien, Kath? —me esperó al pie de la escalera, mientras yo terminaba de bajar.
Hasta para mí eso fue extraño, pues parecía un típico momento de un libro de romance.
—Sí, es que no venía prestando atención al camino —dije una vez llegué al final de las escaleras.
En ese momento nuestros ojos hicieron contacto y tuve que desviar la mirada por la vergüenza que sentía por lo sucedido el día anterior.
—Creo que es costumbre tuya —sonrió nervioso, pasando sus dedos entre su cabello—. Oye por lo de ayer, quería…
—No, ¡espera! —lo interrumpí antes de que siguiera, al mismo tiempo que dirigía inconscientemente la mirada hacia su cuello. La cadena aun colgaba de él, escondiendo el dije bajo su sudadera—. Perdón por irme así, es que recordé que tenía algo que hacer. He igual estuve algo presionada estos días y creo que fue una descarga de estrés —quite la vista de sus clavículas para que no se sintiera incomodo, aunque al parecer ni siquiera lo había notado—. Mira, te conseguí esto —me apresure a buscar en mi mochila antes de que él me respondiera, cuando lo saque de ahí y él lo vio, sus ojos se iluminaron de una manera que no había notado antes.
—Pensé que ya no me ibas a escuchar —empezó a reír nervioso, extendiendo sus manos hasta las mías para tomar el libro. En cuanto nuestras manos se tocaron pude percibir un pequeño choque de electricidad entre nosotros, al parecer él también lo sintió pues retiro las suyas riéndose como tonto. En ese instante y tal vez por aquel contacto inesperado, mis piernas empezaron a flaquear de manera descontrolada—. Gracias, enserio que esto es increíble.
—Debes…dármelo el viernes —eso hizo que me sostuviera la mirada por unos segundos, para después volver a ver al libro—. No es por mí, es por el fantasma. Me dijo que te dijera que lo cuidaras, o te iría a arrastrar hasta el infierno —no medite bien mis palabras por lo nerviosa que estaba, pero su expresión de horror me hizo reaccionar—. No te preocupes, no creo que lo haga. Solo regrésamelo el viernes.
—Por si las dudas, lo hare —respondió con voz nerviosa, rascándose la cabeza con incidencia—. Y no te preocupes, yo también me tuve que ir rápido ayer.
—Bueno, no quisiera dejarte, pero tengo que irme rápido otra vez, necesito llegar temprano a mi casa —le ofrecí mi mano como despedida, no sabía porque, pero nuestras interacciones siempre terminaban en momentos incómodos.
—No, amm —se volvió a rascar la cabeza, con un evidente nerviosismo, como meditando si hablar o no—. Yo también ya me voy, pero podría acompañarte al estacionamiento. Es decir, si quieres.
No pude evitar sonreír, me preguntaba si así me vería yo cuando estaba nerviosa.
#708 en Fantasía
#111 en Magia
#3200 en Novela romántica
brujas hombres lobos y demonios, misterio y romance, magia escuela encantamientos
Editado: 04.01.2025