Memories: Verdades Ocultas [#1]

21.- LAS PAREDES ESCUCHAN

Abrí los ojos a causa de toda la claridad que estaba entrando por mi ventana, los sentía un poco hinchados por llorar gran parte de la noche, pues el trágico final de un libro me había destruido. Según yo iba a leer uno de los tantos libros que venían en la caja extraña que recibí en mi cumpleaños, para poder escapar un rato de mi realidad, pero terminé mucho peor. Es que, ¿quién mata a uno de los protagonistas?, pues al parecer Delimar D.V en su libro Limerancia si lo hizo. Solo podía decir que algún día esperaba poder superar esa muerte.

Pero lo que más me había sorprendido era ver que una de las autoras de mis libros mágicos había escrito un romance, pero supuse que era lógico pues Limerancia es una poción muy poderosa de amor.

—Al fin despiertas, ¿a qué hora te dormiste? Lo último que escuche fue que estabas gritando o llorando patéticamente por tu libro —Fier apareció levitando de repente en mi campo de visión, yo solo frote mis ojos lentamente y me propuse a sentarme en mi cama, de otra manera volvería a quedarme dormida.

—Ni yo lo sé, pero ya era muy noche —le respondí, aun con mi voz un poco somnolienta—. Y no fastidies, que estoy de luto.

—En serio que no puedo creer que sigas leyendo libros con ese tipo de finales, siempre terminas llorando —era buen cuestionamiento al cual ya tenía una respuesta.

—Lo que me mata me da vida —él solo negó con su pequeña cabeza, antes de comenzar a levitar por toda la habitación—. ¿Sabes qué hora es de casualidad?

—Es medio día —respondió simplemente, mientras hacía malabares con algunos objetos de mi tocador.

—No puede ser —me queje antes de dejarme caer al suelo, si no lo hacía jamás me pararía de ahí.

—No te preocupes, ayer tampoco bajaste en todo el día. Incluso te trajeron toda tu comida aquí.

—Lo sé, pero no puedo estar encerrada todo el fin de semana, por más que lo desee —me levante poco a poco con pesar, para después aventar las cobijas que tenía enredadas hacia la cama—. Además, debo tratar de reponerme, se me viene otra semana muy estresante y tengo que estar bien.

—Jamás estarás bien hasta que te vayas de este lugar, todos te lo hemos dicho —suspire al escuchar eso, porque sabía que era verdad, pero mamá siempre me dijo que debía quedarme aquí junto a mis hermanos. Y quería hacer al menos eso por ella—. Hasta tu gata debe estar de acuerdo conmigo, ¿verdad?

—MIAU

Enserio que a veces creía que Mish podía comprender todo, pues siempre respondía en el momento adecuado. La observé y pude encontrarla echada en la nueva cama que le había comprado mi tía, cuando le di la noticia se había emocionado demasiado y se corrió a hacer compras convulsivas.

—Lo sé, pero…

Tu mamá —refunfuño Fier algo molesto—. Esa siempre es tu respuesta.

Comencé a caminar hacia mi baño con ese malestar en mi estómago, provocado por lo que me acababa de decir Fier. Trate de alejar esos pensamientos de mi mente unos segundos, pues me concentraría en arreglar un poco mi aspecto. Más bien me daría un baño, porque de seguro me vería como un zombi.

…………………………… ***** …………………………….

La casa se encontraba totalmente vacía, solo podía distinguir a una que otra persona de servicio transitando por ahí. No sabía dónde se había metido todo el mundo, pero no lo pensé demasiado y solo me preocupe por ir a la cocina a desayunar, tenía mucha hambre pues no había comido nada desde el día anterior.

En esos momentos estaba sentada devorando todo lo que tenía enfrente bajo las atentas miradas de doña Cleo y Sophie, yo pertenecía a ese porcentaje de personas que por más que comieran y comieran jamás lograban engordar.

—¿Dónde está todo el mundo? —pregunte mientras devoraba mi sándwich.

—El señor y la señora salieron junto con su hija desde la mañana —respondió Sophie recogiendo los trastes de la mesa—. Christopher encerrado en su habitación, practicando con su guitarra como siempre.

—El joven Ralph y Allen salieron también —agrego Cleo recibiendo los platos de las manos de Sophie.

Suspire mientras apoyaba mi cabeza contra la mesa, por lo regular disfrutaba demasiado estos momentos donde no había nadie en la casa, pero ahora no tenía muchos ánimos de hacer algo. Me limite a observar como lavaban los trastes mientras soplaba algunos mechones que caían sobre mi rostro, ellas estaban hablando sobre algo, pero estaba tan pérdida en mis pensamientos que ni siquiera pude concentrarme en ello.

—Iré un rato al jardín —me levante torpemente de la silla, si me quedaba ahí sentada seguramente me dormiría sobre la mesa.

—Sí, está bien, le dices a Damián que venga a comer por favor pequeña.

—Sí, yo le digo doña Cleo —me despedí mientras me acercaba a la puerta—. Gracias por el desayuno, por cierto, estuvo delicioso.

—Nos dimos cuenta, te terminaste todo —hablo Sophie ganándose un zape en la cabeza, aunque intente no reírme no pude evitarlo—. No me despeine doña Cleo que ya va a venir Damián y no quiero que me vea desarreglada.

Comencé a caminar por los pasillos en dirección a la entrada principal, pues Damián debería estar en el estacionamiento. El eco que se ocasionaba en esta casa era algo siniestro, pero suponía que era normal por su enorme tamaño.




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