A pesar de que estaba totalmente decidida a hacerlo, no podía dejar de sentirme nerviosa por mi próximo enfrentamiento con el Detective Forestes, pues aún lograba recordar cada una de las palabras dichas la última vez que nos vimos. Pero esta vez iba a tener que escucharme, quisiera o no, una vez fuera mi turno pasar. Había convencido a Hailyn y a Miles de que viniéramos lo antes posible, pues al principio se negaron por el estado en el que me encontraba, pero al final accedieron cuando les prometí que descansaría de todo ese asunto lo que restaba de la semana.
Nos encontrábamos en la zona de espera de la comisaria, para mi sorpresa no estaban peleando, ni siquiera hablaban, pues al parecer las decenas de policías que pasaban de un lado a otro los habían intimidado.
Sin duda deberíamos volver más seguido, ese aire a tranquilidad lo era todo.
—Y si nos vamos —propuse, una vez comencé a fastidiarme.
—Estoy de acuerdo contigo —Miles fue el primero en contestar, algo que me sorprendía pues parecía muy interesado en todo este ambiente—. Este lugar es sumamente interesante, cuando te encuentras resolviendo casos, no cuando esperas en estas sillas.
—No, ya estamos aquí y no pienso irme hasta que pasas con ese detective —era justo la respuesta que esperaba de Hailyn.
—Tienes razón —por alguna razón los tres hablábamos cortadamente y con sigilo, estábamos igual de nerviosos por la situación—. Que incómodo.
—Pues yo ya me voy —dijo el pelirrojo tratando de levantarse, sin embargo, Hailyn lo impidió.
—Ni se te ocurra —ella podía ser intimidante cuando quería, pues tenía un tono de voz algo fuerte en ocasiones—. ¿No te gustaba acaso todo esto?
—Sí —me dedique a observar la pelea que estaba por comenzar, si me metía iba a terminar embarrada y conociéndonos íbamos a armar tal alboroto que nos sacarían de aquí a la fuerza—. Pero no.
Me preocupaba el hecho de no saber cómo empezar a explicarle los hechos al detective, pues ni siquiera estaba consciente de cómo explicármelo a mí misma, pero supuse que debería de improvisar. También estaba en aprietos por el simple hecho de que no podía hablar sin trabarme, me costaba demasiado expresar una idea o una situación, lo que me hizo aceptar que sin duda estaba perdida. Algo que supe trataría de hacer, es no decir una tontería que pudiera humillarme frente a ese oficial odioso.
Reflexionando un poco el panorama, caí en cuenta que para contarle todo tenía que decirle sobre el agua angelical, y al hablarle de eso, también debía confesarle sobre el atraco a Graham y para ese punto, el hecho de que tenía magia ya no sería un secreto.
Sin duda no buena idea, aún me consideraba muy joven para terminar tras las rejas, sin embargo, si no lo hacía el caso nunca iba a ser investigado.
— ¡Kathrina! —el sutil y delicado grito de Hailyn en mi oreja ocasiono que regresara al mundo real abruptamente, pues ni siquiera me había dado cuenta en que momento me perdí en mis pensamientos—. ¿Estás bien? Te pusiste pálida.
—Si —respondí aun sin salir por completo de mi trance.
—Te habla la oficial —hasta ese momento me di cuenta que frente a nosotros se encontraba la misma chica que me atendió la otra vez, que ahora que lo recordaba ni siquiera sabía su nombre—. Llevas un rato así.
—Kathrina, un gusto volver a verte por aquí —saludo la oficial amablemente.
—El gusto es mío —respondí con sinceridad estrechando su mano, en realidad me había caído muy bien desde la vez anterior—. Aunque no creí volver por aquí.
—Si vienes a ver a Forester es mejor que vengas de una vez, tiene una cita en veinte minutos —se apresuró a explicar.
—Sí, está perfecto —dije con toda la seguridad que poseía, mientras me levantaba de mi asiento—. Sere rápida, porque esta vez él tendrá que escucharme.
Pude ver una sonrisa de satisfacción en su rostro y en mi par de amigos una de orgullo, ni yo me creía lo que estaba por hacer.
—Tu puedes, Kath —me animaron ambos antes de irme, pues sabían que con esa oración me estaban diciendo mil palabras de aliento más. Lo haría por ellos, habían creído en mí después de todo—. No dejes que ese viejo amargado te vuelva a tratar mal.
Vi como la oficial sonrió al escuchar esto y yo solo me moleste en asentir con seguridad, grite silenciosamente antes de voltearme para liberar toda la presión que estaba acumulando. Volvimos a caminar por la misma ruta que la última vez y entre más nos acercábamos mi valentía iba flaqueando.
—¿Estas nerviosa? —pregunto la oficial interrumpiendo mi monologo interno.
Nos estamos cagando.
Mi conciencia tenía razón, pero no podía decir eso en voz alta.
—Si oficial… —me detuve, tratando de recordar su apellido.
—Dime Karine —me sonrió amablemente.
Había descubierto que ella era muy agradable, así que no lograba comprender como podía soportar a ese detective.
—Bueno Karine, en realidad si estoy muy nerviosa.
—Sé que la última vez no te fue muy bien —suspire pesadamente al recordarlo—. Pero esta vez te veo mucho más segura, y créeme que la seguridad es la mejor arma de una mujer.
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Editado: 04.01.2025