Memories: Verdades Ocultas [#1]

27.- BOLA DE CRISTAL

Otra semana más comenzaba y con ello nuevas oportunidades de morir en alguna situación fuera de mi alcance, que me pudiera pasar o en la que me viera involucrada. En esos momentos me encontraba soplando los mechones de cabello que se encontraban sobre mi rostro, tratando de no quedarme dormida con la clase de Historia de Evermoorny. No era que no me interesara, pero hasta el mismo profesor Hotch se dormía en la mayoría de las clases, aunque suponía que también era debido a su avanzada edad.

—Ya está por acabar la clase chicos y se me ocurrió una actividad —hablo de repente saliendo sorpresivamente de su siesta, así que le pegue un codazo a Hailyn que se encontraba empinada sobre la mesa.

—¡Presente! —grito, al mismo tiempo que se levantaba rápidamente.

Se escucharon algunas risas burlonas en el salón y yo estaba tratando de no seguirlas, pero realmente la escena era graciosa.

—La hora del pase de lista ya paso, señorita Haylin —dijo el profesor, tratando de no reírse.

—Lo siento profesor —se disculpó mi amiga, que en esos momentos parecía más un tomate—. ¡No digas nada, Moonlight!

—No pensaba decir nada —miento, tratando de contener la risa—. Tienes suerte de que Miles nunca venga a esta clase, porque no se la acabaría contigo.

—Eso sí, pero nada supera su caída de la silla mientras copiaba —el hecho de que ese recuerdo volviera a mi mente hizo que tuviera que inflar mis mejillas para retener mi risa—. Eso sí es una humillación.

—Como les decía —hablo entre bostezos el profesor—, la actividad consiste en preguntar alguna inquietud que tengan sobre la escuela, para que pueda ser resuelta por aluno de sus compañeros o por mí.

—Ya me quiero ir —se quejó Hailyn, volviendo a empinarse en el asiento.

—Yo también —bufe, dejando caer mi cabeza sobre el escritorio al igual que Hailyn.

—Señorita Moonlight, la veo poco interesada en la clase —no puede ser, todos se duermen en sus clases y esa que era la primera vez que intentaba hacerlo me reprende—. La he visto merodeando por los pasillos detallando todo, me gustaría escuchar sus dudas y opiniones sobre la clase.

—Claro profesor —dije recuperando la postura, para después pasar mi mano por todo mi cabello para que no estuviera sobre mi rostro.

—Bien, puede empezar —ordeno el profesor, levantándose de su silla para comenzar a caminar sobre el pequeño balcón donde se encontraba su escritorio—. Estamos ansiosos por escucharla.

Comencé a pasar mi vista por todo el salón buscando algo que llamara mi atención, al mismo tiempo que repasaba en mi cabeza para encontrar algunos detalles que me sirvieran. No voy a negar que estuve a punto de tener un ataque de pánico, a causa de toda la presión que sentía al tener todas las miradas sobre mí, pero como por arte de magia una idea llego a mi perturbada mente, que ya parecía estarse adaptando a actuar rápido en momentos como estos.

Me tienes traumada.

Ya éramos dos, querida consciencia.

—¿Sabe algo sobre Liar…? —me detuve, en cuanto me di percate que estuve a punto de revelar el nombre del mítico fantasma de la biblioteca—. Es decir, el fantasma de la biblioteca, después de todo es parte de la historia de Evermoorny.

Vi como una expresión de terror surco su rostro y se comenzó a mover inquieto, estoy segura que se arrepentía de haberme pedido a mí preguntarle algo.

—Me temo señorita Moonlight, que es una historia algo trágica que no me corresponde revelar —sabia a lo que se refería, el único que podría contarme era el mismo Liarder—. Solo le diré que nadie tienta a la oscuridad sin recibir una remienda.

— ¿Oscuridad? —lo dije en forma de pregunta, pero él solo asintió—. Pero todos tenemos nuestro lado oscuro después de todo, ¿no lo cree?

—En efecto señorita, todos tenemos un lado oscuro —hablo lentamente, señalándome con su bastón mientras lo hacía—, pero hay una oscuridad mucho más peligrosa y caótica.

Decidí no seguir indagando, pues temí lo que podría revelar enfrente de todos, estaba segura que algún día el mismo Liarder me lo contaría. En cuanto a lo de la oscuridad, a diferencia de mis compañeros que parecían sorprendidos e incluso incrédulos, no sentí nada fuera de lo normal, tal vez ninguno de ellos había enfrentado alguna vez, algo que los llevara a tratar de superar sus límites.

—Entiendo profesor —comente, para que supiera que después de todo había codificado su respuesta—. Me podría explicar entonces el porqué de los tallados de las puertas.

Se me ocurrió de repente, después de todo siempre me detenía a admirarlos.

—Están inspirados en la fábula de los Ángeles Caídos ¿la ha escuchado? —pregunto a lo que yo negué, antes de que pudiera seguir, la campana que marcaba el final de la clase sonó—. Pueden irse, seguiremos en la siguiente clase señorita. Tengan un buen día.

—Gracias —respondimos todos al unísono, al mismo tiempo que guardábamos nuestras cosas y salíamos disparados del salón.

—¿Qué crees que quiso decir? —pregunto Hailyn, mientras íbamos caminando por el pasillo.

—Uso magia oscura y pago el precio —respondí lo que yo había interpretado de sus palabras—. Pero no fue algo pequeño, sino algo mucho más profundo.




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