Memories: Verdades Ocultas [#1]

31.- VERDADES OCULTAS

La clase de Herbologia estaba demasiado interesante, pues la profesora Hoffler se encontraba explicándonos como hacer un fomento curativo con la sabia de una planta carnívora. Para mi sorpresa Miles estaba muy atento, de hecho, estaba casi segura que era la única clase que realmente le atraía.

Ya me sentía un poco mejor en cuanto a la partida de mi tía, esos días había estado yéndome junto con Christopher en la camioneta que manejaba Rodolphus. Me había enterado que al parecer Allen y Ariday ya no viajaban ahí, pues se trasladaban en el coche que le dieron mis tíos, Ralph en cambio se turnaba para viajar con cada uno.

— ¡Perfecto Miles! El fomento te quedo muy bien —exclamo la profesora haciendo que mi amigo inflara su pecho con orgullo.

—Gracias profesora —respondió él con una sonrisa de suficiencia.

—Felicidades, serás un gran herbologo —lo felicite cuando la profesora se fue para revisar el de otro chico.

—Lo se cristalito, lo sé —rodee los ojos dándole un golpecito en el hombro, pues al parecer era su forma humilde de decir gracias—. El tuyo quedo pasable, pero el de Hailyn está horrible.

Voltee a ver el de mi amiga y efectivamente, casi había destazado a la pobre planta para conseguir la sabia, además de que no lucia muy agradable su fomento.

—Ni se te ocurra decirle algo —lo reprendí, viendo como ella se jalaba el cabello estresada. Sin duda la Herbologia era un talento que de los tres solo tenía Miles—, es capaz de aventártelo a la cara.

—Solo porque tú me lo pides —me guiño un ojo, al mismo tiempo que se volteaba para criticar al del chico de al lado—. ¡Así no es, era extraer no mutilar!

Negué con la cabeza viendo como regañaba a Matt.

—Tranquila, ya acabo la practica—le dije a Hailyn para tratar de calmarla.

—Me estresa mucho, sin duda esto no es para mí —bufó cansada—. Pero bueno, ¿iras al baile?

Me sorprendía lo rápido que cambiaba de humor, aunque debía de admitir que ya estaba más que acostumbrada.

—No lo sé, ahora que ya no está mi tía, no me apetece ir—trate de explicar, mientras seguía acomodando mi fomento.

—Entiendo, pero siempre esta Christopher —me daba un poco de gracia como siempre que hablábamos de él se ponía roja—. Seguramente estará feliz de acompañarte.

—No lo quiero meter en más problemas —ella solo asintió mientras limpiaba su desastre.

—Y tú, ¿vas a ir al concierto que me contaste? —le pregunte para continuar con la conversación.

—Mis papás no me dejaron, también por eso estoy enojada —azoto el trapo contra la mesa, pude entender su mal humor, había esperado por ese evento durante años—. Era mi oportunidad y se arruino.

—Pero ¿por qué?, tus papas no son muy estrictos en cuanto a los permisos —cuestione impresionada, tomando el trapo para ayudarle a limpiar.

—No lo sé, mis padres simplemente dijeron que no —me respondió, refunfuñando entre dientes—. Se supone que ni yo debería saber esto, pero los escuche hablar de unas desapariciones misteriosas. Tal vez sea eso.

— ¿Desapariciones misteriosas?, pero no se ha escuchado nada —me preocupaba el hecho de que tuviera algo que ver con los encapuchados.

—Exacto, están manteniendo esa información oculta ante la población —soltó ella indignada—. Temen que puedan ser Parademons.

Había leído sobre ellos, eran demonios que tenían que extraer el alma de sus víctimas para sobrevivir. Eran peligrosos, por el simple hecho de que podían hacerse invisibles.

—Eso es muy grave.

No lograba comprender que estuvieran ocultando esta información, sabiendo que podía ser peligrosos.

—Lo sé, pero jamás se atreverían a atacar en un lugar con tantas personas —volvió a refutar ella—. Jazzlin no quiere ir, pues dice que no le gusta la música de Gordiands, pero son increíbles.

— Crees que si yo les pidiera permiso para que me acompañaras, ¿te dejarían? —una sonrisa de felicidad surco en su rostro.

— ¿Harías eso por mí?

Su emoción era clara, así que en efecto lo haría, ella me había ayudado demasiadas veces, esta vez era mi turno de regresarle el favor. Aunque en realidad no fuera tan fan de la música que me había mostrado de la banda, sin embargo, ese era un secreto que no pensaba revelarle.

—Claro que si —le sonreí y al instante ella se me abalanzo.

—Mil gracias, mis papás no se negarán si tú se los pides —se separó y me miro con burla—. Dicen que eres la amiga buena influencia.

—Mira que coincidencia, mi tía dice lo mismo —le respondí de la misma manera.

—Si supieran —dijimos ambas con burla.

— ¿De qué hablan? —dijo Miles recargándose en mi hombro, no me había asustado pues era ya habitual que hiciera eso—. Hablando de mi belleza ¿acaso?

—Iremos a ver a Gordiands —respondió ella rebosando de felicidad.

—Es música de ancianos —soltó él con aburrimiento.

—Tu cállate, no es mi culpa que no tengas buenos gustos.




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