Memories: Verdades Ocultas [#1]

33.- DULCE NOCHEBUENA

Los villancicos comenzaban a resonaban por todo el centro de Travelers, en esos momentos me encontraba junto con Miles haciendo las compras de los obsequios y algunos ingredientes para la cena. Aunque no lo pareciera él y yo teníamos muchas cosas en común, pues su familia tampoco estaba muy presente en su vida, así que lo invite a pasar nochebuena conmigo para hacernos compañía mutuamente y este aceptó gustoso.

Hailyn nos había invitado a su cena, pero aun nos estábamos debatiendo si asistir o no, pues ambos teníamos la idea de que sería como invadir a su familia en esta fecha tan importante.

—Es el ultimo ¿verdad? —pregunto Miles algo agotado, pues habíamos estado recorriendo tiendas toda la mañana. Yo asentí como respuesta y él exhalo con alivio—. Por fin, me duelen horrible los pies. Mira hay que sentarnos en esta banca.

—Está bien, solo un rato recuerda que debemos ir a preparar la cena y los postres —de solo pensarlo la flojera invadió mi sistema, pues me encantaba cocinar, pero por alguna extraña razón en esa ocasión me daba pereza hacerlo—. Aunque debo admitir que quisiera no hacerlo.

—¿Porque no le dices a la señora que cocina en tu casa que lo haga! —me cuestiono mientras se desplomaba en la banca, yo solo negué antes de imitar su acción.

—Todos los años cuando mi familia se va, les doy el día libre a todos los empleados, para que vayan a pasar nochebuena con su familia —confesé uno de mis tantos secretos.

— ¿Tus tíos no les dan vacaciones? —podía entender la sorpresa en su voz, casi en todos los empleos les daban los días festivos.

—Solo a algunos, por eso les doy esa libertad a los que no. Mis tíos regresan hasta el día siguiente por la tarde así que nunca se han dado cuenta. Ventajas de estar sola supongo.

—Cada vez me sorprendes más, cristalito —soltó de repente.

—Solo hago lo correcto.

—Supongo que si —se acostó en la banca poniendo su cabeza sobre mis piernas—. Entonces seremos solo tú y yo, aunque te advierto que yo no soy muy bueno en la cocina.

Solía hacer eso muy seguido así que ya estaba acostumbrada, incluso una vez Sawyer había hecho lo mismo. Le limpié su rostro pues algunos copos de nieve ya se estaban acumulando en él, no estaba nevando tanto como en Evermoorny, pero si se podía sentir un poco el frio, aun asi, no negaba que me encantaba ese clima. Aunque me preocupa Miles, puesto que su nariz estaba muy roja, aun así, preferí no mencionar nada.

—Yo te guiare, ¿que podría pasar después de todo? —cuestione, pero me arrepentí al instante.

—¿Que no podría pasar? Sería la verdadera pregunta —la burla en su voz me hizo saber que pensó lo mismo que yo, pues cuando nos juntábamos éramos un desastre—. Deberías de saber nuestro historial.

—Creo que hay un extinguidor en casa —mencione como si fuera la solución a todo.

—¡Que alivio, eh!

Se echó a reír ante su propio comentario y me contagio a mí también, aunque en el fondo si me preocupaba lo que pudiera pasar.

Vimos como su coche se estaciono frente a nosotros y supimos que era hora de partir, tomamos todas las bolsas y las metimos dentro. No sentí en que momento compramos tanto, pero eso explicaba el hecho de que estuviéramos tan agotados. Prácticamente pasamos a todas las tiendas y supermercados del centro, pues habíamos planeado una cena en grande.

……………………….. ***** ……………………….

—¡No toques ahí, Pride!

No pude evitar gritarle, al ver como estuvo a punto de meter sus dedos en el pastel que recién había sacado del horno. Volteo hacia mí haciendo una cara de perrito regañado, que en realidad daba ternura y me sentí culpable por estarlo torturando.

Para mi sorpresa había quedado totalmente perfecto, al igual que los cups cakes y todo lo demás que había preparado. Quería tomarle una foto a todo para presumírselo a Ralph, que dudaba de mis habilidades para la cocina, sin embargo, no encontré mi teléfono por ningún lado.

—Yo solo quiero un pedacito, chiquito —no podía creer que realmente estaba funcionando su carita—. Pequeño, ¿sí?

—Solo tómale una foto, después de todo es para ti —vi su cara de felicidad y comenzó a da pequeños brinquitos. Lo del pastel era cierto, era especial para él porque sabía cuánto amaba el chocolate y a mí no me agradaba del todo—. ¡Ni se te ocurra!

Le había dado la espalda para mover la ensalada, pero a través del reflejo logre visualizar como estaba a punto de robarse un cup cake.

—¡Mierda! —oí que dijo entre dientes, al mismo tiempo se alejaba—. ¡No puedo comer nada!

— ¿Qué dijiste? —le pregunte fingiendo enojo.

—Nada cristalito —dijo acercándose a mí con los brazos abiertos. Le recibí el abrazo porque sabía que, si no lo hacía, no le importaría y me lo iba a dar, así que digamos que prefería que sucediera por las buenas—. ¡Gracias por el pastel y por todo!

—No hay nada que agradecer, debes en cuando es bueno consentirte un poco —me recargue en su pecho, en realidad me hacía muy feliz no pasar otra nochebuena sola—. Aunque siento que no es justo que yo esté llena de harina y de otras cosas, mientras tú estés totalmente limpio.

—Cierto, aléjate, ensuciaras mi bellísimo abrigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.